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‘Caso Monedero’: el escándalo que erosiona la imagen de Podemos

Tras estallar la crisis, las explicaciones de la dirección del partido fueron inmediatas, pero aún no ha acreditado con documentos cómo resolvió “apartar” al politólogo y cofundador de la formación

Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, en una fotografía de archivo.
Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, en una fotografía de archivo.Samuel Sanchez

Un Juan Carlos Monedero emocionado aplaudía a Pablo Iglesias en la sede del Ministerio de Derechos Sociales el 13 de enero de 2020. Desde las butacas del auditorio principal, el veterano profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) asistía a la toma de posesión del nuevo vicepresidente del Gobierno, otro académico mucho más joven. Iglesias era un comunicador que había despuntado al calor del 15-M y con el que en los últimos seis años había compartido una historia política y personal que discurrió a una velocidad de vértigo: la fundación de Podemos, su ascenso meteórico, las imputaciones contra dirigentes del partido, la ruptura en dos, las repeticiones electorales... Aquella mañana en la que Iglesias asumía un alto cargo del primer Ejecutivo de coalición de la democracia, Monedero estaba allí, orgulloso como el que más, y siguió estándolo un tiempo más, a pesar de que formalmente ya no ocupaba ningún puesto más allá de sus responsabilidades al frente de la fundación vinculada a Podemos.

Han pasado 10 días desde que el partido admitió haber conocido dos acusaciones de acoso y abuso sexual dentro de la formación contra Monedero en septiembre de 2023, una de ellas escrita a través de un email y la otra trasladada de manera verbal. En el correo electrónico enviado a la Secretaría de Feminismos se describían “manoseos”, “tocamientos en cintura y trasero” o el “intento de besar a una compañera estando ebrio”. La dirección (con la secretaria general, Ione Belarra, y la exministra de Igualdad, Irene Montero, a la cabeza) ha defendido desde ese jueves 20 de febrero que lo “apartaron” inmediatamente y que, aunque la Comisión de Garantías —órgano encargado de abrir la investigación— trató de ponerse en contacto con las denunciantes, estas nunca contestaron y las pesquisas no pudieron continuar.

Justifican que hasta antes de esa fecha no había constancia de ninguna denuncia, que solo a las víctimas correspondía seguir con el proceso (y no al partido indagar por su cuenta), y que al no existir una resolución de dicho organismo no podían ni expulsarlo del chat de la dirección —el Consejo Ciudadano Estatal, donde no tenía voto pero sí voz y participaba como invitado meses después—, ni iniciar el procedimiento para suspenderlo de militancia o prohibirle la entrada a actos. “Actuamos cuando nadie miraba” y “no por presión mediática”, para hacer de Podemos “un espacio seguro”, han sostenido en un alegato de su “compromiso con los valores feministas”. El lunes, último día que dieron explicaciones sobre este asunto, el secretario de Organización, Pablo Fernández, aseguró que decidieron dejar de “convocarlo”, pero nunca se lo comunicaron a él.

En redes sociales, dirigentes como Belarra aún intercambiaron algún mensaje afectuoso con Monedero tres meses después de que llegaran las acusaciones y este continuó con su programa en Canal Red, la televisión de Iglesias, hasta enero de 2024. En público y en privado, se justificó tanto su salida como su renuncia a la presidencia del Instituto República y Democracia por discrepancias políticas vinculadas a la estrategia con Sumar y nunca se supo de las denuncias.

Con el paso de los días, la ley del silencio se ha impuesto entre antiguos dirigentes, ex altos cargos y políticos vinculados a Podemos en esos primeros años. EL PAÍS ha tratado de contactar con más de una docena de ellos. O bien no quieren hablar o aseguran no tener información sobre lo ocurrido en torno al caso, pero son muchas las figuras del círculo del partido que reconocen actitudes “machistas” e “invasivas”. “La gente que funda Podemos eran compañeros suyos de facultad [en referencia a Iglesias, Carolina Bescansa, Luis Alegre e Íñigo Errejón]. Resultaba una persona incómoda, molesta, con un comportamiento previo intolerable”, afirma una voz que cuestiona la versión oficial y añade: “En torno a Monedero ha habido un gran cinismo y protección, porque era amigo”.

“El comportamiento de Juan Carlos [Monedero] es conocido y hay muchos testimonios que lo pueden acreditar. Eso ha sucedido en muchos ambientes. Se salvan pocos. En qué grado ha sido acoso o agresión, lo tendrán que decir las víctimas. La línea roja es la denuncia”, asegura otro perfil vinculado en su día al espacio político.

