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José María Lassalle: “Meloni es una fascista e Italia, el laboratorio español”

El exsecretario de Estado con Mariano Rajoy analiza en un libro los desafíos de la inteligencia artificial y su impacto en la política, la guerra y las relaciones humanas

Jose María Lassalle, consultor, escritor, profesor universitario y expolítico del PP, el pasado viernes en Madrid.
Jose María Lassalle, consultor, escritor, profesor universitario y expolítico del PP, el pasado viernes en Madrid.Santi Burgos
Natalia Junquera

José María Lassalle (Santander, 57 años), diputado del PP durante nueve años y secretario de Estado de Cultura y Agenda Digital en los Gobiernos de Mariano Rajoy, publica Civilización artificial (Arpa), un libro donde analiza con la herramienta más antigua, la filosofía, los desafíos que plantea la más moderna, la Inteligencia Artificial (IA), así como su impacto sobre el capitalismo de datos gobernado por las grandes plataformas, la manipulación del miedo, el auge de los populismos y la desinformación. Un enfoque excesivamente “tecnólogo”, advierte, impide detectar y prevenir todos los riesgos, incluido el más distópico: “Que se vuelva contra nosotros. Que lleguemos a vivir atrapados en el papel que nos asignen las máquinas”.

Pregunta. “Todavía podemos corregir el futuro”, dice en el libro. ¿Qué preguntas han de estar respondidas para 2050, cuando se estima que la inteligencia artificial puede tener funciones casi conscientes, que “algo se convierta en alguien”?

Respuesta. Estamos generando un poder titánico que nos puede atribuir una condición divina. La principal pregunta es para qué queremos esto, y no desde el punto de vista material, sino desde la responsabilidad.

P. “Durante unas horas, la estabilidad de la primera potencia mundial dependió del control que ejercían las plataformas sobre las redes sociales. Abortaron el golpe por razones reputacionales de marca”, dice, refiriéndose al asalto al Capitolio en 2021. Donald Trump quiere al dueño de X, Elon Musk, de asesor presidencial si gana. ¿Qué cree que tienen en común ambos personajes y qué cree que podría salir de esa alianza?

R. Ya lo ensayó en su primera Administración, cuando fichó a Peter Thiel, fundador de Pay Pal, un fascista tecnológico al que adora Milei. El segundo libro más leído en EE UU después de la Biblia es La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, donde los innovadores revientan un gobierno democrático porque no están dispuestos a pagar impuestos por su creatividad. Para desarrollar ese modelo que niega las libertades políticas en función de libertades económicas que nos llevan a la jungla necesitas que te garanticen el control social. Eso está en el discurso de Milei, de Musk, de Thiel y de un modo u otro, en el de las grandes corporaciones tecnológicas.

P. Describe una batalla por la hegemonía en el control de la inteligencia artificial entre EE UU y China similar a la carrera espacial entre EE UU y Rusia. ¿Qué consecuencias cree que tendría que fuera uno u otro país el primero en alcanzar esa IA autónoma?

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R. Si gana China, tendríamos un problema mayúsculo porque China es un enemigo sistémico para la democracia. Sería enfrentarnos al primer modelo de un Estado- plataforma, con una capacidad de control absoluta sobre su pueblo y sobre todas las herramientas que garantizarían su soberanía tecnológica: materias primas, mercados de datos, agua... EE UU y su tendencia a considerar que la única libertad posible es la económica plantearía otro problema, pero las sociedades democráticas han desarrollado anticuerpos para eso,mientras que el caso chino nos desborda.

P. ¿Europa puede convertirse en el árbitro, fijar los límites éticos y morales del uso de la inteligencia artificial? Aquí también han anidado los populismos, la extrema derecha…

R. Sí, porque a diferencia del periodo de entreguerras, tenemos herramientas para combatirlos, salvo que las elecciones europeas sean un cataclismo y la extrema derecha se convierta en una voz decisiva, pero tengo la esperanza de que no sea así.

P. Alberto Núñez feijóo, líder del partido en el que militó, dice que Giorgia Meloni no es homologable a otros partidos de extrema derecha. ¿Lo es?

