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Los narcos gaditanos que vivían a todo lujo en Lisboa: pistolas de oro y 19 coches de alta gama

La Guardia Civil y la Policía Nacional detienen a 31 personas de una poderosa mafia que traficaba con hachís y cocaína entre España y Portugal y atesoraba 1,4 millones de euros en efectivo

Losa que ocultaba bajo un cuarto de baño un almacén para droga, descubierto durante la operación policial.
Losa que ocultaba bajo un cuarto de baño un almacén para droga, descubierto durante la operación policial.
Jesús A. Cañas

Francisco El Piraña y sus socios, los hermanos Miguel Ángel y Rafael, del clan del Río Piedra, aspiraban a más de lo que anhela cualquier narco del Estrecho. No era suficiente con sus ostentosos chalés en la desembocadura del Guadalquivir, los coches de alta gama y los viajes a Dubái. Así que decidieron marcharse a una acomodada urbanización de Lisboa desde la que dirigir la poderosa mafia con la que movían hachís y cocaína desde la bahía de Cádiz mientras pasaban desapercibidos. “Allí todo era lujo y confort, pero el arraigo aquí les tiraba”, explica una fuente policial. Tanto que, en una de las escapadas a su tierra, han acabado detenidos este lunes en el transcurso de un macrooperativo que ya suma 31 detenidos.

Todos están acusados de integrar una mafia especializada en transportar para terceros la droga que fuese necesaria a bordo de una flota de narcolanchas que siempre mantenían en alta mar. Presumían de tener relaciones con marroquíes asentados en Marbella y narcos gallegos de la cocaína y eran capaces de mantener una actividad incesante. “Les cogíamos dos narcolanchas y a la semana tenían otras dos en el agua”, añade otra fuente cercana al caso. Además del capricho de los máximos capos de marcharse a vivir a Lisboa, del poderío de la organización da buena pista el 1,4 millón de euros en efectivo que los agentes han intervenido en los distintos registros y la trama de empresas vinculadas a la pesca y concesionarios que los investigadores creen que servían para lavar dinero.

Los investigados ocultaban fajos de billetes escondidos en una campana extractora de cocina, portaban pistolas con culatas de oro y poseían 19 coches de alta gama, además de cinco narcolanchas —dos en Portugal y tres en España— ahora intervenidas, entre otros bienes, en los 24 registros. Está previsto que los 19 detenidos en las últimas horas —15 de ellos en Cádiz— pasen a disposición del Juzgado Número 3 de Sanlúcar. Al final, resultó que el retiro luso no sirvió de mucho para los narcos del Guadalquivir que quisieron más lujo. “Estaban tranquilos, no se veían venir que los íbamos a pillar”, zanja uno de los investigadores.

El cerco en torno al Piraña y los hermanos Río Piedra comenzó a estrecharse hace justo un año, pero no ha llegado hasta su explotación operativa final hasta este pasado lunes, cuando se detuvo a los 19 últimos investigados que se sumaban a otros 12 ya en prisión. Más de 250 agentes de la Policía Nacional, Guardia Civil y Vigilancia Aduanera —coordinados por la Fiscalía Antidroga de Jerez y el Juzgado 3 de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)— se desplegaron en colaboración con la Polícia Judiciária portuguesa durante una operación en la que se da por localizados a los principales responsables de la mafia. “Es un hito en la Bahía de Cádiz que se va a notar. En la zona no había nadie por encima de ellos”, apunta la fuente policial.

El agente reconoce que fue de los primeros sorprendidos al conocer la capacidad operativa de la que hacía gala la organización: “Sabíamos que eran los más fuertes, pero no sabíamos el tinglado de tecnología recursos, medios medios económicos o logística”. La mafia contaba con una media de entre ocho y diez embarcaciones semirrígidas, conocidas como narcolanchas, que estaban en todo momento en el agua, con sus respectivas tripulaciones, para efectuar los distintos transportes de mercancía, ya fuese cocaína o hachís. Para ello, tenían contactos con otras organizaciones nacionales o internacionales que demandaran sus servicios y disponían de una nutrida red de pequeñas embarcaciones y pesqueros que facilitaban a las narcolanchas gasolina y víveres. De hecho, las primeras pesquisas sobre la banda tuvieron su origen cuando intentaron hacerse cargo de la recogida de un cargamento de 6.000 kilos de cocaína de un narcosubmarino proveniente de Sudamérica que acabó zozobrando.

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En la cúspide de la banda estaba Francisco El Piraña, conocido en la zona de Chipiona, y los hermanos Miguel Ángel y Rafael del clan Río Piedra, también viejos conocidos de la zona de Sanlúcar. Los tres rondan la década de los 40 y están emparentados, sobre todo en el caso de los sanluqueños, con familias de la droga de las que han heredado el negocio “de dos o tres generaciones”, como apunta una fuente cercana al caso. Además, en la trama también está implicado un narcotraficante de La Línea de la Concepción que también se situaba en altos puestos del escalafón de mando de la mafia. Los tres principales investigados vivían a caballo entre la provincia de Cádiz y Lisboa, donde habían conseguido pasar desapercibidos. “Iban y venían, tenían como una doble vida. Daba la impresión de que tenían millones, pero no sabían en qué gastarlos, ni qué hacer con su vida”, apunta una fuente cercana a las pesquisas.

En Portugal también satisfacían sus necesidades logísticas, gracias a que en el país luso las narcolanchas aún no son un género prohibido. Además, la mafia no escatimaba en medios tecnológicos, ni en sistemas de comunicación. Gracias a ello consiguieron poner en pie una actividad frenética de portes de droga que, a lo largo de este año, ha llevado a los investigadores a intervenir 4.000 kilos de hachís y 627 de cocaína. Ese último cargamento se corresponde con la droga que una narcolancha arrojó la semana pasada frente a las costas de Matalascañas (Almonte, Huelva) al verse perseguida por los agentes. Y no es la única intervención que puede incorporarse a este caso. “Hay causas repartidas por la zona en otras que van a caer aquí. Ahora habrá que pedir causas a cuatro o cinco juzgados”, vaticina una fuente judicial cercana a las pesquisas.


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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.
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