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Narcotráfico

La vía portuguesa del narco

La caída de una red de traficantes onubenses revela cómo crece la logística en la costa lusa ante la presión policial en el Estrecho

Jesús A. Cañas
Una moto de agua y unos barcos de pesca navegan en la desembocadura del Guadiana, en Ayamonte, una de las zonas de Huelva en las que crece el tráfico de hachís por la presión en el Estrecho de Gibraltar
Una moto de agua y unos barcos de pesca navegan en la desembocadura del Guadiana, en Ayamonte, una de las zonas de Huelva en las que crece el tráfico de hachís por la presión en el Estrecho de GibraltarPACO PUENTES (EL PAÍS)

Antes de que Toni jugase a la doble vida de discreto empresario fresero de día, poderoso narco del hachís de noche, otros ya transitaron esos caminos fronterizos entre el Algarve portugués y Huelva. Sus vidas como contrabandistas de canela, azúcar o tabaco impregnan la cultura popular a ambos lados del río Guadiana. Pero lo de Toni poco tiene de romanticismo o necesidad. Lo mismo botaba narcolanchas a destajo en la costa de Portugal que usaba cuadrillas de temporeros subsaharianos para descargar la droga en los intrincados parajes salvajes de Doñana. Su ascenso y caída, a manos de la Guardia Civil, da muchas pistas de esa nueva vía logística que los traficantes del sur han encontrado en el litoral portugués, empujados por la presión policial en el Estrecho y atraídos por una entorno legal más proclive a sus planes.

La tranquilidad habitual de Lagos —ciudad turística del Algarve de unos 31.000 habitantes— saltó por los aires el pasado mes de junio de 2020, cuando los vecinos comenzaron a “llamar alarmados para avisar del gran movimiento de gomas que veían”, relata Antonio Madureira, director de la zona sur de la Polícia Judiciária de Portugal (PJ). A plena luz del día y en apenas cuatro semanas, Toni y parte de los 59 integrantes de su banda, ahora detenidos, fueron capaces de botar hasta 12 embarcaciones semirrígidas, conocidas como narcolanchas. No habían pasado ni cuatro meses desde que los investigadores de Ocon Sur —el mando de la Guardia Civil creado para luchar contra el narcotráfico en Andalucía— y de la PJ habían detectado a una mafia de onubenses y gaditanos que ganaba cada vez más poder.

La elección de la orilla portuguesa de La Raya no era casual. Aunque allí las penas de prisión por narcotráfico son mayores (a partir de cuatro años, frente a los tres de España), la tenencia o manejo de semirrígidas con motores fueraborda no es ilegal, como sí ocurre en España desde 2018. La forma de operar de Toni no es desconocida para la fiscal antidroga de Huelva, Ana Laso. “Las narcolanchas que teníamos en Huelva se están trasladando a Portugal y ahí tenemos un problema grave porque no se puede perseguir”, tercia preocupada.


Toni, el capo de la organización onubense desmantelada en la operación Soterrado, cuando fue detenido el pasado 3 de marzo
Toni, el capo de la organización onubense desmantelada en la operación Soterrado, cuando fue detenido el pasado 3 de marzo

Al otro lado de la frontera, los narcos españoles encuentran servicios logísticos en talleres clandestinos especializados en montar gomas, una actividad que en el norte del país ya existía ante la demanda de los traficantes gallegos y que ahora se deja ver también en el sur. “El incremento es grande porque con la presión que le estamos haciendo están perdiendo muchas narcolanchas”, explica un investigador de Ocon. Solo en la llamada operación Soterrada en la que Toni y los suyos acabaron detenidos el pasado 3 de marzo, la Guardia Civil ha decomisado 13 embarcaciones, valoradas entre 150.000 y 200.000 euros. Madureira también ha notado la presencia creciente de mafias españolas en el Algarve, dispuestas a buscar talleres o a botar lanchas. “Aunque la fabricación aquí no es delito, buscamos otros delitos como el blanqueo de capitales para acabar con esta actividad”, explica el director policial luso.

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Aunque Toni, de 47 años, tenía esa coartada de hombre de negocios dedicado a la fresa, era un viejo conocido de los agentes. El capo se había convertido en el señor del Parque Natural de Doñana, donde desembarcaba las lanchas atestadas de hachís, botadas previamente en el Algarve. “Pocas organizaciones lo usan porque es un entorno muy complicado”, apunta el investigador de Ocon. Allí recurrió hasta en dos ocasiones a la cuadrilla de 20 subsaharianos que tenía para recoger la fresa para que fuesen en plena noche a descargar droga, por lo que ahora puede que acabe investigado también por un delito contra los derechos de los trabajadores.

Un ‘narco-rescate’

La banda de Toni tuvo que sortear el cierre de fronteras entre España y Portugal por el coronavirus. Recurrió a antiguas rutas de contrabandistas, hoy convertidas en senderos verdes. Aunque el revés más sobresaliente que vivió el clan se produjo el 5 de marzo. Ese día una de las narcolanchas que había salido de Lagos se vio sorprendida por un temporal en las inmediaciones de la isla de Mallorca, un punto muy poco habitual para las mafias del hachís de Huelva. La desesperación por recuperar la carga, hacen a Toni organizar una maniobra de rescate. Manda a un lugarteniente marroquí a coger un vuelo con lo puesto hasta las islas y comprar un barco. “10.000 euros pagó en metálico”, según asegura el investigador de la Guardia Civil. La operación no sale bien: la embarcación rescatadora se hundió nada más salir de puerto, la narcolancha también y la costa mallorquina amaneció los días siguientes con varios fardos de droga. El suceso aportó valiosas pistas de la actividad frenética de la banda de Toni.

Antonio Madureira, director de la zona sur de la Polícia Judiciária de Portugal y un agente de Ocon Sur de la Guardia Civil, miran el puente que une España y Portugal desde Ayamonte, Huelva.
Antonio Madureira, director de la zona sur de la Polícia Judiciária de Portugal y un agente de Ocon Sur de la Guardia Civil, miran el puente que une España y Portugal desde Ayamonte, Huelva. PACO PUENTES

Los investigadores de Ocon creen que el poderoso clan llegó a introducir por las costas de Huelva hasta 25 toneladas de hachís, 10 de ella ya decomisadas por la Guardia Civil. A la fiscal Laso cada vez le sorprenden menos estas abultadas cantidades. De las 31 toneladas de resina de cannabis que se intervinieron en 2018 en Huelva, la provincia ha pasado a las 85 toneladas en 2019 y 95, en 2020, según detalla. Aunque aún está lejos de Cádiz —donde se recuperaron 176 toneladas en 2019—, la tendencia creciente en Huelva es clara. Por ahora, el papel logístico del Algarve no se traduce en grandes cifras de aprehensiones y se mantienen en 20 toneladas, según datos de la Polícia Judiciária, uno de los tres cuerpos que lucha contra el narco en Portugal.

Nada parece indicar que ese territorio escarpado cuajado de marismas que es Huelva vaya a dejar de ser atractivo para los narcos. El litoral es proclive para quien sepa controlarlo, tiene apoyo logístico en el lado portugués de la frontera y está lejos del cerco policial y mediático del Campo de Gibraltar. Toni y los suyos han sido, por ahora, neutralizados, pero Laso mantiene que son muchos más los que se esconden en la ribera del Guadiana. Mientras, la cocaína también ha comenzado a llegar a Huelva. Laso advierte: “Hay que evitar que lo que, hasta ahora, es puntual empiece a ser habitual”.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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