Un año de cálculo político de Feijóo con Mazón: “Ya es tarde para todo”
Dirigentes del PP creen que el líder del PP paga el precio de un liderazgo no intervencionista en sus barones: “Esa virtud se convierte en un defecto”


Un alto dirigente del PP se acercó esta semana muy preocupado a Alberto Núñez Feijóo. Aunque nunca es fácil decirle a un líder que algo no va bien, le expresó su inquietud y le pidió que no deje pasar más tiempo para resolver la crisis de Carlos Mazón. El líder del PP lleva días recibiendo mensajes similares y trasladó a este alto cargo que su temor es que un movimiento en falso lleve al PP a perder el poder en un feudo tan importante como la Comunidad Valenciana. Su interlocutor le clavó la mirada y le respondió:
―Alberto, lo que me preocupa es que esto te cueste a ti las próximas elecciones generales.
El contratiempo de Mazón ha escalado de un conflicto autonómico a uno de todo el PP; y del problema de un barón, a otro del liderazgo de Feijóo. Así lo creen distintos sectores del PP, que advierten de que el líder corre el riesgo de debilitar su autoridad si no es capaz de ofrecer una solución cuanto antes para el laberinto en el que el president valenciano ha metido al partido.
¿Por qué Feijóo no ha obligado a dimitir todavía a Mazón?, se preguntan muchas voces dentro y fuera del PP. ¿Por qué ha dejado pasar un año desde la tragedia de la dana, pese a que cree que su barón no estuvo a la altura? ¿Por qué ha esperado a que la estrategia saltara por los aires con las distintas versiones del president y un proceso judicial que le ha ido estrechando el cerco, hasta culminar en el bochorno del funeral de Estado? La crudeza de los gritos que los familiares de las víctimas dirigieron en esa ceremonia al barón valenciano―“¡Asesino!”, “¡Rata cobarde!”―, que Feijóo escuchó en directo, ha marcado el punto de inflexión que, ahora sí, ha activado la cuenta atrás para la salida de Mazón de la Generalitat.
La resistencia de Feijóo a intervenir antes se interpreta en el PP como una prueba de su incomodidad para imponerse en las baronías populares. La paradoja es dura: por su experiencia como presidente autonómico durante 13 años, un periodo en el que no aceptaba injerencias externas, el jefe de la oposición ha respetado la autonomía de sus líderes territoriales. Pero ahora esa consideración a sus barones está detrás de que haya llegado tarde a resolver la crisis valenciana. “Feijóo tiene la gran virtud de que, como ha sido presidente autonómico, respeta a los que lo son”, analiza un dirigente de su entorno. “Pero cuando eres el presidente nacional del PP, esa virtud puede pasar a ser un defecto”.
Génova argumenta que, aunque quiera, un líder nacional no puede desalojar del poder a un presidente autonómico en ejercicio. En términos estrictos es así, porque a un presidente solo lo remueve el Parlamento, pero políticamente hay margen. En el PP se recuerda estos días el precedente de Francisco Camps, otro presidente de la Comunidad Valenciana, al que Mariano Rajoy obligó a dimitir en 2011 después de que la justicia le sentara en el banquillo por un delito de cohecho impropio por la causa de los trajes vinculada a la trama Gürtel, del que después fue absuelto.
Camps, que busca ser rehabilitado y ha saltado ahora a la arena sucesoria, ha salido estos días a enseñarle el camino a Mazón (que, a diferencia de él, no está imputado). El expresident sostiene que él dio un paso atrás sin que se lo impusieran, y que se sacrificó por el partido. “Nadie me podía decir nada. Lo hice pensando en el PP y en mi país”, ha argumentado Camps. “Claro que se le forzó”, replica un alto cargo de aquella etapa, que cree que con Mazón “la historia se repite”.
Feijóo ya pagó muy caro dejar hacer a sus barones en las pasadas elecciones de 2023. Fue precisamente Mazón quien, tras las elecciones autonómicas, amarró a toda velocidad un pacto con Vox que dio el pistoletazo de salida a las negociaciones de todos los territorios con la extrema derecha. El PSOE aprovechó después esos acuerdos en las elecciones generales para hacer su campaña agitando el miedo a los ultras. El entorno del líder del PP ha llegado a la conclusión hace mucho de que aquello fue un tremendo error. Porque la estrategia autonómica se impuso sobre la nacional, y a Feijóo le costó nada menos que La Moncloa.
Hay dirigentes del PP que asisten con perplejidad a la secuencia de los acontecimientos en Valencia. El pasado abril, la dirección del PP se ocupó de ocultar a Mazón de las agendas oficiales del congreso del PP europeo, que se celebró en su tierra, pero recibió aplausos en julio pasado en Madrid, en el 21º Congreso Nacional, el de la euforia popular en torno a Feijóo. En esas fechas, en las horas más bajas del PSOE tras el encarcelamiento de Santos Cerdán, la herida de Mazón seguía abierta en el PP, pero Génova consideraba que podía controlar los tiempos. Miguel Tellado, encumbrado en ese cónclave como mano derecha del líder, abrazó al presidente valenciano a su llegada a la cumbre y se desplazó en septiembre pasado a Alicante para respaldarle en el arranque del curso político.
