Miles de personas toman las calles andaluzas contra la gestión de Moreno: “La crisis de la sanidad andaluza trasciende de los cribados”
Las manifestaciones en todas las capitales de la comunidad claman contra “el fracaso de la política sanitaria” de la Junta de Andalucía
Mientras el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, defendía la gestión de la sanidad realizada de su Ejecutivo en la clausura del congreso regional del PP en el que ha sido reelegido como su presidente autonómico, miles de personas clamaban en las calles de toda la comunidad precisamente por “el fracaso de la política sanitaria del gobierno andaluz”, y pedían su dimisión, un grito que hasta la primera concentración en apoyo a las mujeres afectadas por el retraso en el diagnóstico de los cribados de cáncer de mama, el 8 de octubre, no se había escuchado en ninguna de las marchas, que, como la de este domingo, había convocado Marea Blanca en los últimos cuatro años para alertar sobre el deterioro del sistema de salud público andaluz y su progresiva privatización.
El escándalo de los cribados ha puesto rostro y voz al sufrimiento de muchos otros andaluces que llevan tiempo teniendo que esperar más de 20 días o incluso tres semanas a tener cita con su médico de cabecera, como María José Romero, una jubilada de Bormujos; o un año y medio para poder visitar al traumatólogo, que es lo que ha tenido que esperar una auxiliar de enfermería de Sevilla, que prefiere no dar su nombre; o más de dos años para extirparse unos quistes en el pecho, como Sandra Morán, administrativa de Guillena, que acabó operándose en una clínica privada. Por estos y otros problemas que sufren ellas u otros familiares, como la falta de pediatras o el cambio de médico de cabecera, han acudido este domingo a la manifestación de Sevilla.
“Los cribados son la punta del iceberg, pero la crisis trasciende a todo el sistema público de salud. El Gobierno se equivoca si cree que arreglando lo de los cribados, se va a poner sordina a este deterioro”, advierte Kati, auxiliar de ayuda a domicilio, que también ha viajado hasta Sevilla, junto a su marido y su hija, psicóloga en servicios sociales, desde Arcos de la Frontera, en Cádiz. “Hemos acudido a casi todas las manifestaciones de Marea Blanca, unas veces vamos a la de Cádiz y otras a la de Sevilla”, explica.
La primera manifestación en defensa de la sanidad pública se celebró el 26 de noviembre de 2022, pocos meses después de que Moreno se alzara con la mayoría absoluta. En este tiempo, pese a los distintos planes de choque en materia sanitaria que ha ido aprobando el Gobierno andaluz (en atención primaria, para reducir las listas de espera o para atender las citas del médico de cabecera en menos de 72 horas) la sensación de deterioro del sistema se ha acentuado, tanto para los usuarios, como para los profesionales sanitarios, saturados por la falta de plantilla, la ausencia de sustituciones y unas consultas que no disminuyen, como se comprometió la Junta.

Lo sabe bien Ana Puy López, trabajadora del Centro de Salud de Cenes, a unos minutos de Granada capital, que recuerda que “nos prometieron 35 pacientes por día y mi día a día es de 50 o más”. El mayor problema, explica, “es la falta de sustituciones. Este verano hemos tenido cero sustituciones en enfermería y en médicos, lo que genera una presión imposible en quienes están trabajando. Además, alcanzar los objetivos [se refiere al seguimiento y control de enfermos diabéticos, polimedicados, con insuficiencia cardíaca, EPOC, etc... aquellos que vuelven periódicamente a consulta para revisión] es muy difícil”.
La administración les ofrece en ocasiones, hacer horas extras por la tarde para esos pacientes “pero entonces nos quedamos sin tiempo para vivir y conciliar con nuestra familia”, explica esta doctora, mientras a su lado hay una pancarta que dice “Moreno Bonilla privatiza de maravilla”.

Al alto estrés, se suma, en el caso de las médicas recién incorporadas, la pérdida de ilusión. Eva Jiménez, Laura Allende y Elena Sánchez son residentes de seis meses en la capital granadina y están en la manifestación. En el caso de Eva, recién salida de un turno de 24 horas de guardia en el hospital Ruiz de Alda. Las tres coinciden: “La sanidad pública no da abasto” e insisten en que ven muchos más pacientes de los 35 establecidos. “Tenemos cupos muy altos”, abundan sobre el número total de pacientes bajo su control, “en nuestro caso, 1.300 personas”. Las tres coinciden en que el principio de la solución es invertir en atención primaria para evitar que las urgencias se colapsen.
El Gobierno de Moreno considera que la crisis de los cribados es un problema acotado sobre todo a la provincia de Sevilla, por encontrarse en el Hospital Virgen del Rocío de la capital andaluza el 97% de los casos de cribados dudosos que no se informaron, y que no va a permear al resto de la sociedad andaluza, porque se trata de un problema que afecta a las mujeres que han padecido cáncer de mama. Pero la alta participación en capitales como Málagam con 20.000 personas; Granada, con alrededor de 11.000 personas -20.000 según los convocantes-; Córdoba, con más de 4.000; Cádiz y Jaén, con 3.000, o las 1.200 y 1000 de Huelvay Almería, respecttivamente de acuerdo con la Policía Nacional, marchando en la calle, evidencia que el descontento con la sanidad pública trasciende de la crisis de los cribados.
Algo que también se ponía de manifiesto en la marcha de Almería: “La gente está harta en Andalucía, especialmente en Almería. Los cribados del cáncer de mama han sido la gota que ha colmado el vaso. No es posible que crezcan los presupuestos en Sanidad, pero cada vez se destine más a la privada”, ha señalado Fernando Plaza, uno de los portavoces de la Marea Blanca en la provincia almeriense, informa José Miguel Benítez.

