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Los Mossos reconocen a Llarena “errores” en el despliegue para detener a Puigdemont

El informe expone que el dron dejó de enfocar al expresidente cuando huyó, que un agente no pudo dar el aviso a sus compañeros y expone las trabas del Parlament para evitar la inspección de la Cámara

Simpatizantes de Carles Puigdemont, el 8 de agosto en Barcelona.
Simpatizantes de Carles Puigdemont, el 8 de agosto en Barcelona. Adrià Puig (Anadolu/Getty Images)
LL. P.

El informe que los Mossos d’Esquadra han entregado al instructor del procés, el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, hace autocrítica y reconoce “errores en el dispositivo” para detener al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont el día de la investidura de Salvador Illa como president de la Generalitat, el pasado 8 de agosto. El documento, adelantado por El Confidencial al que ha tenido acceso EL PAÍS, narra cómo la policía catalana preparó un dispositivo que permitiese asegurar la celebración del pleno de investidura de Illa, controlar las concentraciones de la calle y detener a Puigdemont. Los Mossos dan por cumplida las dos primeras pero por fallida la última misión. “No se dispuso de la oportunidad para proceder a su detención”, expone el informe. Este expone cómo el dron que seguía al expresidente de la Generalitat cambió de ubicación cuando el expresident se bajó del escenario desde el que pronunció su discurso, mientras que el policía que tenía asignada la zona “no logró acceder al canal” para avisar a sus compañeros y luego perdió la pista del automóvil en el que Puigdemont se marchó.

Llarena había pedido a los Mossos y al Ministerio del Interior que informaran sobre el dispositivo policial desplegado por la policía autonómica en Barcelona el 8 de agosto que tenía como objetivo cumplir con la orden de detención de Puigdemont, huido desde 2017 en Bélgica y sobre el que pesa una orden de detención del Tribunal Supremo. El juez también solicitó información “sobre los elementos que determinaron su fracaso [en la detención de Puigdemont] desde un aspecto técnico policial”. En su informe, el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska comunicó a Llarena que en los dispositivos de control establecidos por la Policía Nacional y la Guardia Civil en la frontera con Francia “no se detectó en momento alguno” al expresidente catalán y que, pese a que ofrecieron a los Mossos el apoyo de estos cuerpos para dar con Puigdemont, no fueron aceptados.

En su informe, los Mossos detallan el dispositivo que desplegaron para garantizar la investidura de Illa y detener al expresidente catalán. El documento enviado por la policía autonómica indica que, con toda la información analizada, que “en ningún momento se valoró como posible o probable que el señor Puigdemont pudiera regresar Cataluña y no tuviera la determinación de acceder al Parlament”. Es decir, “que el señor Puigdemont regresara a España para después huir no se contempló como una posibilidad”.

La policía catalana detalla también su amplio dispositivo para evitar que Puigdemont entrase de forma “clandestina” en la Cámara catalana. Las sospechas de que el expresident pudiese entrar, según los Mossos, se “reforzaron” después de que los “responsables del Parlament” no facilitaran una inspección previa para “descartar que [...] hubiera accedido previamente”. “Solicitaron una comunicación por escrito por parte del Comisario Jefe de la Policía General de los Mossos d’Esquadra, posteriormente indicaron que la comunicación debía hacerse llegar al president del Parlament y, finalmente, indicaron que no se podían hacer las requisas porque no había personal laboral adecuado”, lamenta.

El dispositivo del día 8 de agosto, entre otras cosas, contaba con 600 agentes, un helicóptero y tres equipos de la unidad de drones. Los Mossos recibieron las primeras informaciones sobre Puigdemont hacia las 8.55 en un pasaje cercano a la calle de Trafalgar. Uno de los ocho agentes a los que se le asignó la zona del Passeig Lluís Companys lo vio acceder a la zona en la que se dirigió a unas 4.500 personas a las 856. Al acabar el parlamento, vio cómo bajó por unas escaleras, se metió en unas carpas y se confundió con una cincuentena de personas que llevaban un gorro de paja. El agente cuenta cómo entonces “fue detectado como posible policía” e “increpado por varios ciudadanos”. Cuando recuperó el contacto con lo que sucedía, sobre las 9.05, vio a Jordi Turull, secretario general de Junts, con una gorra oscura de béisbol. A continuación, se percató de que había tres vehículos parados y observó cómo Puigdemont subió a uno de color blanco y se sentó en el asiento posterior izquierdo.

El agente, relata el informe, intentó usar su equipo de comunicación para avisar al resto de agentes, pero “no logró acceder al canal” porque “en esos momentos se estaban transmitiendo diferentes comunicaciones por parte de otros efectivos policiales” y decidió llamar con su teléfono a su superior. Eso hizo que el resto de efectivos siguiera concentrado en la comitiva de políticos que iba hacia el Parlament, entre los que no estaba Puigdemont. Varias personas intentaron entonces evitar que fuera hasta el vehículo, tras el que salió corriendo para poder comunicar a su superior la descripción.

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Inició entonces una persecución tras el coche hasta que un cambio de semáforo le impidió seguirle la pista. Según el documento, el agente también se equivocó al informar sobre el modelo del vehículo, que dijo que era un Peugeot cuando en realidad era un Honda HRV. “Esta confusión fue provocada por la tensión del momento y por el hecho de que el agente se encontraba corriendo tras el vehículo”, expone. A la vez, los Mossos también explican que el dron “cambia de ubicación” y también se centró en la comitiva que iba al Parlament. Según las imágenes de las que dispone la policía, el vehículo se perdió de vista en el paseo de Circumval.lació de Barcelona a las 9.26.

El informe acaba apuntando que Puigdemont no podía ser detenido cuando apareció en el escenario del paseo de Lluís Companys porque eso habría requerido “el empleo de una fuerza considerable, probablemente excesiva y desproporcionada” y recuerda que lo esperado es que se el expresident se hubiera dirigido al Parlament. Al no hacerlo, “no se dispuso de un momento oportuno para proceder” a su detención a pesar de que esta era la “voluntad y determinación” de la policía catalana.

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Sobre la firma

LL. P.
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.
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