No es por el catalán: es por Sánchez
Merz acepta la petición de Madrid para abrir un diálogo incierto sobre la lengua catalana, y da aire a su colega socialdemócrata en la UE


Los amigos, y los colegas en el Consejo Europeo, están para eso. Friedrich Merz le ha hecho un favor a su colega Pedro Sánchez al responder esta semana positivamente a la petición española para “abrir un diálogo” sobre la oficialidad de la lengua catalana en la UE. La estabilidad del Gobierno español podía depender de este asunto. Merz, pese a haber mantenido hasta ahora un nein bastante rotundo al catalán, lo sabía. Y entendió que, en estas circunstancias, una señal positiva desde Berlín podía ayudar a su homólogo.
La política europea a veces funciona así. Los líderes europeos forman un club exclusivo. Sus miembros, antes de entrar en la sala donde se celebran las cumbres, muchas veces cuelgan en el armario la camiseta de sus partidos nacionales y de repente empiezan a verse a sí mismos como estadistas. Dispuestos a pelear entre ellos. Pero también a echarse una mano. Un club de ayuda mutua. No importa, en estas ocasiones, el color político ni las batallas internas nacionales. Hoy por ti, mañana por mí.
Que Merz sea democristiano y aliado del PP de Alberto Núñez Feijóo es un dato que no ha figurado esta vez en la ecuación. Núñez Feijóo sería el potencial sustituto de Sánchez en caso de una caída del Gobierno español y de elecciones anticipadas. No importa. Que Sánchez sea socialista incluso puede haberle ayudado para persuadir a Berlín de darle un poco de aire. Merz gobierna desde mayo en Alemania en coalición con los socialdemócratas y estos ha ejercido durante estos meses de correa de transmisión de los mensajes de Madrid en la discusión sobre el catalán.
Lo contaba hace unas semanas, en un corrillo con periodistas en unas de esas fiestas de rentrée en el otoño político berlinés, un dirigente socialdemócrata y ministro en la coalición Merz. Le preguntamos si ya había hablado con Sánchez y respondió que sí, que Sánchez le había llamado por teléfono, y que la conversación no había versado sobre los incendios geopolíticos en Europa y el mundo (Gaza, Ucrania, Trump…), sino sobre el catalán en la UE. Los periodistas en el corrillo, entre platos de salchichas y jarras de cerveza, sonrieron. El dirigente explicó que su partido, el SPD, apoyaba a sus compañeros españoles en este empeño, pero que la cuestión ahora era convencer al canciller y a su partido, la CDU, y no era fácil.
Unos días después de la fiesta, Merz viajó a Madrid, y en la rueda de prensa tras reunirse con Sánchez en La Moncloa confirmó su escepticismo: “Cada lengua complementaria [en la UE] naturalmente multiplica la necesidad de traducciones”. Al mismo tiempo, ofreció una solución: “Un día, gracias a la inteligencia artificial, no necesitaremos más intérpretes”. Ahora Alemania suscribe una declaración conjunta con España. Y en ella, ambos países se citan para “encontrar una respuesta a la solicitud española de que sus lenguas oficiales distintas del español sean reconocidas como oficiales en la Unión Europea de forma que sea aceptable para todos los Estados miembros.”
¿Qué ha cambiado? ¿Por qué Alemania, país que España considera clave en Europa para lograr oficializar el catalán en las instituciones, ha decidido suscribir esta declaración? El portavoz del Gobierno alemán, Stefan Kornelius, explicaba este viernes al teléfono: “Estamos trabajando en ello y todavía vemos muchas cosas por resolver. Nada ha cambiado respecto al problema fundamental, y es que sostenemos la opinión jurídica según la cual este asunto debe decidirse por unanimidad en el Consejo”.
No, Merz no ha cambiado fundamentalmente su posición, pero sí, ha aceptado abrir un diálogo de resultados inciertos, que no le cuesta nada políticamente, es gratis, pero que para su homólogo español abre una vía de solución. El canciller democristiano y su coalición no quieren más sobresaltos en Europa, si pueden evitarlos y siempre dentro de unos límites. No dicen ja, el sí definitivo al catalán que desearía Madrid. Pero tampoco pronuncian un nein, el no que cerraría el caso y quizá abocaría a Sánchez a una crisis irremediable con sus socios independentistas de Carles Puigdemont.
Es, como dicen los alemanes, un jein: a la vez ja y nein, sí y no. Y si, con ese jein, Merz se ha movido, algo queda claro: lo hace más por Pedro Sánchez, su colega en el Consejo Europeo, que por el catalán.
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