R. Meloni es una fascista. Nos puede querer convencer de que ha conseguido un eclecticismo económico razonable. Nos puede haber convencido de que es un aliado frente a Rusia y China, pero combate la libertad de prensa, trata de manera xenófoba a los migrantes que llegan a sus costas y está en un proceso de moralización social contrario al pluralismo ético que debe caracterizar una sociedad democrática.

P. O sea, que mejor estar lejos de Meloni.

R. La derecha española debería darse cuenta de que estar cerca de Meloni ha hecho desaparecer a Forza Italia y a los residuos del centrismo democristiano. El partido que era residual hace cinco años se ha comido a Salvini, a la democracia cristiana y a la herencia de Berlusconi.

P. ¿Cree que eso podría pasar en España: que la ultraderecha se coma a la derecha?

R. Sí. Italia es el laboratorio de España. Son dos países muy parecidos. Concurren factores, entre otros, el miedo de la clase media. Y puede que muchos aspectos del surgimiento de la extrema derecha se deban a lo que hayamos hecho mal cuando gobernábamos o estábamos en la oposición, pero combatirla no puede ser un asunto estrictamente del PP. Lo han visto los portugueses, mucho más maduros políticamente: esto solo se podrá resolver si de una vez por todas hay un abrazo de Vergara entre el PP y el PSOE.

P. ¿Eso es cordón sanitario, un acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial...?

R. Todo. En un contexto de excepcionalidad como el que provoca la presencia de la extrema derecha, tiene que gobernar el partido sensato que más votos tenga y el otro, hacerlo posible. El Gobierno de Sánchez tiene toda la legitimidad, y creo que Feijóo no creó las condiciones para que pudiera hacer eso: dejar gobernar al que tenía más votos. Pero en Italia se rompió lo que hacía viable la colaboración entre los partidos sistémicos y por esa fractura se coló primero Salvini y luego Meloni. A Salvini le faltaba sutileza, inteligencia política. Y quizá eso nos da confianza respecto a Abascal, que es como Salvini en España, pero puede aparecer una inteligencia más sutil capaz de aglutinar el cabreo, antesala a la mayoría fascista que ahora gobierna Italia.

P. Explica el potencial bélico de la inteligencia artificial. ¿Es un avance que la guerra pueda prescindir del hombre o es un incentivo para que haya más?

R. Es un incentivo para que haya más víctimas. Las armas letales autónomas son la frontera más peligrosa e inquietante de la inteligencia artificial. La guerra en Gaza y la brutal respuesta de Israel parte de un hackeo a esa inteligencia artificial. La gestión del muro de Israel estaba en sus manos. Israel se jactó de que había ganado la primera guerra librada en el mundo con inteligencia artificial y un año después esa inteligencia artificial fue derrotada. Eso solo puede pasar si alguien abre pasillos tecnológicos para ese ataque. Si no, es imposible que con un desequilibrio militar tan enorme como el que hay entre Israel y Hamás, en un territorio que es menos que Gipuzkoa y después de tantos meses, Israel no tenga un control directo sobre el territorio.

P. Eso quiere decir que alguien ayudó a Hamás a abrir ese pasillo.

R. Ahí entran actores muy complejos en la región, como Irán, que ha sido un imperio, que inventó el ajedrez...

P. Alerta de los tecnooptimistas, los que idealizan una sociedad gobernada por las máquinas, y señala que el valor añadido del ser humano frente a la inteligencia artificial es, precisamente, su falibilidad, la duda. ¿Cómo es eso?

R. La potencialidad superior de la inteligencia humana, a pesar de que cuantitativamente esté desbordada por lo que representa la artificial, está en que no es una mente previsible, a pesar del esfuerzo por hacerla previsible desde la manipulación. El pensamiento humano se caracteriza porque su propensión al error le hace aprender y eso estimula la imaginación creativa. Eso es lo que tenemos que aprovechar.

Jose María Lassalle, el pasado viernes, en el centro de Madrid.
Jose María Lassalle, el pasado viernes, en el centro de Madrid. Santi Burgos

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
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