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Sánchez: “Los españoles somos hijos de la inmigración, no vamos a ser padres de la xenofobia”

El presidente reivindica la llegada de extranjeros como imprescindible aunque también anuncia un plan de integración para no cometer errores de otros países

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el Congreso.Foto: Pablo Monge | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Aunque se ha convertido rápidamente en otra cosa, en cuanto ha empezado a hablar el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y ha sacado la polémica de la ley que puede ayudar a algunos presos de ETA, el pleno lo había forzado el PP para hablar de inmigración, y Pedro Sánchez preparó un discurso de fondo sobre este asunto que arrasa a los progresistas europeos. Lo hizo para lanzar un mensaje en positivo, en el que arrancó recuperando un periódico venezolano de 1949 en el que detallaba la terrible llegada de inmigrantes canarios que huían del franquismo y el hambre tras la Guerra Civil.

Con esta idea, la de que España es un país de emigrantes, Sánchez construyó un discurso a favor de la inmigración no solo por motivos humanitarios, sino sobre todo por razones económicas y demográficas: porque es imprescindible. Y terminó con esa idea: “Los españoles somos hijos de la inmigración, no vamos a ser padres de la xenofobia. Hagamos una política migratoria de la que nuestros mayores puedan sentirse orgullosos. Y hagamos una política migratoria que garantice el futuro de sus nietos”. Sánchez insistió mucho en la idea que España, como toda Europa, tiene que decidir entre cerrarse o abrirse, porque eso implicará el éxito o el fracaso de la sociedad europea. “España tiene que elegir entre ser un país abierto y próspero o cerrado y pobre”, llegó a decir.

Aun así, consciente de que el asunto y los problemas de integración están tensando las relaciones en algunos barrios, Sánchez anunció que el Gobierno va a poner en marcha un “plan de integración y convivencia intercultural” en toda España para evitar “los errores cometidos por otros países”.

Sánchez leyó ese artículo del periódico venezolano de 1949 que podría ser la crónica de la llegada de un cayuco hoy a Canarias. “Llegaron en condiciones lamentables. Famélicos, sucios. La bodega parecía un vomitorio. Podrían ser nigerianos, senegaleses, pero eran españoles, canarios. España es un país de emigrantes. Siempre debemos empezar recordando este hecho. Nuestro deber ahora es ser esa sociedad de acogida que a ellos les hubiera gustado encontrar al otro lado de los Pirineos o del Atlántico. Está es la deuda moral que tenemos con nuestros mayores”, aseguró el presidente nada más arrancar.

Como otros miembros del Gobierno, el propio Sánchez tiene esa experiencia de la emigración en su familia. Según cuenta en su último libro, su abuelo y su padre emigraron a Alemania a buscar trabajo, aunque por un breve periodo de tiempo. Aún tiene familia que se quedó por la zona a la que fueron, cerca de Stuttgart. Cuando el líder del PSOE nació, en 1972, su familia ya estaba instalada en Madrid. Pero hay otros miembros del Gobierno que directamente nacieron en la inmigración, como Rafael Simancas, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, nacido en Kehl (Alemania) en 1966. Es una historia frecuente entre muchos miembros del Ejecutivo, hijos de la emigración, como Félix Bolaños, cuyos padres volvieron a España desde Suiza para casarse y tener hijos en Madrid. Es algo frecuente en toda la historia de las familias españolas, y el propio Mariano Rajoy, cuando era presidente y hablaba de inmigración, siempre lo reivindicaba como una historia habitual entre sus propios familiares gallegos.

Pero más allá de la parte emocional, Sánchez desgranó una batería de datos muy preparada para demostrar que el discurso antiinmigración que triunfa en Europa es suicida. “A partir de 2025, la población europea irá reduciéndose. En los próximos años Europa perderá 30 millones de personas en edad de trabajar. Más de la mitad de las empresas españolas tienen problemas para cubrir su necesidad de mano de obra. Y para combatirlo solo contamos con dos herramientas: nacimientos y migraciones. Hacemos todo lo posible para mejorar la natalidad, con permisos de paternidad ampliados, hemos subido el salario mínimo, estamos haciendo política de vivienda. Anuncio además que buscaremos un acuerdo para una nueva ley de familias que ampliará derechos. Pero no nos engañemos. No es realista pensar que España va a recuperar la tasa de 2,1 hijos por mujer que dejamos atrás en 1980. Ningún país desarrollado del mundo lo ha logrado. Muchos jóvenes no tienen hijos porque no quieren. Debemos aprender a respetar eso. Por eso la inmigración no es solo cuestión de humanidad, que ya bastaría. Es necesaria para nuestra economía y prosperidad”.

Sánchez insistía además con la catarata de datos para desmontar los bulos que crecen sobre la inmigración. “Vox y el PP dicen que los inmigrantes vienen a vaguear y acaparar subsidios. La realidad es que los inmigrantes tienen una tasa de actividad 4 puntos superior a los nacionales. Aportan el 10% de los ingresos a la Seguridad Social. Y usan los servicios públicos y las prestaciones sociales un 40% menos que los nacidos en España. Vox y el PP nos dicen que los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo, pero sin ellos, sectores tan importantes como la agricultura construcción hostelería se hundirían. Dicen que ponen en peligro a nuestros seres queridos. Pero lo cierto es que la mitad de las personas que trabajan cuidando a nuestros hijos, padres y abuelos son inmigrantes los cuidan con cariño como si fuese su propia familia”.

Políticas de cohesión

El presidente también tuvo mensajes hacia la izquierda que denosta cualquier debate sobre integración. “No podemos solo llamar xenófobos a los que detallan problemas. Otros países europeos han fracasado en la integración y de ahí el ascenso de la ultraderecha. En España debemos lograr un modelo de integración de éxito. Es evidente que los inmigrantes tienen derechos pero también tienen obligaciones. Una es respetar los valores constitucionales y nuestras costumbres. La libertad de expresión, la laicidad de las instituciones o la libertad de mujeres. Por eso anuncio que el Gobierno presentará un plan nacional de integración y convivencia para prevenir los errores del pasado. La experiencia demuestra que la falta de políticas dañan la cohesión social. Debemos fortalecer una España diversa y cohesionada”, remató.

Sánchez admitió que la lucha contra los “mitos” del discurso antiinmigración que después desplegó con claridad Santiago Abascal no es fácil, porque las mentiras entran con fuerza, como demuestra el hecho de los españoles creen, según la última encuesta de 40DB para EL PAÍS y la Cadena SER, que hay casi el triple de los inmigrantes que realmente viven en España. “¿Delinquen los inmigrantes? Claro. Pero si analizamos los datos por edad y renta, la tasa es igual que la de los españoles. Porque los extranjeros no son peores ni mejores que nosotros, son iguales. Sabemos que cuando se habla de migraciones se debate contra mitos. Es una batalla muy difícil de ganar pero estamos decididos a hacerlo”, insistió Sánchez, uno de los pocos líderes europeos que ha decidido entrar al combate frente al discurso anti-inmigración en vez de endurecer las políticas ante la presión de la ultraderecha como ha hecho incluso el socialdemócrata alemán Olaf Scholz.

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