Un secuestro, un tiroteo y tres operaciones policiales: “En el tráfico de drogas no hay amigos”
La policía resuelve dos ajustes de cuentas en la Costa del Sol vinculados al capo francés Mohamed Amra, que se fugó durante un traslado penitenciario en el país galo en mayo
Como cualquier otro día, el argelino de 34 años Mehdi B. llevó a su pareja hasta su trabajo en Marbella. Quedaron en verse después para comer juntos y, más tarde, ir a recoger a los niños al colegio. Luego, algo se torció y el hombre llamó para avisar de que estaba ocupado y que no podría acudir a ninguna de las dos citas. Ella no sabía que sería la última vez que hablarían. Aquel día, 13 de diciembre de 2023, Mehdi sufrió un secuestro exprés que empezó en Estepona, siguió en Marbella y acabó en algún lugar desconocido. Sin noticias de su paradero desde entonces, los investigadores policiales lo dan por muerto, aunque no pueden confirmarlo porque no hay rastro del cuerpo. Sí que han detenido a tres de los responsables de su desaparición, también relacionados con un tiroteo a plena luz del día en Puerto Banús y un arsenal de armas de guerra localizado en Sevilla. Se les vincula con el peligroso capo de la droga francés Mohamed Amra, de 30 años y en paradero desconocido tras una espectacular fuga la pasada primavera en Francia. “Todo esto pone de manifiesto que en el tráfico de drogas no hay amigos”, sentencia un experimentado agente de la Policía Nacional.
A pesar de su juventud, Mehdi era un tipo experimentado. Residía desde hacía varios años en la Costa del Sol y tenía contacto frecuente con numerosas personas vinculadas con el narcotráfico en la zona. Sabía dónde conseguir hachís, cómo enviarlo a Europa o a quién venderlo, aseguran los policías que lo conocían. Había realizado trabajos para el capo Amra con éxito, pero también sufrió golpes, como la intervención de 1,5 toneladas de droga en suelo francés en 2022 que iban destinadas al narco galo. Se desconoce si fue ese motivo o alguna deuda lo que motivó su trágico final, pero el trabajo policial sí que permitió conocer otros detalles desde que su pareja denunció la desaparición tres días después de que ocurriera. Los agentes creen que esperó esas 72 horas para ver si los secuestradores pedían algún tipo de rescate y por recomendación de los socios de la organización criminal que dirigía Mehdi.
Más allá del testimonio de la pareja, la única pista era el coche de la víctima, un Renault de color blanco hallado con las ventanillas bajadas y las llaves puestas cerca de la vivienda del desaparecido, en la zona de Cabopino. La consulta de numerosas cámaras de seguridad permitió reconstruir cómo llegó hasta allí y, también, la secuencia completa de lo ocurrido después de que dejase a la mujer en el trabajo aquel 13 de diciembre por la mañana. Ese día Mehdi se había citado con dos personas de su confianza en la barriada de Cancelada, en la vecina Estepona. Llegó en su vehículo, pero después se le ve viajar como pasajero. Por las imágenes creen que iba ya con las manos sujetas con una brida. Una de las personas con la que había quedado condujo su coche hasta el aparcamiento en un residencial de Guadalmina, en Marbella. Allí, el conductor se bajó y se subió a un Mercedes clase B —con placas dobladas y robado en Francia— que estaba aparcado y que el día antes había sido utilizado para un porte de droga. Con ayuda de su compinche metieron en él al secuestrado, dejaron el Renault, y se esfumaron. Horas más tarde, otras dos personas entraron al mismo parking en un Audi A3. Limpiaron el Renault y lo llevaron hasta el lugar donde luego fue hallado. También devolvieron el Mercedes a su plaza en el garaje. Y ahí se acaban los movimientos de los coches. Se cree que el ajuste de cuentas se produjo en esas horas, esa misma tarde. “Tuvo que ser rápido”, añaden fuentes policiales.
