Oriol Casanovas: maestro y pensador único
El catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad Pompeu Fabra falleció el pasado lunes en Barcelona a los 86 años
Oriol Casanovas y La Rosa, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales, falleció el pasado lunes, 23 de septiembre, en Barcelona a los 86 años. Discípulo de dos de los más grandes iusternacionalistas españoles del siglo XX, Adolfo Miaja de la Muela y Manuel Díez de Velasco, fue catedrático en la Universidad Autónoma de Barcelona (1975-1982), en la Universidad de Barcelona (1982-1990) y, finalmente, hasta su jubilación en la Universitat Pompeu Fabra (1990-2008).
El profesor Casanovas fue un referente en la academia española por sus contribuciones docentes y científicas. Era un jurista que tenía un marco conceptual sólido y refinado, sensible al contexto universitario e internacional en el que desarrolló su labor, con un fino estilo argumentativo y una gran preocupación por la condición humana tanto en las relaciones personales como en las internacionales. Su especialización en el derecho internacional humanitario es un buen ejemplo. Muy pronto abogó por la humanización de los conflictos armados y por la necesidad de proteger a las víctimas. Los conflictos de Ucrania, Oriente Próximo y Sudán nos enseñan la actualidad de dicha preocupación.
Ahora bien, las principales aportaciones de Oriol Casanovas como iusinternacioalista español a la ciencia jurídica internacional son su explicación de la compatibilidad de la unidad y del pluralismo en el derecho internacional y la concepción del derecho internacional como un derecho auténticamente público que ayudan a entender y explicar el mundo de hoy. Por un lado, adelantándose a los trabajos de la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, defendió que el incremento cuantitativo y cualitativo de normas jurídicas internacionales que conforman subsistemas normativos llamados regímenes internacionales eran una manifestación del pluralismo político, social y jurídico existente en la comunidad internacional y que a la vez era posible defender la unidad formal y material del sistema jurídico internacional. Su monografía sobre Unidad y pluralismo en derecho internacional público es una buena muestra de ello. Y, por otro lado, su concepción del derecho internacional como el ordenamiento jurídico de la comunidad internacional en el que también existe una dimensión pública tiene un mayor rendimiento explicativo de las relaciones internacionales actuales.
Ahora que el orden internacional liberal liderado por Estados Unidos está en crisis (quizá final) y que algunos proponen un orden internacional iliberal, Oriol Casanovas defendió que la vuelta a Westfalia ya no tiene sentido porque en la comunidad internacional actual, aunque existan espacios westfalianos, existe también el interés público global. Postuló la existencia de intereses generales de la comunidad internacional que tienen una pluralidad de manifestaciones y que son protegidos y regulados por medio de un derecho internacional que ya es verdaderamente público por dos razones:
La primera, porque el derecho internacional, a pesar de todos sus problemas, supone una limitación para los más poderosos; nada más necesario y urgente en estos momentos como los conflictos armados y las migraciones internacionales ponen de manifiesto. Y la segunda es que esta dimensión pública del derecho internacional ayuda a proteger y regular espacios y recursos comunes globales (los fondos marinos y sus recursos minerales, la biodiversidad marina en la alta mar, los recursos pesqueros, la Antártida, etcétera), a suministrar bienes públicos globales (la salud global, la estabilidad del sistema climático, etcétera) y a defender valores universales (la vida, la paz, la integridad física, la prohibición de la tortura, del genocidio, del apartheid, etcétera). Es decir, esta concepción permite defender la vida, la civilización y el planeta.
Además de sus dimensiones docente e investigadora, Oriol Casanovas era admirado también por su faceta humana y por su estilo personal: exquisito en el trato, afectuoso y atento en las relaciones personales y de una integridad moral admirable. Con la muerte de Oriol Casanovas se va un profesor, un intelectual, un maestro, un caballero y un amigo. Él aprendió de sus maestros que “la universidad es continuidad” y contribuyó de forma excelente a ello. Y, además, se preocupó y ocupó de que quienes se formaron con él entendieran que el derecho internacional está estrechamente vinculado a las relaciones internacionales y defendió, como pocos, el diálogo científico entre ambas disciplinas científicas. Ahora es responsabilidad nuestra estar a la altura de su ejemplo académico y humano.
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