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El legado neolítico oculto que afloró al plantar un bosque en Brañosera, el pueblo más antiguo de España

Una investigación en esta localidad de Palencia desentierra un yacimiento muy concentrado con 207 muestras milenarias, incluidos menhires, túmulos y altares

Yacimiento neolítico de Brañosera
Juan Navarro

El objetivo era plantar un bosque para celebrar que Brañosera (Palencia), pueblo reconocido como el más antiguo de España, cumplía 1.200 años. El resultado, el hallazgo de un riquísimo yacimiento neolítico con elementos de más de cinco milenios de antigüedad. El hallazgo consiste en 217 estructuras integradas por 202 túmulos, cuatro altares con cazoleta, tres estelas, tres dólmenes, dos menhires, dos plataformas tumulares y un círculo de piedra. Este santuario se encuentra repartido en apenas 12 hectáreas de la Montaña Palentina, una elevadísima concentración prácticamente inaudita a escala europea. El complejo arqueológico La Braña 2, hallado casi por casualidad, permite conocer más sobre los asentamientos y santuarios de un periodo que linda entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. El arqueólogo impulsor, Jesús Torres, sostiene que probablemente aparezcan más vestigios neolíticos y tilda de “espectacular” el volumen localizado: “Es una cantidad enorme en un espacio compacto y coherente”.

La entidad que ha coordinado los trabajos, el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac), cuenta con fondos de la Fundación del Patrimonio Natural de la Junta de Castilla y León y se encargó de supervisar cómo se iba a plantar el Bosque de los Municipios para homenajear a Brañosera como localidad antiquísima. En esta vigilancia iniciada en noviembre de 2024 y continuada la pasada primavera tras concluir la época de nieves, descubrieron “un extenso yacimiento arqueológico de enorme importancia científica y patrimonial”, según un comunicado del Imbeac, donde describen que estuvo operativo unos 3.000 años entre el final del Neolítico-Calcolítico (entre el 3000 y el 2000 a.C.) y al menos el final de la Edad del Hierro (siglo I a.C.). Las primeras indagaciones revelan que los monumentos se corresponden en su mayoría con la Edad del Bronce (2000-900 a.C.). Asimismo, han dado con más elementos arqueológicos en las proximidades del Cruce de Gullos, donde ya les constaban construcciones de prospecciones anteriores y probablemente parejas a La Braña 2.

Los científicos han recopilado 217 estructuras integradas por 202 túmulos, cuatro altares con cazoleta, tres estelas, tres dólmenes, dos menhires, dos plataformas tumulares y un círculo de piedra. Ellos creen que en próximos periodos de investigación saldrán más revelaciones. Para ello tendrán que fajarse con las condiciones de la Montaña Palentina ante la relevancia del hallazgo y la complejidad de trabajar sobre ella. Los expertos han destacado que es un “museo al aire libre” de esta clase de arquitectura patrimonial por su extensión y la homogeneidad de su estructura interior, acotada en junio y controlada por técnicos de Patrimonio Arqueológico de la Consejería de Cultura de Castilla y León en Palencia.

El Imbeac sostiene, conforme a esta y otras revelaciones, que por esa zona del actual norte palentino existía “una vía trashumante y trasterminante que estuvo en uso desde el Neolítico Final, pero con un especial auge desde la Edad del Bronce”. El conjunto tiene dos enclaves esenciales entre el Cruce de Grullos y la recientemente ubicada La Braña 2. Los implicados han reseñado que este yacimiento ha sido comparado con conjuntos similares en Europa correspondientes a esta época y a esta tipología y que “aunque no ha podido ser exhaustiva, no ha permitido encontrar ninguno con tantos elementos como este”, y eso que sospechan que aparecerán más restos.

El arqueólogo y director científico del Imbeac, Jesús Torres, destaca que en su momento pensaron que darían con “20 o 40 estructuras”, pero se acabaron sorprendiendo por los más de dos centenares, incluso con el pensamiento de que aumentarán: “Cuando se hagan los desbroces seguro que aumentan las estructuras. Hay zonas de enmarañada vegetación donde no podían entrar ni los jabalís”. El especialista comenta que los trabajos, de origen casual, lidiaron con las nieves invernales para, en primavera y verano, proceder a descifrar los hallazgos: “Es el final de una vía trashumante muy antigua. Se usó hasta al menos la época romana. Las fechas pueden ser modificadas al excavar, pero por lo encontrado ―con dólmenes y una enorme variedad de túmulos― significa que durante mucho tiempo se construyeron allí esas estructuras en zonas de rituales. Al ser una braña de inicio de verano, creemos que entraba el ganado antes de subir a la montaña en final de temporada”.

Torres apunta que “se ve que es zona de llegada, con muchos rituales, altares de cazoleta donde probablemente se desarrollaban sacrificios, libaciones y ofrendas a la divinidad”. “Hay elementos con pequeñas decoraciones, pero vemos que quizá hubiera esquemas o dibujos. Pero la erosión y meteorización intensa por la zona de nieve, lluvia, heladas… lo ha desgastado. El suelo es ácido y se lo come todo”, detalla el arqueólogo, quien insiste en el carácter prácticamente único de lo encontrado: “Es una cantidad enorme en un espacio compacto y coherente. Desde un túmulo ves el siguiente a dos o tres metros. Es una concentración enorme, esa densidad en un espacio delimitado implica que se hacían los rituales siempre en ese entorno. Lo normal es que estén a lo largo de caminos, pero 200 es una cosa espectacular”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.
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