El aborto recrudece la decisiva batalla por el voto de las mujeres
Tras recuperar el terreno perdido por los audios del ‘caso Koldo’, el PSOE vuelve a ser líder en el electorado femenino, más indeciso que el masculino


“Ni una sola mujer” acabará en “una cárcel de tela” por la “islamización” de España, promete desde Logroño el secretario general de Vox, Ignacio Garriga. Durante la inauguración de una oficina de empleo en Madrid, Isabel Díaz Ayuso desafía a Pedro Sánchez y su “tono machito”: “Soy una mujer libre”. El líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, dice en el Congreso que en el PSOE “corren los billetes como en un prostíbulo”. En una entrevista en la SER, Sánchez advierte contra la “amenaza” para el derecho al aborto de un PP “ultraderechizado”. Los cuatro mensajes, todos de esta semana, tienen algo en común: responden a las estrategias de los principales partidos para librar la decisiva batalla por el voto femenino. ¿Por qué decisiva? No solo por obvias razones cuantitativas: en el censo de votantes de las generales de 2023 había 19,32 millones de mujeres, el 51,6%. También porque en el electorado femenino hay más por decidir.
El porcentaje de mujeres que declaran no saber a qué partido votarán supera holgadamente al de hombres: 19,8% a 10,1% según el CIS; 10,4% a 5,9% según 40dB. Con el censo de 2023, las indecisas sumarían entre 2 y 3,8 millones, si bien los expertos en demoscopia advierten de que ahí abundan las abstencionistas. Al margen de su cuantificación, lo seguro es que el número ha crecido con fuerza durante la legislatura, más que el de indecisos hombres, datos coherentes con la encuesta postelectoral del CIS en 2023, que detectó que ellas tomaron más tarde su decisión de voto y fueron más dadas a cambiarla.
EL PAÍS repasa cómo encaran las grandes fuerzas políticas la pugna por este electorado.
PSOE: la bandera del aborto. Los audios del caso Koldo evidenciando machismo y cosificación de las mujeres provocaron una fuerte bajada del apoyo femenino al PSOE en julio, dejando al partido en empate técnico con el PP. Desde entonces, los socialistas se han recuperado y han retomado el liderazgo, según el CIS y 40dB. “Parece que ha sido una desconexión puntual”, sintetiza una fuente al tanto de la estrategia de Ferraz, que sigue dos líneas de acción. La primera, controlar los daños por los audios, que siguen saliendo. “Necesito pulseras para la puta”, dice Koldo García en mensajes conocidos la semana pasada. Para tapar esa vía de agua, el partido reivindica las reformas realizadas en sus normas, incluida la expulsión para los puteros, y sigue pidiendo “perdón”.
La segunda línea es la revitalización de la causa del derecho al aborto como respuesta a una medida de Vox aprobada por el PP en el Ayuntamiento de Madrid —aunque luego rectificó— para informar a mujeres embarazadas sobre el inexistente síndrome posaborto. La ofensiva, que incluye un intento de introducir el derecho al aborto en la Constitución como en Francia, ofrece tres alicientes al PSOE:
— Presenta a la derecha como una amenaza. El aborto es un tema que suscita “miedo al retroceso” en parte de la población femenina, apunta el politólogo José Miguel Rojo, uno de los investigadores implicados en la Encuesta Nacional de Polarización, que antes de las generales de 2023 detectó que un 33% de mujeres, seis puntos más que de hombres, reaccionaban con rechazo, enfado o miedo a la idea de “derogar el sanchismo”, que acabaría también con las medidas en clave feminista desde 2018.
— Subraya las contradicciones del PP. “Todos los partidos tienen grietas, asuntos que los tensionan. En el PSOE es la monarquía. En el PP, el aborto”, explica la consultora política Eva Silván, que subraya la “torpeza” de los populares al devolver este tema al candelero. Además, observa la experta en comunicación política Raquel Quevedo, el aborto permite al PSOE “tapar el ruido de la prostitución” por el caso Koldo.
