El PP se lanza a por la absoluta en Extremadura para acorralar a Sánchez
890.967 ciudadanos están llamados hoy a las urnas. Los socialistas confían en que Guardiola vuelva a necesitar a Vox

El primer golpe de la catarata electoral diseñada por el PP para rematar la idea de fin ciclo del Gobierno progresista se coloca como el más letal de las cuatro citas con las urnas en los próximos seis meses si, como confían los populares, María Guardiola alcanza este domingo la mayoría absoluta en Extremadura, que está en 33 escaños. 890.967 ciudadanos están llamados hoy a las urnas.
El PP, que durante toda la campaña trató de rebajar expectativas dados los fiascos de anteriores intentos de adelanto para lograr la absoluta como el de Castilla y León en 2022, ahora ya se ha lanzado al menos en privado a la conquista de ese cáliz preciado que sería demoledor para el intento del PSOE y de Pedro Sánchez de romper esa idea del fin de ciclo.
Los socialistas contienen la respiración ante esa mayoría absoluta del PP que no ven en absoluto factible. La apuesta de La Moncloa es bien distinta: confían en que las elecciones habrán sido un fiasco para el PP porque reforzarán a Vox y abrirán una nueva guerra en la derecha en la que María Guardiola se verá obligada a comprar todo el relato de Santiago Abascal de la misma manera que ya lo hizo el popular Juanfran Perez Llorca en la Comunidad Valenciana. Pero para ella tendrá más coste porque su perfil es muy diferente.
Esas malas relaciones entre el PP y Vox en Extremadura, que están en el origen de este adelanto electoral porque no lograron pactar los Presupuestos, son para La Moncloa el principal argumento político si no llegan a esa absoluta. Porque Sánchez, que tiene todas las de perder en este ciclo que ha diseñado el PP -después de Extremadura vendrá Aragón, Castilla y León y Andalucía, todas ellas plazas muy difíciles para el PSOE ahora- se aferra precisamente a esa dependencia del PP de Vox y a ese caos en los gobiernos autonómicos para intentar reactivar a una izquierda en retroceso y desmovilizada con la idea de que esto muestra qué significaría tener al PP y a Vox en La Moncloa.

Sánchez, que se ha implicado mucho en esta simbólica campaña, ha decidido alejarse a toda costa de la lectura nacional de esta secuencia de elecciones autonómicas. Por muy malos que sean los resultados este domingo en Extremadura para el PSOE, la legislatura seguirá y La Moncloa ya está diseñando distintos anuncios y debates de impacto para enero para intentar reactivarla, mientras discute con Sumar cómo hacerlo entre discrepancias muy fuertes dentro de la coalición, como se vio en la fallida reunión del viernes, que no sirvió para acercar posiciones.
“Sánchez no va a caer por Extremadura, ni por las demás elecciones autonómicas, esto de la secuencia es una estrategia que ya intentó Pablo Casado y le salió mal”, señala una persona de confianza del presidente. El mandato del líder del PSOE son cuatro años y piensa terminarlo porque además ninguno de sus socios parece querer un adelanto electoral. Pero el golpe de imagen para el Gobierno, sobre todo si hay una absoluta en Extremadura, será muy duro.
Lo que más preocupa en distintos sectores socialistas consultados es el estado del PSOE, de sus liderazgos regionales, de su estructura territorial, en un partido devastado por la imagen de sus dos últimos secretarios de organización entrando en la cárcel. Si los socialistas no han sido capaces de resolver un problema como el de Extremadura, esto es relevar a un candidato imputado y desgastado por el caso del hermano del presidente, cómo van a enfrentarse a retos mayores como el de las elecciones autonómicas en una decena de comunidades y las municipales en toda España en mayo de 2026, se preguntan diversos dirigentes consultados.
El estado del PSOE 11 años después de las primeras primarias que ganó Sánchez inquieta a muchos dirigentes que ya están pensando en el difícil futuro que le espera a la izquierda si pierde La Moncloa.

El ambiente en el PP tras el cierre de la campaña es, sin embargo, que esa mayoría absoluta es posible pese a la sensación general en el partido de que la última semana no ha salido bien por errores propios. Aunque Génova ha tratado de rebajar expectativas, en el PP extremeño creen que la rozan con los dedos, y el temor es quedarse justo a las puertas, a uno, dos o tres escaños.
“Guardiola parte de la mejor situación de todos los que vamos en este ciclo a elecciones”, opina un barón popular de los que también se examina pronto, que defiende que la candidata del PP tiene condiciones muy favorables sobre todo por la mala situación del PSOE en Extremadura.
“Los últimos cuatro días ha tenido muy cerca la absoluta y solo dependía de nosotros no meter la pata, pero le ha pesado la presión”, analiza este barón en línea con el temor generalizado en el PP de que los tropiezos de la última semana hayan dado al traste con la posibilidad de alcanzar el umbral de los 33 escaños.
A juicio de dirigentes de distintos sectores y barones populares, Guardiola “se equivocó” dejando la silla vacía en el debate electoral de TVE y también “exagerando” el robo de 124 votos guardados en la caja fuerte de una oficina de Correos de un municipio de 4.500 habitantes de Badajoz, que la Guardia Civil ha atribuido a delincuencia común.
La polémica del hurto en la oficina de Correos, que la presidenta llegó a calificar de “robo de la democracia”, permitió al PP desviar el foco de la controversia sobre el chófer de Guardiola, que el Gobierno extremeño se vio obligado a cesar tras conocer que este trabajador fue condenado “por coacciones leves” en relación con un delito de violencia de género. El chófer era además cercano a la familia de la presidenta.
El PP extremeño reaccionó de forma diferente ante la denuncia de la ex concejal del PP en Navalmoral de la Mata, Paula González Morato, que denunció el comportamiento y “trato machista” del actual alcalde de esa localidad, Enrique Hueso. Tanto el alcalde como la presidenta regional y candidata a la Junta, María Guardiola, como otros cargos de esa formación, negaron los hechos y descalificado a la edil al afirmar que su actuación había sido fruto de un despecho político por no haber entrado en las listas electorales.
La campaña de Guardiola, muy conservadora salvo por el giro final de alentar la idea sin fundamento de un pucherazo electoral, se ha mirado en el espejo de la de Juanma Moreno, el presidente de Andalucía, también más moderado que la línea oficial de Génova.