Los agentes lograron identificar a los dos primeros secuestradores, así que decidieron vigilarles de cerca. Comprobaron que tenían relación con una organización dedicada al tráfico de drogas y ajustes de cuentas en Francia y con la ayuda de las autoridades francesas se confirmó que era la banda dirigida por Mohamed Amra, entonces en prisión. La investigación permitió confirmar que dos de ellos habían participado en el tiroteo que el 18 julio de 2023 puso patas arriba Puerto Banús, cuando un encapuchado vestido con la camiseta del Olympique de Lyon disparó con una ametralladora Uzi, de fabricación israelí, a la terraza de un restaurante a plena luz del día. Intentaban matar a Thomas Michel B., narco dedicado a desvalijar a otros narcos y antiguo socio del capo francés. Se cree que Amra le había ordenado asesinar por un supuesto robo de mercancía. Sin embargo, el encapuchado no lo consiguió y tampoco hirió a ningún otro comensal de milagro. Para borrar pistas quemaron poco después el coche que utilizaron a las afueras de Marbella, que provocó un incendio forestal que afectó a 1,5 hectáreas.
Las pesquisas policiales —englobadas en la operación Copo, dirigida por el grupo I de Crimen Organizado de Málaga, especializado en secuestros— han concluido que la víctima del secuestro había trabajado para Amra. Los investigadores creen que alguien del entorno más cercano del capo autorizó la maniobra para acabar con él y que debió contar también con la aprobación de una de las personas de mayor confianza de la propia víctima del secuestro. “Quizá dio muchos problemas y acordaron eliminarlo para poner a otro en la gestión del negocio”, subrayan las mismas fuentes. Dos de los implicados viajaron a Francia meses más tarde, ya en primavera de 2024. Fue poco antes de que Amra protagonizara el pasado mayo una espectacular fuga en Normandía, cuando miembros de su banda emboscaron a los agentes penitenciarios —dos fueron asesinados— que le trasladaban desde el juzgado a la prisión de Ruan. “Seremos implacables”, dijo entonces el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron. Amra todavía no ha sido localizado.
A pesar de salir de suelo español, los sospechosos ligados tanto con el secuestro como el tiroteo seguían bajo lupa policial y fueron detenidos el 1 de noviembre, uno de ellos en la prisión de Poissy, cerca de París, donde se encontraba tras ser atrapado meses antes al protagonizar una persecución tras saltarse un control de la gendarmería gala. El tercer implicado en el rapto —socio de Mehdi y supuesto autor intelectual— fue arrestado en el aeropuerto de Málaga justo al aterrizar de un vuelo desde suelo francés. Hay otra persona, que organizó la logística del secuestro —como el alquiler de viviendas y coches— y tiene hilo directo con Amra que está en busca y captura. Se cree que se esconde en Marruecos. Otros dos implicados están todavía sin identificar. El caso tiene tantos implicados que nadie sabe todavía cómo acabará.
Un rival con un arsenal de guerra
Thomas Michel B. salvó su vida milagrosamente al esquivar los disparos que iban dirigidos a él cuando comía en la terraza de un restaurante en Puerto Banús en verano de 2023, supuestamente por encargo de Mohamed Amra. A pesar del aviso, siguió en Marbella. Residía en la zona de Las Chapas, aunque desde entonces se movía siempre con extremas precauciones y medidas de seguridad. “Era muy escurridizo”, cuenta una agente que lo vigilaba de cerca. En mayo de 2024, un amplio grupo de policías siguió sus pasos hasta un pueblo de la provincia de Sevilla, donde se refugió para pasar la noche. Allí fue detenido en una operación relámpago, bautizada como Albaida, junto a tres miembros de la banda que dirigía dedicada y que se dedicaba a robar droga a otros narcos. En la vivienda se halló un ingente arsenal de armas que incluía fusiles automáticos de asalto, AK 47 y numerosa munición. Ya en prisión, a Thomas Michel B. se le acusa de los delitos de depósito de armas de guerra, robo de vehículos, pertenencia a organización criminal y falsedad documental, ya que actuaba bajo seis identidades diferentes.
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