¿Y si la verdadera patria es Europa?
Sánchez apela al europeísmo y a la lucha contra Hitler para arrinconar a Vox y apretar al PP. Feijóo se aparta de Abascal y defiende a Zelenski. La Moncloa atisba movimientos para fraguar una coalición internacional como alternativa a Trump


Ya no hay ninguna duda: buena parte de la gran partida de la política española para los próximos años se juega fuera de casa. Donald Trump lo invade todo, su omnipresencia desarma las agendas de política nacional. Pedro Sánchez tiene una tesis clara, que ha expuesto estos días a su entorno: solo el PSOE y Vox están entendiendo la dimensión que tiene este giro histórico de la política exterior de EEUU. Vox se apunta al carro de Trump, entienden en La Moncloa, para intentar montarse en la ola mundial ultraderechista y recortar terreno con el PP. No en vano Santiago Abascal estaba este fin de semana en el congreso ultraderechista en Washington, abrazándose con Javier Milei. En ese foro, según recordó Sánchez este sábado en un mitin, Steve Bannon, el gran ideólogo del trumpismo, hizo el saludo nazi sin inmutarse.
Sánchez, desde una visión contraria a Vox, también centra todos sus esfuerzos en este asunto, y redobla su protagonismo —el lunes estuvo en París en la cumbre convocada por Emmanuel Macron, el miércoles recibió en La Moncloa al egipcio Al Sisi, que rechaza la política de Trump sobre Gaza, este lunes irá a Kiev a mostrar su apoyo a Volodimir Zelenski— con la idea de que esta es la gran batalla política del presente y del futuro. La que define no solo si gobierna la izquierda o la derecha, la alternancia habitual, sino la propia supervivencia del mundo que se creó después de la II Guerra Mundial y de las democracias más importantes del planeta.
El líder del PSOE intenta usar esta cuestión para arrinconar a Vox y también apretar de paso al PP por sus pactos con Abascal con una idea fuerte que repite cada vez más. ¿Y si la verdadera patria fuera Europa? ¿Y si lo más patriótico que se puede hacer ahora es ser más europeísta que nunca y apostar por la unidad europea frente a Trump? “El mayor refugio de la democracia en el mundo es Europa”, clamó Sánchez, que lanzó toda la presión sobre el PP: “No se puede ser europeísta por la mañana y pactar con la ultraderecha por la tarde. La historia juzgó de manera muy dura a los colaboracionistas [con Hitler] en el siglo XX. Y será igual de dura con los actuales colaboracionistas de la ultraderecha en el siglo XXI”. El PP se dio rápidamente por aludido y se indignó: “Estamos deseando ver cómo Sánchez culpa al PP de la invasión rusa de Ucrania. Deslizar que Feijóo habría estado del lado de Hitler es estrambótico”, señalaron desde este partido.
Esta semana, Alberto Núñez Feijóo, que está claramente más cómodo en la agenda nacional, no ha podido resistir la presión de Trump, que invade todo el espacio, y después de participar este martes en una reunión extraordinaria del Partido Popular Europeo en la que comprobó la gran preocupación de sus colegas de otros países con la deriva de Trump, que ya llama “dictador” a Zelenski y compra el discurso de Vladimir Putin que le culpa de empezar la guerra, finalmente se mojó y dijo que “un agresor no puede ganar una guerra”, en referencia al líder ruso. “A Feijóo no le va a quedar más remedio que venir a nuestra posición, aunque le pese, tendrá que apoyar al Gobierno porque la cosa se va a poner muy fea, no puede coquetear con posiciones de Vox en este momento”, resume un miembro del Gobierno. Mientras, el PP dice que es el Ejecutivo quien va a tener que pedir su ayuda, porque muchos de sus aliados no le apoyarán, y se quejan de que Sánchez no está llamando a Feijóo.
En La Moncloa creen que Trump está reorientando toda la política, también la española, hacia el marco exitoso que Sánchez fijó en las elecciones de 2023, esto es el de la batalla contra la ultraderecha. Y por tanto ya no valen los análisis que se hacían hasta ahora para las elecciones de 2027, y que en su gran mayoría auguraban la victoria de la derecha. Nadie puede pronosticar ya nada, señalan, porque el mundo está cambiando a tal velocidad que es imposible saber qué efecto tendrá eso sobre la política española.