Feijóo ha dado la mano a Mazón a pesar de que este no se ha dejado guiar siempre por el líder nacional. Hace un año, el barón valenciano no hizo caso al líder cuando este le pidió que declarara la emergencia nacional tras la dana, lo que habría implicado que el Gobierno central asumiera el mando de la gestión de la catástrofe. Poco después sucedió otro episodio dudoso. Cuando Mazón anunció que ligaría su futuro a la reconstrucción de Valencia, algunas fuentes deslizaron que Feijóo le había pedido ir más lejos y anunciar que no repetiría como candidato del PP, pero que el barón valenciano no le había seguido.
Un año después, todavía no lo ha hecho. La intención de Mazón es esa: intentar seguir adelante hasta 2027 tras el anuncio de que no será el cartel popular en las próximas elecciones y poder pilotar su relevo, para quien promueve al actual presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, como el próximo candidato a la Generalitat, como publicó EL PAÍS. Sin miedo a que Vox quiera removerle la silla con una moción de censura (Santiago Abascal ha sido el único dirigente político que ha salido a defenderle en público tras el funeral), todos los movimientos de Mazón hasta ahora han buscado aguantar hasta el final de la legislatura blindándose en lo político y ganando tiempo mientras avanza la instrucción de la jueza de Catarroja. Esta semana, el día 5, después de la declaración de la periodista Maribel Vilaplana como testigo, Mazón tiene previsto comparecer para comunicar su tercera remodelación de Gobierno si no hay un nuevo cambio de última hora.
“Ya es tarde para todo”
La duda que recorre al PP es si esta vez el líder también ha llegado a pedir al dirigente valenciano que dimita y este se ha resistido. “Me da miedo que se lo haya pedido y que Mazón no le haya hecho caso”, afirma un dirigente próximo al jefe de la oposición, que reconoce que no se atreve ni a preguntarlo.
Sea como sea, la tardanza en resolver el problema tras el primer aniversario de la tragedia desespera a muchos cargos populares.“Ya es tarde para todo. De las mentiras de Mazón, Feijóo también es una víctima”, lamenta un dirigente territorial. “Pero cuando más tarde en apartarle, peor. Y cuanto más contundente sea, mejor”
Nadie en el PP encuentra una salida fácil para una crisis en la que Vox, de nuevo, es el elefante en la habitación. Abascal apoya a Mazón para intentar que Vox rentabilice el descontento con un president a quien decenas de miles de valencianos le piden en la calle que dimita. Si Mazón se va, el PP solo puede investir a otro presidente abriendo una negociación con la ultraderecha que puede ocasionar un enorme desgaste al PP. Si Mazón adelanta las elecciones en este momento, ¿conservaría el PP la Generalitat valenciana? ¿En qué condiciones? Con Vox rompiendo su techo electoral en feudos populares como Madrid o Galicia, para Feijóo es un enorme riesgo perder el feudo valenciano antes de las elecciones generales y lanzar el mensaje de que hay piedras en su camino a La Moncloa.
La Comunidad Valenciana se ha convertido en una trampa política para Feijóo, pero el de Mazón no es el único caso en el que algunos dirigentes han echado en falta un liderazgo más contundente del líder nacional. Tras la ruptura de Vox de las negociaciones con el PP para aprobar los Presupuestos autonómicos, la presidenta de Extremadura, María Guardiola, ha adelantado las elecciones al próximo 21 de diciembre. En paralelo, el presidente de Aragón, Jorge Azcón, que también ha partido peras con los ultras, ha optado por no convocarlas, lo que ha dejado al descubierto una estrategia desigual del PP. “Alberto tiene que imponerse y poner orden entre los barones”, pide otro dirigente popular. Feijóo tampoco logró embridar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cuando ella se opuso hace unas semanas a crear el registro de objetores al aborto.
El líder del PP ha revelado hace poco su método para tomar las decisiones importantes. En una entrevista en un podcast de emprendimiento y negocios llamado Media Power, Feijóo aboga por “gestionar el tiempo” y aconseja: “No debes de tomar una decisión hasta que finalice el plazo para tomarla. Si tienes siete días para tomar una decisión, tómala el día siete”. Y añade: “Quédate en silencio todo el tiempo que puedas”. Por último, sostiene: “Intenta que al final sea un razonamiento en el que se mezcla el cerebro y el corazón. Y previamente escucha a la gente que opine de forma distinta. Pero al final, reúnete contigo mismo y toma la decisión que te salga del corazón y del cerebro”.
Bajo esas premisas, Feijóo se enfrenta ahora a la decisión sobre Mazón, y en el fondo a un dilema que marcará su futuro político: seguir ejerciendo un liderazgo poco intervencionista en las baronías, o asumir el riesgo de imponer disciplina y afrontar un conflicto interno. La pregunta, a escasas horas de la decisiva declaración de Maribel Vilaplana, la periodista que comió con Mazón el 29 de octubre, es si llega a tiempo. “Ahora”, alerta un dirigente de su círculo, “quien puede tomar la decisión de cuándo se va Mazón es la jueza de Catarroja”.
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