Un excomisario de Barajas, condenado a más de cinco años de cárcel por recibir dinero y regalos de lujo a cambio de favores
La Audiencia Nacional sentencia a Carlos Salamanca en el segundo juicio del ‘caso Villarejo’
La Audiencia Nacional ha condenado a cinco años y ocho meses de cárcel al comisario Carlos Salamanca, quien fuera responsable de fronteras en el aeropuerto madrileño de Barajas y amigo del también comisario José Manuel Villarejo. El tribunal ha considerado probado que, entre 2010 y 2015, recibió importantes cantidades de dinero (al menos, más de 125.000 euros en efectivo) y regalos (coches de alta gama, relojes de lujo, viajes...) para que hiciera la vista gorda y facilitara la entrada sin control en España de altos cargos de la petrolera estatal guineana Gepetrol, vinculada al régimen dictatorial de Teodoro Obiang.
El juicio contra Salamanca se celebró el pasado enero. El fiscal Miguel Serrano lo describió como un agente “corrupto” de la Policía Nacional que, guiado por su gran “ambición” y amor al lujo, aceptaba las dádivas y dejaba de lado los “criterios de imparcialidad y su celo policial” para enriquecerse y llevar un alto nivel de vida. Durante la vista oral, un segundo acusado (el empresario y abogado Francisco Menéndez) jugó un papel fundamental. Menéndez, que acudió en 2017 a la Fiscalía Anticorrupción para denunciar la trama del caso Villarejo, contó al tribunal que regó de regalos al comisario de Barajas para que diese un “trato privilegiado” a sus clientes de Gepetrol, quienes después también contratarían a Villarejo.
Los magistrados de la Audiencia Nacional, que consideran acreditado que Salamanca recibió más regalos de otros empresarios “como mera atención y en consideración a su cargo”, atribuyen al comisario dos delitos de cohecho pasivo. Y, además de la pena de cárcel, le ordenan que restituya al Estado más de 450.000 euros. A Menéndez, que pactó con la Fiscalía Anticorrupción y admitió su participación en la trama, le imponen tres meses de prisión por cohecho activo tras aplicarle “la atenuante analógica de colaboración en grado de muy cualificada”.
En su sentencia, fechada este miércoles, el tribunal concluye que los regalos a Salamanca no constituían “actos aislados”, sino que respondían a un “plan preconcebido” y a la existencia de una auténtica “trama delictiva”, “donde se entrega una pluralidad y diversidad de dádivas a un funcionario público a lo largo de un dilatado periodo de tiempo, en cuantías económicas importantes, para obtener la satisfacción de los intereses personales y patrimoniales de determinados sujetos”. A su vez, la Audiencia descarta la tesis de defensa expuesta por el comisario de Barajas durante el juicio, cuando alegó que le hacían llegar esos obsequios por simple amistad. “No puede concebirse que las entregas y correlativas recepciones de dinero, así como otros efectos, se traten de meros regalos efectuados entre personas unidas por una relación de amistad”, le reprochan los magistrados, echando por tierra sus excusas.
Este juicio, centrado exclusivamente en la relación entre Carlos Salamanca y Francisco Menéndez, ha sido la segunda vista oral del caso Villarejo que se celebra. Estos dos personajes son fundamentales para entender las pesquisas judiciales contra el comisario jubilado Villarejo, ya condenado en otra parte de la causa a 19 años de prisión. El macrosumario tiene como origen una denuncia anónima que llegó en 2017 y que el ministerio público atribuyó al empresario, que se atrevió a colaborar después con los investigadores: Menéndez confesó su propia implicación; explicó cómo Salamanca le presentó a Villarejo; y relató cómo, a continuación, hizo de intermediario para que altos directivos de Gepetrol hicieran sucios negocios con Villarejo.
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