El PSOE llama a suscribir un “acuerdo de país” para luchar contra los discursos de odio
El PP se declara favorable, pero sostiene que es Sánchez quien incita ese sentimiento contra la derecha
El Congreso debatió este martes sobre los discursos de odio y en algo estuvieron todos de acuerdo: en España se destila mucho odio. Fuera de eso, todos se esforzaron en defender que el odio habita en casa del otro. En la izquierda hubo unanimidad al señalar que la “irrupción de la ultraderecha” ha propagado ese tipo de discursos y creado un caldo de cultivo para el aumento de las agresiones a personas homosexuales o inmigrantes. El PP y Junts coincidieron en presentarse como víctimas del odio. El partido de Carles Puigdemont, por los jueces y fiscales que, a su juicio, odian el independentismo y por una opinión pública española que practica “la catalanofobia”. La formación de Alberto Núñez Feijóo, interpelada por sus pactos con Vox, dirigió su dedo acusador hacia Pedro Sánchez, quien, según la diputada Edurne Uriarte, cultiva “la incitación al odio a la derecha”.
Vox optó por reconocer que, efectivamente, en España se ha registrado un aumento de los ataques a personas LGTBI, pero, en una demostración de que el partido de Santiago Abascal no tiene nada que ver con eso, su diputado Manuel Mariscal dejó sentado que los culpables son la “gentuza” que llega de otros países. Mariscal protagonizó otro momento destacado cuando replicó al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, quien había tildado a la extrema derecha de fascista: “Si aquí hubiese 33 diputados fascistas [el mismo número que tiene Vox], usted hubiese salido corriendo o tirándose al suelo”. El diputado ultra evocó la irrupción del golpista Tejero en el hemiciclo para sostener que ningún diputado de izquierda había permanecido en su escaño, cuando fue el secretario general del PCE, Santiago Carrillo, el único que lo hizo junto al presidente Adolfo Suárez y el vicepresidente Manuel Gutiérrez Mellado.
El debate se había originado por una propuesta del PSOE que urgía a los grupos a suscribir un gran “acuerdo de país” contra los discursos de odio. Sobre este particular nadie, excepto Vox, se mostró abiertamente en desacuerdo. La popular Uriarte anunció que el jueves su partido apoyará crear una subcomisión en la que se estudiarán medidas para poner coto a tales discursos, “pero a todos”, precisó, “no solo a los que ustedes dicen”.
El diputado socialista Víctor Gutiérrez presentó la iniciativa relatando casos de ataques contra personas LGTBI e inmigrantes. De inmediato señaló sin rodeos a Vox: “Difunden bulos vergonzosos sobre la inmigración. Y no es que hagan discursos de odio, es que son la formación del odio”. Aunque el socialista anunció su pretensión de buscar el consenso con el PP, a la vez acusó a los de Feijóo de “comprar la agenda ultra”.
Entre los grupos que apoyan al Gobierno cada uno exhibió sus agravios. Pilar Calvo, de Junts, y Néstor Rego, del BNG, coincidieron en deplorar los ataques al catalán o al gallego por lo que este último definió como el “supremacismo español”. Ione Belarra, de Podemos, denunció la “financiación pública del odio” con datos de subvenciones de la Comunidad de Madrid a digitales ultraderechistas. Marije Fullaondo, de EH Bildu, incidió en que esos discursos “se han ido asumiendo por una parte de la derecha que no era ultra”, mientras Mikel Legarda, del PNV, subrayaba que la libertad de expresión no puede “dar cobertura a los ataques contra colectivos minoritarios”. Rufián cargó contra los “equidistantes”: “Muchas de las cosas que están pasando son culpa de los indiferentes, no de los fascistas”. Esther Gil de Reboleño, de Sumar, terminó con un “alegato a favor de la ternura” tras admitir en un discurso de tintes líricos: “Me gustaría entenderles, pero no puedo. Debe de ser doloroso sentir tanto odio”. En las bancadas opuestas, Uriarte, como era previsible, reprochó al PSOE sus pactos con EH Bildu y destacó que Madrid se ha convertido en una ciudad amigable para los gays gracias al apoyo de las instituciones locales gobernadas por su partido.
El pleno del Congreso comenzó con otra maniobra de los populares para provocar una derrota parlamentaria del PSOE. El PP fue sobre seguro y eligió un tema, el Sáhara, en el que los socialistas están solos. La más dura con sus socios de Gobierno fue la portavoz de Sumar, Tesh Sidi, nacida en los campos de refugiados saharauis, quien clamó contra el “vergonzoso” apoyo de Sánchez a las tesis marroquíes.
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