Rafael Escuredo: padre de la autonomía andaluza
El liderazgo del presidente de la Junta fue determinante para la celebración y el triunfo del referéndum del 28-F

Valió la pena. De esta sencilla manera titulan el libro, en el que relatan la épica lucha de Andalucía por su autonomía, sus autores, Rafael Escuredo y Juan Cano. Describen, paso a paso, el recorrido del pueblo andaluz para la consecución de una democracia plena, que se interioriza como lucha por la autonomía y un afán irreductible de igualdad, de salir del subdesarrollo, de no ser más que nadie, pero tampoco menos. Fueron precisamente estas dos directrices, democracia con autonomía y salir del subdesarrollo, las que interiorizó el pueblo andaluz, el 4 de diciembre de 1977, al manifestarse masivamente, casi dos millones de mujeres y hombres, en las capitales de Andalucía. La convocatoria la hizo la Asamblea de Parlamentarios andaluces, elegidos en las elecciones Generales constituyentes del 15 de junio de 1977, que ganó la UCD a nivel nacional, pero que en Andalucía arrojó una mayoría socialista, que marcó el itinerario y el relato. El mensaje del pueblo andaluz el 4-D fue inequívoco, autonomía e igualdad, articulando un espacio político de andalucismo cívico, que supo asumir plenamente desde la izquierda, el PSOE de Andalucía. Primero con el presidente preautonómico Plácido Fernández Viagas, que el 4-D de 1978, dos días antes de la aprobación de la Constitución Española, suscribió el Pacto de Antequera, que señala el objetivo a conseguir: “La autonomía más eficaz para el pueblo andaluz, en el menor tiempo posible” .
Las elecciones generales de marzo y las municipales de abril de 1979, mantuvieron la mayoría socialista en Andalucía, constituyéndose el segundo gobierno preautonómico, presidido por Rafael Escuredo, en junio de ese año. Se produjo de inmediato un salto cualitativo en el proceso andaluz, ya no bastaba con el referente marcado por el Pacto de Antequera, se luchaba por la máxima autonomía que la Constitución permitía, la vía del 151, lo que suponía una equiparación con las llamadas nacionalidades históricas (Cataluña, País Vasco y Galicia).
Rafael Escuredo asume el legado del andalucismo histórico protagonizado por Blas Infante, y en Casares (10/8/1979) propone: “la noble empresa de conseguir el Estatuto de Autonomía y el autogobierno pleno para Andalucía”. El Presidente Escuredo no tenía tiempo que perder. Tras las elecciones municipales de abril, ya los Ayuntamientos de Puerto Real y Los Corrales habían aprobado acuerdos a favor de la autonomía por la vía del 151 CE, y, por tanto, seis meses después, el 21 de septiembre, tenía que haber finalizado la adopción de los acuerdos por las diputaciones y ayuntamientos que exigía la Constitución. Se logró de manera casi unánime, gracias al impulso dado desde la presidencia de Rafael Escuredo.
Quedaba, por tanto, solo la ratificación por referéndum. Escuredo consigue el acuerdo y la fecha, con mediación del Rey, para el 28 de febrero de 1980, ya con serias reticencias por parte de la UCD de Adolfo Suarez, que irían a más con el paso de los días. De hecho, en las manifestaciones por la autonomía convocadas para el 2 de diciembre de 1979, la UCD en Granada, Córdoba y Jaén, se negó a participar, como tampoco Alianza Popular de Manuel Fraga.
Faltaba aprobar la Ley de Referéndum que daba el marco legal para celebrarlo en Andalucía el 28-F. Finalmente, fue aprobada el 18 de enero de 1980. Tres días antes, la UCD en su Comité Ejecutivo Nacional se desmarcó del proceso autonómico andaluz y pidió la abstención en el referéndum convocado, lo que equivalía a rechazarlo, porque la ley exigía una mayoría de la mitad más uno en las ocho provincias. Ese mismo día, Manuel Clavero dimitió como ministro de Cultura y pidió el voto favorable. Un mes después abandonó la UCD. El tiempo se aceleró y el proceso se enturbió al descolgarse el Gobierno y el partido de la UCD, que había convocado el referéndum y que ahora quería perder a toda costa. El Gobierno convocó, como había comprometido, el referéndum para el 28-F, pero decidió acortar el periodo de campaña y proponer una pregunta incomprensible, además de regatear los fondos necesarios y el comportamiento de los medios del Estado y de sus organismos.
De nuevo, en un entorno político hostil, se alza el liderazgo del presidente Escuredo, que se declara en huelga de hambre durante tres días en el Pabellón Real de Sevilla, tras la entrevista con el ministro Antonio Fontán, como protesta al trato que se le dispensaba a Andalucía. El aldabonazo cumple plenamente su objetivo, de punta a punta de Andalucía, la solidaridad con el presidente Escuredo es abrumadora y su liderazgo se asienta. Y sigue creciendo, de manera imparable, durante los 15 días de campaña, donde es acompañado por otros líderes políticos y por todo el mundo de la cultura, desde Camarón a María Jiménez, Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, El Loco de la Colina, Kiko Veneno, Silvio, Pata Negra, Alameda, Tabletón, Manuel Gerena y tantos otros, en una gira histórica. Y Rafael, siempre Rafael, con miles de seguidores que enmudecían cuando comenzaba a hablar, que lo respetaban y encendían sus mecheros para cantar y mostrar el empuje y la solidaridad del pueblo andaluz.
Y el sí en el referéndum políticamente arrasó. Una mayoría amplia de Andalucía dijo sí y así lo interiorizó el pueblo andaluz. Los que se amarraron al resultado en la provincia de Almería, donde se ganó, pero no se llegó a la mitad más uno del censo electoral, tuvieron, ocho meses después que asumir, por motivos de interés nacional, un procedimiento específico aprobado en las Cortes Generales (23/10/1980) para que Almería se incorporara al proceso autonómico junto a las otras provincias. Andalucía había ganado. El pueblo andaluz, que había señalado el 4-D el camino a recorrer, se reconfortó con el final señalado, autonomía e igualdad. Ni más que nadie, pero tampoco menos.
Aprobado el Estatuto de Autonomía y convocadas las primeras elecciones autonómicas para el 8 de marzo de 1982, el pueblo andaluz respaldó la candidatura de Rafael Escuredo, encabezando al PSOE de Andalucía, con 66 diputados, de los 109 del Parlamento, Alianza Popular con 17, la UCD con 15, el PCA con 8 y el PSA con 3. El pueblo andaluz había hablado y con sus votos lo había nombrado primer presidente autonómico de Andalucía e identificado también, a mi parecer, como “Padre de la Autonomía Andaluza” a Rafael Escuredo. Valió la pena.
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