— Facilita al PSOE reivindicarse como el partido de los logros para las mujeres tanto históricos —como las sucesivas leyes del aborto— como recientes: permisos igualitarios por nacimiento; Ley de Paridad; subidas del SMI, con más impacto en las mujeres...
Todo ello hace poco probable que el PSOE suelte esta bandera, que lucirá no solo en el intento de reforma constitucional —inviable, porque necesita al PP—, sino también en el contencioso con Ayuso para obligarla a crear el registro de médicos objetores. Pilar Bernabé, secretaria de Igualdad del PSOE, niega que esta ofensiva responda a una “estrategia” y afirma que si el aborto ha vuelto a las portadas es porque al PP “se le ha caído la careta”.
Un imprevisto para el PSOE y el Gobierno ha sido el desvelamiento de fallos en las pulseras antimaltrato, que han permitido al PP y Vox recuperar la música de su discurso contra la Ley del solo sí es sí y acusar a la izquierda de desproteger a las mujeres. Mientras el PSOE minimiza el caso —hay “mucha desinformación”, ha dicho Pedro Sánchez—, el politólogo José Miguel Rojo cree que ofrece al PP otro flanco por el que incidir en una de sus líneas de ataque más efectivas, la que acusa al Gobierno de “incapacidad de gestión”, también usada ante los retrasos ferroviarios y el gran apagón.
PP: un gobierno prostibulario. En línea con su decaimiento general en intención de voto, el PP pierde apoyos en el electorado femenino, si bien —a diferencia de lo que pasa entre los hombres— sigue delante de Vox.
En la pugna por el voto de las mujeres, un portavoz del PP sitúa al partido “en un punto intermedio” entre Vox, cuyo discurso “hiperbólico” no comparte, y el PSOE “de Ábalos, Koldo y Tito Berni“. “Hasta dentro de muchos años, el PSOE será el partido que paga servicios sexuales con dinero público”, pronostica la citada fuente, que recuerda que el caso Errejón también mina el crédito de la izquierda.
Según Toni Rodon, profesor de Ciencias Políticas en la Universitat Pompeu Fabra e investigador sobre brecha electoral de género, al vincular al PSOE con la prostitución el PP pretende “romper el prestigio” de la marca socialista en el electorado más sensible con la igualdad, uno de sus fuertes. José Miguel Rojo, que investiga sobre polarización en la Universidad de Murcia, ve obvio que la palabra “puta” orbitando en torno al PSOE “le resta credibilidad”, pero cree que como línea de oposición puede “agotarse pronto”.

En las filas populares gana peso además un discurso que niega a la izquierda el monopolio de la defensa de las mujeres, cargando contra su “colectivización”, señala Toni Rodon con la vista en Ayuso y su “soy una mujer libre”. “Por su parte, Feijóo intentó ganar voto aprovechando la división del feminismo sobre la Ley Trans“, añade José Miguel Rojo. “El problema para el PP —añade— es que la presión de Vox desde la derecha desdibuja este tipo de maniobras”.
El PP lidia con dos problemas. El primero, el aborto, el tema que ha recrudecido la batalla por el voto femenino. “Al PP le perjudica no ser taxativo”, dice la consultora Eva Silván, directora de Silván & Miracle. El segundo es la crisis de la mamografías en Andalucía, que “impacta en la población femenina, sobre todo de mediana edad y mayor”, observa Rojo, que cree que el asunto debería preocupar al partido.
Vox: mujeres en peligro. Aunque su fuerza está en el voto masculino, especialmente joven, Vox también progresa entre las mujeres. No obstante, sigue habiendo una importante brecha de género en su electorado.
El partido se apoya en lo que la socióloga italiana Sara Farris bautizó como “feminacionalismo”, un discurso que alerta de la supuesta amenaza de la inmigración musulmana a la seguridad y los derechos de las mujeres. Se trata de una estrategia de crecimiento ultra que ya han probado con éxito Marine Le Pen en Francia o Giorgia Meloni en Italia. Un ejemplo de uso: Vox colocó en El Ejido carteles que contrastaban a una mujer con burka, junto a los logos del PP y el PSOE, con una joven sonriente de pelo revuelto, junto al de Vox. “¿Qué Almería quieres?", preguntaba el partido, que suele presentar a los inmigrantes irregulares como liberticidas y potenciales agresores.

