El fiscal describe la “ambición” del “corrupto” excomisario de Barajas acusado de recibir coches y relojes de lujo a cambio de favores
Anticorrupción eleva su petición de pena y reclama casi 11 años de cárcel para el policía en el segundo juicio del ‘caso Villarejo’
El fiscal Miguel Serrano ha descrito este jueves al comisario Carlos Salamanca, antiguo responsable de fronteras en el aeropuerto madrileño de Barajas, como un “corrupto” que, guiado por su gran “ambición” y amor al lujo, aceptaba regalos y dinero en efectivo a cambio de hacer favores a empresarios. Un agente que decidió dejar de lado los “criterios de imparcialidad y su celo policial” para enriquecerse y llevar un alto nivel de vida. Gracias, entre otros, a Francisco Menéndez, que trabajaba para la petrolera estatal guineana Gepetrol y quien supuestamente lo regó de obsequios (coches y relojes de alta gama, viajes, fiestas...) para que dejara entrar en España sin control a directivos de esa compañía, vinculada al régimen dictatorial de Teodoro Obiang.
El representante de la Fiscalía Anticorrupción ha trazado este retrato durante la fase final del juicio que la Audiencia Nacional ha acogido esta semana contra Salamanca y Menéndez. Esta ha sido la segunda vista oral del caso Villarejo, centrada esta vez exclusivamente en la relación entre estos dos acusados. Dos personajes fundamentales para entender las pesquisas judiciales contra el comisario jubilado José Manuel Villarejo, ya condenado en otra parte de la causa a 19 años de prisión. El macrosumario tiene como origen una denuncia anónima que llegó en 2017 y que el ministerio público atribuyó al empresario, que se atrevió a colaborar después con los investigadores: confesó su propia implicación y relató cómo había hecho de intermediario para que altos directivos de Gepetrol hicieran sucios negocios con Villarejo; y cómo el comisario Salamanca les ayudaba también a acceder al país ilegalmente por Barajas.
Este jueves, el juicio ha quedado visto para sentencia después de que la Fiscalía, que solicitaba inicialmente 10 años de cárcel para el comisario Salamanca, elevase su petición de pena hasta los 10 años y nueve meses de prisión tras atribuirle un nuevo delito de cohecho —además de los otros tres delitos que le imputaba en su escrito de acusación (otro de cohecho, de prevaricación y contra los derechos de los ciudadanos extranjeros)—.
Por su parte, por su “extraordinaria” colaboración para desvelar la trama de Villarejo, Anticorrupción reclama solo seis meses de prisión para Menéndez, a quien se puso protección durante la instrucción. Serrano ha destacado su papel como confeso y ha dicho sobre él: “Ha abierto las compuertas de muchas realidades de las que no queremos saber. Eso que el poeta catalán Gil de Biedma llamaba ‘la otra historia de los españoles, la historia del país de los demonios”.
Durante su exposición final, el fiscal Serrano ha calificado a Menéndez y Salamanca como “dos polos de poder importante”. El primero representa el poder “empresarial”: sus “principales clientes son personas vinculadas a Gepetrol que presuntamente se han dedicado a desfalcar a su propio país y que, después, han introducido parte de esos beneficios en España a través de él”. Salamanca encarna, en cambio, el poder institucional: “Es el jefe de la comisaría de la Policía de Barajas, un centro neurálgico del poder económico, político y diplomático del Estado”. Durante su declaración ante el tribunal, Menéndez ya admitió que siempre le interesó mucho mantener esa relación con el policía por la influencia que tenía en el aeropuerto: “Para mí era como conocer a Dios”
El ministerio público ha insistido en que el empresario se acercó a Salamanca por simple “interés económico”, aunque después llegasen a mantener una relación de amistad. “Es el comisario del puesto fronterizo que utilizan para sus negocios”, ha apostillado Serrano, que ha enumerado este jueves los regalos recibidos por el policía: coches de alta gama (dos Porsche), relojes y viajes de lujo, cesiones de un palco del estadio Santiago Bernabéu para ver partidos del Real Madrid... También, según contó Menéndez, le hacía entregas de dinero en efectivo y le pagaba fiestas privadas y comidas en restaurantes. “Era un ‘yo te ayudo, tú me ayudas’. Un ‘tú me cuidas, yo te cuido”, ha apuntado el fiscal.
Fiestas flamencas
El desfile de testigos acreditó el alto nivel de vida de Salamanca y su familia, que no concuerda con los ingresos que obtenía por su trabajo, según los investigadores. Dos artistas flamencos (el guitarrista Tito Losada y la cantaora Marta Heredia) relataron las habituales fiestas privadas que organizaba en el restaurante Casa Piluca, de Madrid, donde también comía y disfrutaba de largas sobremesas asiduamente, según remachó el propietario del establecimiento. “Nos pagaba Carlos Salamanca unos 200 o 300 euros cada vez”, explicó Heredia, que contó cómo, debido a lo bien que los trataba, acudieron a actuar a un cumpleaños en casa del comisario: “En esa ocasión, fuimos sin ánimo de lucro”.
El hijo de Salamanca confirmó igualmente la buena relación que tejieron con Menéndez. Y cómo se tradujo en dinero y obsequios. Por ejemplo, el empresario le regaló 25.000 euros por su boda. “Mi padre me fue haciendo entregas, que le daban a mi padre a través de un abogado. Me dio [esa cantidad] en tres o cuatro partes. Y los últimos 5.000 euros me los dio la mujer [de Menéndez]”, explicó al tribunal el hijo del policía, que añadió: “En mi boda recaudé en efectivo 60.000 o 70.000 euros. En la cuenta corriente, por transferencias: 140.000 o 145.000 euros”. Un día antes, Menéndez se había referido así a ese mismo enlace matrimonial: “Salamanca me dijo: ‘Mi hijo espera mucho de ti”.
El antiguo comisario de Barajas, que ha defendido su inocencia durante toda la vista, ha aprovechado su turno de última palabra para volver a hacerlo este jueves: “Mi entrega al Cuerpo de Policía ha sido impecable e impoluta [...] Me he sentido totalmente utilizado en este procedimiento por las posibles exoneraciones y atenuantes de una persona que quería eludir su responsabilidad social, fiscal y penal”, ha dicho en referencia a Menéndez. El agente ha calificado, incluso, la actitud de su antiguo amigo como un “crimen pasional”: “El de una persona que quiere mucho a otra y que, de repente, por las circunstancias de la vida, se ve abandonado y le quiere echar en cara todo”.
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