Pese a su defensa casi siempre férrea de Podemos (este viernes el politólogo escribió en X que “no es” su “tarea” que la izquierda “se divida y se pelee”), Monedero siempre ha sido un verso suelto. En abril de 2015, el profesor de Políticas dimitió como secretario de Proceso Constituyente horas después de criticar la estrategia del partido. Fue su primer y último cargo orgánico tras la primera asamblea, pero siguió siempre como una voz autorizada y respetada dentro, recibido incluso con aplausos de la militancia en multitud de actos hasta años más tarde. De igual modo, seguía interviniendo y asistiendo a sus encuentros anuales, como la Fiesta de la Primavera de abril de 2023 en Zaragoza, donde tienen origen las denuncias. Entonces, la Ejecutiva estaba mucho menos masculinizada y con las ministras Montero y Belarra a la cabeza, la organización había conseguido hacer realmente del feminismo una de sus banderas. “Cuando hablamos del Podemos de 2016 poco pueden señalar compañeros y amigos. En todo caso tendrían que entonar el mea culpa e incluso estar orgullosos de cómo han evolucionado”, reconoce una fuente. Pese a su proximidad a la cúpula, Monedero no llegó a ir nunca en una lista electoral, ni tampoco lo nombraron cargo público.

Tras el estallido de la crisis, las explicaciones de la dirección fueron inmediatas, pero el partido no ha acreditado hasta ahora con documentos que resolviera “apartarlo” y algunas voces de peso ponen en duda en privado que realmente fuera así. En elDiario.es, periódico que publicó en exclusiva la denuncia, la autora del correo defendía este jueves que nunca recibió el email de respuesta (aunque la dirección ha facilitado pruebas de su existencia), y censuraba que el partido no intentase volver a ponerse en contacto con ella.

El escándalo toca de raíz a la formación en un asunto clave para el partido como es el feminismo, y deja aún preguntas en el aire. Podemos no ha aclarado qué personas en concreto tomaron las decisiones ni quiénes las conocieron. Tampoco cómo fue posible finalmente echarlo del canal de comunicación del Consejo Ciudadano Estatal (CCE) por “filtraciones” a medios, según reconoció Fernández, pero no en su día ante las denuncias de acoso. Además, la dureza con la que salieron sus dirigentes contra Yolanda Díaz por haber permitido a Íñigo Errejón ser candidato en las generales y hacerlo portavoz parlamentario de Sumar cuando hubo una denuncia ya en 2023 o sus continuos pronunciamientos en otros casos como el de Luis Rubiales, expresidente de la Real Federación Española de Fútbol condenado recientemente por el beso no consentido a la futbolista Jennifer Hermoso, contrastan con la tibieza en la condena explícita ahora de los presuntos actos de Monedero.

La denuncia en la Universidad

El terremoto traspasó la esfera política cuando, horas después de que Podemos admitiera que conocía esas denuncias, la Complutense adelantó que tenía abierto un expediente contra Monedero por una denuncia interna de una alumna por acoso sexual. La UCM, que ha afirmado que da credibilidad al relato de la presunta víctima, se encuentra a la espera de que la Inspección de Servicios termine la investigación para conocer sus propuestas: trasladar la denuncia a la Fiscalía, imponer una sanción temporal al acusado o archivar el caso.

Las acusaciones contra el fundador de Podemos se han alimentado esta semana con otros testimonios en redes sociales y diversos medios de alumnos (antiguos y actuales) de la facultad de Ciencias de Políticas y Sociología, donde Monedero da clase, que aluden a que era “vox populi” desde hace años que el expolítico “intentaba seducir” y acosaba a las estudiantes. En medio de este tsunami, Monedero presentó a la facultad una baja laboral. La institución publicó este miércoles un comunicado donde anunciaba que el politólogo dejaba de dar clase “hasta nuevo aviso” y que le estaba buscando un sustituto.

EL PAÍS ha preguntado a la universidad sobre la existencia de otros expedientes contra Monedero, pero no ha recibido respuesta. El protocolo de la Complutense, divulgado en 2016, marca que anualmente el campus publicará los “datos desagregados por sexo y género sobre casos e intervenciones de los diferentes hechos de acoso”. Pero esta información no es accesible en la página web de la UCM, tan solo hay varias memorias de la Unidad de Igualdad donde no aparece ninguna información sobre este tipo. Este diario ha solicitado esos documentos, con el interés de saber cuántos profesores han sido expedientados por abusar o acusar sexualmente del alumnado, pero la universidad no los ha facilitado.

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