Toni Rodon, coautor del artículo La brecha de género entre los jóvenes en el apoyo a la extrema derecha (Journal of European Public Policy, 2025), afirma que el feminacionalismo ofrece a la ultraderecha la ventaja de evitar la crítica frontal a la “igualdad de genero”, que genera más “consenso social”. Este discurso forma parte, añade, de un paquete que incluye el intento de dividir al feminismo con guiños al sector crítico con la Ley Trans y la promoción de nuevos perfiles como la influencer Ada Lluch, que propugna un regreso al rol tradicional de de la mujer.
¿Funciona electoralmente el “feminacionalismo”? Aunque Vox lleva más de un año subiendo, también entre las mujeres, no es fácil delimitar los porqués. El investigador uruguayo Gonzalo Di Landro, autor del artículo El comportamiento de los partidos y la brecha de género en el voto (Cambridge University Press, 2025), señala que en Alemania y en Noruega está demostrado que “enmarcar los mensajes antiinmigración” en la defensa de las mujeres los hace más aceptables, pero “no aumenta significativamente” el voto ultra. Para su colega José Miguel Rojo, Vox carga con un lastre al desplegar esta estrategia: Abascal. “Le Pen, que se presenta como una madre empoderada de la patria, tiene más credibilidad para hablar de derechos de las mujeres que Abascal, con su liderazgo hipermasculinizado”, señala el investigador, que identifica en Sílvia Orriols, de Aliança Catalana, el ejemplo más puro de feminacionalismo en España.
Aunque más sutilmente, el PP también ha tirado de este recurso. Dentro de un mensaje contra los inmigrantes que “nos quieren a las mujeres en nuestras casas”, Ayuso dijo el año pasado: “Si tengo una hija, quiero que salga con su falda corta si le da la gana”. En cuanto a Feijóo, ha exigido a los que vienen “respeto a las mujeres, a los homosexuales”, un discurso típico de la derecha radical europea que señala a los musulmanes sin mencionarlos.
Sumar y Podemos: reivindicar medidas. Pese al énfasis feminista de Sumar y Podemos, hay más hombres dispuestos a votarlos que mujeres, aunque solo con una leve diferencia en el caso de Sumar, según el CIS y 40dB. ¿Por qué? Para el investigador José Miguel Rojo, influye la mayor tendencia general de las mujeres a opciones moderadas y la eficacia del llamamiento del PSOE al “voto útil”, más aún con Vox en auge.
Las dos formaciones coinciden en reivindicar su hoja de servicios. Un portavoz de Sumar resalta las “conquistas” de gran impacto para las mujeres del actual Gobierno, como la ampliación de los permisos de paternidad y maternidad y de cuidados, así como la subida del salario mínimo. Son avances a los que el partido de Yolanda Díaz, que suele enfatizar la dimensión de género de sus iniciativas, quiere agregar la reforma del control horario en las empresas o más permisos para cuidados paliativos, apunta el portavoz, que recuerda que cuando Sumar propuso constitucionalizar el aborto, el PSOE se resistió.
Podemos afirma que fue su paso por el Ejecutivo lo que permitió los mayores logros, entre ellos la Ley del solo sí es sí, la ampliación del servicio del 016 y los permisos por reglas dolorosas. Un portavoz morado muestra su “preocupación” al observar que a las mujeres se les dice, ahora que Podemos no gobierna, “que hacían ruido, que habían ido demasiado lejos o que molestaban a los amigos de 40 y 50 años del presidente”, un mensaje dirigido contra el Gobierno. Uno de los muchos que se cruzan los partidos para ganar terreno en una batalla política que marcará las próximas elecciones.
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