Villarejo promociona sus memorias en el Congreso con acusaciones sin pruebas sobre los atentados de Cambrils y Barcelona
El polémico comisario matiza su denuncia sobre que el CNI “no pudo evitar” los ataques por su mala relación con el general Sanz Roldán
El polémico comisario jubilado José Manuel Villarejo acudió este miércoles al Congreso para comparecer ante la comisión de investigación sobre los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils de 2017, con la galerada final de sus memorias en el maletín de su abogado: El Estado contra mi. Luego denunció que ni Planeta ni las demás grandes editoriales las quieren publicar y englobó esa decisión en una conspiración general, sin aportar ninguna prueba concreta y plausible y con incriminaciones que no justificó de todo lo que llama “Estado profundo” que, según dice, actúa contra él. Villarejo mantuvo, con alguna precisión a la baja, que los ataques de Barcelona y Cambrils que acabaron en agosto de 2017 con la vida de 16 personas y provocaron más de 300 heridos se “pudieron” o debieron haber evitado si las autoridades, y en especial los responsables del CNI, hubieran hecho caso de las “tres notas de inteligencia” que él aportó en 2015 alertando de los peligros del imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty. Unas notas que siguen secretas, que Junts quiere reclamar ahora y que el Gobierno no quiere desclasificar, en las que Villarejo reconoce que no aportó el nombre de Es Satty y que se basan en la información de una fuente suya que ya falleció.
El abogado de Villarejo, presente en la sala del Congreso donde discurrió la comisión de investigación de los atentados de Cambrils y Barcelona, aprovechó los prolegómenos de la sesión para avanzar a varios de los diputados, especialmente nacionalistas y separatistas, que el comisario tiene programado presentar a mediados de diciembre en la librería Cafebrería ad Hoc de Madrid sus memorias El Estado contra mi y que ahí iba a dar su versión de todo, sin límites. En la comisión intentó un avance, a trompicones entre las diferentes preguntas de los diputados y su tendencia a la dispersión de todo tipo de ácidas y caóticas acusaciones, las más crudas contra el exdirector general del CNI, el general Félix Sanz Roldán, su gran némesis en lo que tilda como el “Estado profundo” y contra el Gobierno de Mariano Rajoy, al que despreció como un “paniaguado”.
El interrogatorio de los diputados ya lo marcó la primera intervención del portavoz de EH Bildu, Jon Iñarritu, que intentó en varias ocasiones averiguar si el comisario mantenía que la culpa o “error grave” de los atentados la tenía el general Sanz Roldán “para darle un pequeño susto a Cataluña” ante la deriva del proceso independentista entonces en curso. Villarejo ya había avanzado en su introducción que el exdirector del CNI era el responsable de “montar toda la trama” y le señaló aún más cuando le achacó no hacer caso ni tener en cuenta de sus “tres notas de inteligencia” elaboradas en 2015 donde alertaba de la posibilidad de ese tipo de atentados. Villarejo añadió más tarde que si no hubiera sido por su pésima relación con Sanz Roldán, del que dijo que le tenía “manía” y que se despistaba en otras labores como “anteponer a su señor para llevar las cuentas del rey emérito Juan Carlos I” y no dar explicaciones “del dinero que se perdía de los secuestros”, se podían haber evitado los ataques terroristas.
La mayoría de los portavoces parlamentarios le preguntaron por si podía aportar alguna prueba o dato concreto que sustentara sus opiniones o especulaciones. Villarejo aludió ahí a que sus notas han sido declaradas secretas y no se quieren desclasificar. Varios portavoces le reclamaron ahí más aportaciones sobre la función que desempeñó en la organización y desarrollo de aquellos atentados el imán Abdelbaki Es Satty. El comisario admitió que en sus reflexiones de inteligencia no anticipó nunca el nombre de Es Satty pero sí aludió a que una fuente suya, marroquí, agente triple de los Estados de España, Marruecos y Francia, a sueldo como colaborador por 2.000 euros al mes y ahora fallecido, sí avisó de que se preparaba para aquellas fechas una gran acción terrorista. Fue ahí cuando Villarejo rebajó la acusación que ha hecho en otros momentos y especificó que los atentados no se pudieron evitar “por un error o una negligencia”.
Pilar Calvo, la portavoz de Junts, el partido que exigió y consiguió la creación de esta comisión para arrancar la legislatura ya en la constitución de las Cortes, le preguntó en catalán a Villarejo ante semejante cúmulo de elucubraciones: “¿Dónde está la verdad?”. No hubo una respuesta inteligible. El portavoz de ERC, Francesc Marc-Álvaro, acudió al latín y le lanzó: “¿Cui prodest?”, es decir quién se podría haber beneficiado de esa negligencia. El comisario conjeturó que el “susto de las explosiones” se le “pudo ir de las manos” al imán que etiquetó como “colaborador o confidente a sueldo del CNI”. El diputado de Sumar, Eloi Badia, recapituló muchas de las “conclusiones” que había esparcido Villarejo para exigirle alguna prueba. No lo logró y ante esa evidencia renunció a seguir con el interrogatorio.
En su sucesión de constantes pullas contra Sanz Roldán el comisario también intercaló varios comentarios de mofa contra el Gobierno de Mariano Rajoy, que estaba entonces en el poder. Villarejo aseguró que cuando él le comentó a la ministra en aquel momento de Defensa, María Dolores de Cospedal, sus enfrentamientos con el director del CNI ella le respondía que Rajoy lo atribuía a un “tema de egos” y le pedía que lo arreglaran ellos. Más tarde ironizó sobre la presunta afición de Rajoy al whisky “Cardhu”. Villarejo reveló que Cospedal le reconoció que “no podía tocar” a Sanz Roldán “porque era el que manejaba las cuentas del rey y por eso sigue viajando cada mes a Abu Dhabi”.
El portavoz de Vox, Juan José Aizcorbe, aclaró que su partido había votado en contra de la comisión y no le veía sentido a dar pábulo en la misma por parte de los socios del Ejecutivo a cuestionar los servicios de inteligencia del Estado. Santi Rodríguez, del PP, molesto con los dardos de Villarejo a altos cargos del PP, lamentó su presencia en la comisión y le preguntó para restarle credibilidad por en cuántas condenas y causas judiciales está involucrado. El comisario indicó con sorna: “Pocas, unas 50″. Arnau Ramírez, del PSOE, quiso saber ya al final si el comisario ahora jubilado mantiene su dogma sobre que “los intereses de un país están por encima de las reglas de juego y de las leyes”. Villarejo: “Por supuesto y yo aquí sigo, vivo y dando la lata”.
En otra comparecencia, el que era el número dos del Ministerio del Interior en el momento de los atentados, José Antonio Nieto, admitió abiertamente que la vigilancia sobre las actividades independentistas implicó que se descuidase el control sobre los grupos islamistas. Así se le preguntó de modo muy directo el diputado de Sumar Eloi Badia y, lejos de rehuir la cuestión, Nieto, ahora consejero de Justicia en el Gobierno popular de Andalucía, contestó con rotundidad: “Estoy completamente de acuerdo. Los recursos se pusieron para el independentismo y se olvidaron funciones fundamentales”. Nieto negó que Es Satty fuese confidente de la Policía o de la Guardia Civil y dijo desconocer su relación con el CNI. Hizo un reconocimiento a la profesionalidad de los Mossos, pero a la vez apuntó que los atentados revelaron carencias en la coordinación previa entre los distintos cuerpos policiales.
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