En Sevilla también lo recordaba Elena, una ama de casa de 36 años. “Esto es más que los cribados, aquí nos jugamos el futuro de nuestros hijos, nuestro presente y lo que han construido nuestros abuelos. Nos están robando nuestro derecho a la sanidad pública”, asegura, con su hijo en brazos y acompañada de su hija Estefanía, de 18 años y que estudia para Técnico de Enfermería. “La perspectiva laboral en Andalucía no es muy halagüeña, pero si los jóvenes no luchamos y nos responsabilizamos por mantener la calidad de nuestro sistema de salud pública, este no tendrá futuro”, dice convencida.
El protagonismo de Amama
Guillermo Velázquez, médico de familia de Sevilla y habitual de todas las manifestaciones -esta es la séptima- convocadas por Marea Blanca, advierte también sobre la fragilidad del sistema de salud público andaluz: “Los derechos igual que se logran se pierden. Primero jugaron con las citas médicas y ahora están jugando directamente con la salud de los ciudadanos”, dice sobre los efectos de los retrasos tanto para obtener consulta con el médico de cabecera como sobre los retrasos en las pruebas diagnósticas. “Lo acabamos de ver con los cribados de mama, pero está pasando con otros tipos de cáncer”, advierte el profesional.
Amama puso cara a la desazón que supone pasar de la certeza de estar sana a constatar que dentro de uno mismo se ha desarrollado un tumor de cuyo riesgo alguien decidió no que no se debía advertir -de acuerdo con las explicaciones no oficiales que está dando la Junta de Andalucía, “una orden verbal dentro del sistema de salud”-.
“Somos la punta del iceberg de los problemas de la salud pública, pero no somos cualquier punta del iceberg”, advierte María José de la Fuente, miembro de la junta directiva de Amama, aferrada, junto con el resto de las mujeres de la asociación, a la pancarta de la manifestación de Sevilla con el lema Nuestras vidas no pueden esperar.

Ellas rechazan la minimización del problema que hace el PP andaluz, circunscribiendo a 2.317 las mujeres afectadas, de las que solo un 2% podrían desarrollar cáncer y que, en un 97% se concentran en el Virgen del Rocío.
“A nosotras nos siguen llamando ¿Quién tiene ese recuento? Esa cifra desde primera hora fue incierta y sigue siendo incierta”, incide De la Fuente. Es el caso de Olga Liébana, de 55 años, de Higuera de Calatrava (Jaén), una de las muchas mujeres afectadas por los cribados que han asistido a la marcha en la capital jiennense. En 2023 se hizo una mamografía, pero nadie la envió ninguna carta y nadie la llamó para comunicarle el resultado. Veinte meses después se notó un bulto en un pecho que acabó siendo cáncer. El Servicio Andaluz de Salud (SAS) no encuentra sus imágenes de aquella mamografía ni tampoco el informe ni ninguna derivación a un hospital. “Mi sospecha y mi preocupación es pensar qué tendría yo en 2023, pero no me dan ninguna explicación”, indica Liébana.
Aunque en general todos los manifestantes insisten en que el problema de la sanidad pública va mucho más allá de la crisis de los cribados, la mayoría sí considera que este escándalo debería suponer un antes y un después en la gestión de la sanidad pública. “La lástima es que solo se haga por motivos políticos y electorales”, se lamentaba la hija de Kati.
El descontento es generalizado, más allá de los cribados. Lo demuestran las multitudinarias marchas en todas las capitales de provincia andaluza, a pesar de que Csif y Satse se descolgaron en el último momento por desavenencias en el manifiesto y en la elección del recorrido. En Málaga, los participantes han dirigido sus cánticos principalmente a la defensa de una “sanidad universal, pública y de calidad”, informa Nacho Sánchez.“Recortar en sanidad es criminal” o “No se vende, la salud se defiende” han sido otras de las proclamas escuchadas durante el recorrido, donde también se han visto pancartas dirigidas al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. “Tu política mata: el cáncer no espera”, decía una de ellas
En Sevilla, cuando pasaba una hora desde que comenzaran a dirigirse al público las mujeres de Amama y los organizadores frente al Palacio de San Telmo, sede de la Junta, la cola de la manifestación todavía estaba a discurriendo a la altura de los Jardines de Murillo, a unos 300 metros de distancia. La Policía Nacional trasladado a la Subdelegación que Marea Blanca ha congregado a 12.000 personas, pese a que las personas congreadas al final de la marcha superaban con creces las 8.500 de la concentración de Amama, 15 días antes. Los convocantes han calculado en 30.000 los asistentes.
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