Pero es que además en el Gobierno, frente al gran pesimismo que se puede leer en los análisis de los grandes medios europeos y latinoamericanos, están detectando un movimiento de fondo en sentido contrario. Trump esta yendo tan lejos y tan rápido en dirección opuesta a la que se ha movido EEUU desde 1941, cuando entró en la II Guerra Mundial para ayudar a salvar a Europa de Hitler, que se está fraguando poco a poco una gran coalición alternativa de unidad para preservar el orden mundial conocido. Ahí no solo están los países europeos, más unidos en la práctica de lo que pueda parecer, al menos tal como lo perciben los miembros del Gobierno que están en las reuniones clave y reciben información directa de Sánchez. El jefe del Ejecutivo es el que está en contacto con muchos dirigentes mundiales y el lunes en París no vio esa presunta sensación de desunión en la UE sino más bien la contraria, incluida Giorgia Meloni, siempre más cercana a Trump pero muy presionada en Italia para que defienda los intereses de su gran industria exportadora, muy amenazada por los aranceles del magnate americano.
“El mundo no ha cambiado. Seguimos siendo una enorme mayoría los que apostamos por el multilateralismo y un mundo basado en reglas”, resumió esta semana José Manuel Albares, ministro de Exteriores y hombre de gran confianza de Sánchez, que está ganando mucho protagonismo político en este momento. Albares estuvo en el G20 en Sudáfrica esta semana con muchos colegas —Trump despreció el cónclave y mandó a la segunda de la embajada en el país africano— y, según señalan en su entorno, percibió claramente movimientos de unidad, de reacción ante los golpes de Trump.
Los más agredidos, como Canadá o México, están buscando aliados en toda América y en Europa. Y los están encontrando rápidamente. Y otras potencias, como China o India, están aprovechando el momento para reforzar lazos y aumentar su apuesta por el multilateralismo frente a un Trump que se cierra cada vez más. “Ahora solo vemos la potencia militar de EEUU, las decisiones arrolladoras de Trump, y los titubeos europeos, pero este es un camino largo y este giro supondrá una enorme pérdida de influencia de EEUU en el mundo, que ahora también tiene otros ejes, donde el sur también importa y mucho”, resume un miembro del Gobierno. “Todo el mundo está reorganizándose para tener menos dependencia de EEUU. No estamos conspirando contra Trump, pero la gente está buscando alternativas. Esto va a reducir la centralidad de EEUU en el comercio global. Es un camino imparable. Lo sabe Canadá, México, el Reino Unido, toda la UE. No es casualidad que se firme ahora Mercosur o el acuerdo UE-México. Eso es imparable y van a perder mucho peso internacional, también para después de Trump”, señala otro ministro.
La corriente de fondo es clara, y afecta a todo, también a la política española. Pero Sánchez y su equipo han dado una orden muy estricta a todos los ministros: que nadie hable de Trump directamente. Nadie lo nombra jamás. Ni siquiera el presidente, que habla de “algunos gobernantes” cuando menciona cosas que ha hecho el líder de EEUU. La orden es tajante, y la están cumpliendo los 22 ministros, porque Sánchez quiere evitar dar una excusa a Trump para una represalia directa sobre España, que arruinaría el discurso del líder del PSOE, que insiste en que los aranceles no distinguen entre quien le cae mal o bien al líder republicano, sino que son para todos los europeos y perjudican también a los votantes de Vox, lo que genera una clara contradicción entre el patriotismo del que presume este partido y su alianza con Trump.
Por ahí vendrá el debate de las próximas semanas, en las que habrá novedades en política nacional —sigue la negociación con Junts y hubo reunión el viernes en Suiza, y se esperan avances; esta semana tendrá un gran protagonismo ERC porque hay Consejo de Política Fiscal y Financiera donde se aprobará la quita de la deuda de la Generalitat que se negoció con los republicanos hace más de un año para la investidura de Sánchez—, pero difícilmente nada podrá competir con la hiperactividad de Trump y su firme decisión de destrozar el orden mundial surgido tras la derrota nazi en 1945 y el estrecho vínculo de EEUU con las democracias europeas. Nadie puede negar que todo este movimiento está cambiando los ejes de la política española. Lo que aún no se sabe es con qué consecuencias.
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