Guardiola no ha invitado a ningún dirigente nacional, ni a otros barones (como a Isabel Díaz Ayuso), y ha contado al final con una presencia escasa de Feijóo (tres días), que ni siquiera la acompañó en el cierre. El objetivo ha sido regionalizar al máximo las elecciones para que le voten antiguos votantes socialistas. Ahí se enmarca también su fuerte choque con Abascal, a quien ha llegado a llamar “machista” después de que él sugiriera que Vox forzaría otro candidato en caso de tener que llegar a un acuerdo. Ese cuerpo a cuerpo estaba pensado: a Guardiola le habían aconsejado mostrarse dura contra Vox para llegar sobre todo a las mujeres socialistas después de haber gobernado con los ultras.
El PP cree que su principal ventaja es la situación del PSOE. “Sánchez ha sacrificado Extremadura, el error de situar como candidato a Gallardo no tiene ninguna justificación”, analiza un dirigente de la cúpula de Feijóo. Los populares creen que los socialistas van a tener el peor resultado de su historia en Extremadura confiando en una alta desmovilización de la izquierda. “La campaña de Guardiola ha estado muy dormida precisamente para no despertar a la izquierda”, admiten en el PP.
Si este domingo logra la mayoría absoluta, el PP confía en afrontar el ciclo electoral que arranca ahora en condiciones muy ventajosas. Por un lado, porque habría desarbolado la estrategia del PSOE, que se basa en cuestionar su dependencia de Vox. Y, por otro, porque también daría una estocada a los de Abascal, algo muy importante para el PP en un contexto de crecimiento sostenido de los ultras.
En cambio, si no lo consigue, aunque se quede cerca, el escenario cambia por completo. En el caso de que a Guardiola le falten uno o dos escaños para la absoluta, el PP tratará de presionar al PSOE para que se abstenga, lo mismo con Vox, con el argumento de que no puede bloquear de nuevo la gobernabilidad. Los populares creen que Vox afronta también un dilema en este ciclo sobre cómo comportarse ante los Gobiernos del PP, y confían en que no se enroque.

Pero todo sería distinto si Guardiola se queda más lejos de la absoluta y Vox duplica sus resultados, teniendo en cuenta además la mala relación personal de los de Abascal con la extremeña. “La gente de Vox está muy cabreada con ella. Guardiola sabe que si depende de ellos se lo van a poner muy difícil”, advierte un dirigente territorial.
Por el contrario, las expectativas del PSOE extremeño son bajísimas en una tierra en la que nunca han bajado del 35% de voto y han gobernado 36 de los últimos 42 años, con mayorías absolutas incluidas, de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Guillermo Fernández Vara. “Temo una gran abstención”, explicaba por teléfono el propio Ibarra a este periódico a principios de la campaña. “Esto debilitaría el sistema democrático. Si yo fuera candidato, solo se debería hablar de Extremadura. No pueden venir de Madrid a debatir sobre temas nacionales. Yo lo prohibiría”. Sin embargo, los líderes nacionales han pisado el territorio, incluido Pedro Sánchez, que ha acudido hasta en cuatro ocasiones.
La realidad es que si no es por Sánchez, los socialistas no se hubieran movilizado en los grandes actos de campaña. El presidente del Gobierno continúa siendo un valor entre la militancia extremeña, al contrario que el candidato, Miguel Ángel Gallardo. Distintos altos cargos del partido en la región señalan en privado que debería haber dado un paso al lado. Su imputación en la causa que investiga al hermano del presidente Sánchez por un supuesto enchufe laboral –tras una denuncia de Manos Limpias el pasado año— en la Diputación de Badajoz que presidía el propio Gallardo, ha supuesto un trágala para muchos.
Gallardo, que pese a todo ha ganado dos primarias, era la apuesta del socialismo extremeño por su gestión al frente del Ayuntamiento de Villanueva de la Serena, donde ha gobernado 21 años con mayorías absolutas. Y también al frente de la Diputación de Badajoz, con el peso que las diputaciones tienen en los pueblos y comarcas y más en Extremadura, que casi tienen rango de consejerías. Pero la imputación ha sido una mochila muy difícil de llevar.

Durante la campaña se le ha preguntado en casi todos los actos e incluso Irene de Miguel, la candidata de Unidas por Extremadura, fue con todo contra él en el último debate, donde aseguró que en el hipotético caso que sumaran mayoría entre ambas formaciones progresistas, pediría su cabeza. “El PSOE merece una reflexión”, dijo.
En el PSOE, sin duda, se echa de menos la figura de Guillermo Fernández Vara, que falleció el pasado 5 de octubre por un cáncer de estómago. Desde entonces, se ha instalado en el partido una especie de orfandad que, por si fuera poco, les ha cogido de por medio una campaña electoral adelantada y para la que no estaban preparados.
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