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Mazón se refugia en Alicante mientras PP y Vox negocian su sustituto

El presidente en funciones solo lleva asuntos ordinarios tras su dimisión y permanece junto a su familia

Manuel Viejo

Carlos Mazón se acomoda en una silla negra de la tercera fila del funeral de Estado de la tragedia de la dana junto al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y la directora de relaciones institucionales de la Generalitat Valenciana, María Jesús García. Esperan la llegada de los Reyes y de Pedro Sánchez, que están reunidos con un grupo de víctimas que habían vetado la asistencia del presidente valenciano. De pronto, numerosos familiares que perdieron a sus seres queridos en aquella tarde del 29 de octubre del pasado año comienzan a levantarse y a gritar en voz alta:

–¡Sinvergüenza!, ¡asesino!

La ceremonia fue retransmitida para toda España. Una imagen durísima para cualquier político. Si el funeral supuso un antes y después para las filas populares, sobre todo para Alberto Núñez Feijóo, que estuvo también presente en el acto, lo fue de igual manera para el círculo más próximo de Mazón, pese a las diferentes versiones sobre qué hizo aquella fatídica tarde del 29 de octubre.

La familia de Mazón no ha querido aconsejarle ni presionarle sobre su futuro desde el día de la tragedia, pero la realidad les estalló en la cara durante el recuerdo a las víctimas en el primer aniversario de la dana, según explican fuentes de la Generalitat valenciana. El PP y Vox ya negocian de hecho para elegir a su sustituto. Génova se ha desvinculado de las conversaciones, aunque Feijóo supervisará el resultado. El mayor escollo es la política sobre los menores migrantes.

Sin embargo, antes del verano, recuerda un miembro del equipo del president en funciones, la sensación de resistir y de aguantar hasta 2027 era un hecho. Y más aún tras el espaldarazo del Congreso Nacional del PP en Madrid en julio: lejos de ser un señalamiento, fue un apoyo para el propio Mazón, que obtuvo el respaldo público de Feijóo y del resto de líderes autonómicos. Mazón pensaba que el nuevo curso amainaría la presión sobre su devenir político.

Pero septiembre comenzó con nuevos interrogantes. Con nuevas versiones sobre aquella tarde del 29 de octubre. Maribel Vilaplana, la periodista con la que comió Mazón en la tarde de la dana, cambia su versión de los hechos en una carta a los medios. Añade una hora más de duración a la comida, que ya pasa a ser de casi cuatro horas. Semanas más tarde, EL PAÍS pública que el president en funciones, al contrario de lo que había dicho en un primer momento, tampoco llegó al Palau hasta minutos antes de las ocho de la tarde. El plan de septiembre de Mazón y su equipo vuela por los aires. Y llega octubre. Y todo cambia.

Mazón decide no dormir en Valencia la noche del funeral de Estado. Emprende un rumbo de dos horas hasta a Alicante para estar cerca de su familia. Noqueado, recibe numerosas llamadas del partido. La imagen de un líder popular aturdido es vista por todo el PP. La preocupación se expande entre todos los territorios. Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León, decide llamarle. Horas después, se abre también la veda en el grupo de WhatsApp privado que tienen los presidentes autonómicos del PP. De las primeras en escribir es Isabel Díaz Ayuso, que guarda muy buena relación con Mazón. Ambos dirigentes se sienten víctimas de supuestas campañas orquestadas por el Gobierno de Pedro Sánchez para desprestigiarles.

Tras Ayuso, el chat es una muestra de apoyo evidente hacia el presidente valenciano. Habla la extremeña María Guardiola, el murciano Fernando López-Miras, el castellano-manchego Paco Núñez. También la cúpula del PP. La sensación de que Mazón ha llegado a un fin de ciclo en Valencia es un hecho entre todos los barones autonómicos. Y todo se precipita.

Mazón se recluye el jueves en la Casa de las Brujas de Alicante durante 72 horas. Aquí estuvo rodeado de un minúsculo grupo de trabajo. Los más fieles. El lunes, tras su periodo de reflexión, anuncia su dimisión. Mazón no se ha movido de Alicante desde entonces. El martes tuvo una reunión del Consell. Hizo desplazarse hasta allí a todos los consejeros. Según cuenta uno de ellos, este encuentro fue una despedida al militar Francisco José Gan Pampols, que dejaba la vicepresidencia de la reconstrucción de la dana. Era la tercera crisis de Gobierno de Mazón desde que llegó a la Generalitat, tras la salida de Vox de su Gobierno y el ajuste después de la dana.

Ahora, el presidente en funciones valenciano ha llevado asuntos ordinarios de gestión durante toda la semana desde Alicante. La burocracia política necesita de firmas o de supervisiones para cualquier trámite. Realiza funciones ordinarias de gestión del día a día.

Mazón también ha pedido comparecer en la comisión de las víctimas de la dana de las Cortes Valencianas el 11 de noviembre. Desde entonces y durante estos días no ha parado de recibir llamadas de cargos del partido. En el PP existe la preocupación interna de que puede suceder algo parecido a lo ocurrido con Rita Barberá. La referencia a la exalcaldesa de Valencia no es un asunto menor entre los populares valencianos. Barberá fue presionada por Génova en 2016 para que dejara el acta de senadora. Barberá se negó a este movimiento, pero sí se dio de baja del partido.

La exalcaldesa estaba siendo investigada por una presunta trama de corrupción. El PP de entonces le hizo el vacío en su escaño del Grupo Mixto en el Senado porque se negó a dejar el acta. El 16 de noviembre de 2016 murió a causa de un infarto en un hotel de Madrid. Años después, los populares han intentado rehabilitar su figura.

José Ramón Bauzá, expresidente de las Islas Baleares entre 2011 y 2015 y senador del PP durante la época de Barberá en el Senado, recuerda ahora por teléfono una escena que define muy bien ese desprecio en público, a la vista de todos, justo lo que el partido pretende evitar ahora con Mazón. Dice que una mañana, en la cafetería del Senado, la exalcaldesa de Valencia se acercó a varios de sus excompañeros de partido con un yogur de limón en la mano. Los senadores populares no estaban muy cómodos al ver que se dirigía a su mesa.

Barberá se dio cuenta de los gestos contrariados. La exalcaldesa se giró y se fue a otro lugar de la cafetería, sola. “Cuando vi esa situación”, dice Bauzá, “me pareció tan humillante, que me fui a sentarme con ella”. Nueve años después, el PP vuelve a mirar a Valencia. Mazón, mientras tanto, se refugia en Alicante.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.
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