Perfil | Susana Camarero, una veterana política del PP al rescate de la credibilidad de la Generalitat Valenciana
La vicepresidenta asume más poder en el nuevo Gobierno diseñado por Carlos Mazón para iniciar la reconstrucción y revertir la imagen por la criticada gestión de la dana
Susana Camarero pasó de formar parte del atrezo en las comparecencias iniciales de Carlos Mazón por la dana a protagonizar la rueda de prensa diaria de la Generalitat para dar cuentas. El presidente valenciano recurrió a ella tras arreciar las críticas por su errática gestión y el escaso peso político del equipo de Emergencias. Y ahora la ha recompensado otorgándole más poder en la reestructuración del Gobierno. Será la cara y la voz del Consell al asumir la portavocía del Consell, tal y como ha anunciado este domingo la Generalitat. Estas nuevas funciones se suman a su cartera de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, además de continuar con su labor de coordinación de todas las consejerías.
Abogada de formación, nacida en Madrid hace 54 años, Camarero aporta aplomo, moderación, lealtad al partido y una larga experiencia política. Se define como una feminista liberal. Fue ponente en 2004 de la ley de Violencia de Género. Posteriormente, fue secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad en la última etapa de Mariano Rajoy al frente del Gobierno. De su gestión, ella misma destaca la consideración de los menores como víctimas directas de la violencia de género, la denominada violencia vicaria. También impulsó el Pacto de Estado contra la Violencia de Género como presidenta de la comisión de Igualdad del Senado.
Camarero ha sido diputada en el parlamento autonómico y después en el Congreso durante varias legislaturas en representación del PP valenciano. También ha ejercido de senadora entre 2016 y 2019. Salvo una corta experiencia laboral en la consultora Llorente y Cuenca, justo antes de ser llamada por Mazón, la política ha centrado su vida profesional. Es una mujer de partido, muy próxima a Macarena Montesinos, diputada nacional del PP y madrina política de Mazón. Todos ellos formaban parte del núcleo duro de Eduardo Zaplana, presidente de la Generalitat entre 1995 y 2002, condenado hace dos meses a 10 años de prisión por varios delitos de corrupción cometidos durante su mandato.
La vicepresidenta valenciana reconoce que Zaplana le dio la oportunidad de entrar en política como diputada autonómica y no abjura de su pasado, si bien atribuye su filiación zaplanista al inicio de su carrera política. “No me molesta ninguna etiqueta y estoy muy orgullosa de toda mi trayectoria. Tuve la oportunidad en 1995, con 25 años, de entrar en las Corts. Siempre estaré agradecida por ello a Eduardo Zaplana, pero luego he trabajado con Aznar como diputada, siempre agradeceré a Rajoy y a sus ministros la oportunidad de ser secretaria de Estado, y he trabajado con Alberto Fabra, Paco Camps y ahora con Carlos Mazón. Para mí, es un broche de oro”, decía en una entrevista el pasado año publicada en el diario Levante EMV, al poco de ser nombrada vicepresidenta de la Generalitat.
Durante la actual legislatura, la vicepresidenta ha ofrecido una imagen social del Consell, además de intentar poner freno al discurso radical de Vox, su socio de Gobierno hasta el pasado julio, en su negación de la violencia de género. Precisamente, asumió las competencias en esa materia, pese a que la consejera de Justicia e Interior recayó en Elisa Núñez, de la formación ultra, en el reparto de carteras. En un Consell marcado por el presidencialismo y la hiperactividad mediática de Mazón, Camarero ha quedado relegada a un segundo plano, fuera de los focos principales, centrada en la gestión de los asuntos sociales o en la preparación de un ambicioso plan de vivienda social público-privado que presentó el propio jefe del ejecutivo. Ahora, Mazón, acorralado y marcado para siempre por su gestión de la dana, ha pensado en ella en busca de credibilidad y seguridad.
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