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Casi 50 detenidos y 10 toneladas de hachís incautadas en una macrooperación en Huelva

Los investigadores de la Guardia Civil creen que los narcos aprovechaban la cercanía de Portugal para introducir la droga en la Península

Una patrulla de la Guardia Civil en una intervención de narcotráfico en el Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
Una patrulla de la Guardia Civil en una intervención de narcotráfico en el Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).Juan Carlos Toro

Desde el Guadiana hasta el Guadalquivir, de Huelva a Cádiz, hay más de 120 kilómetros de idílicas playas de arena blanca y fina. Ese amplio paisaje tan valioso como extenso y, a veces, inaccesible era el que empleaba una red de narcotraficantes onubenses con lazos en Portugal para introducir grandes cantidades de hachís a bordo de narcolanchas. La denominada operación Soterrado ha conseguido decomisar hasta 10 toneladas de hachís al medio centenar de supuestos traficantes que han acabado detenidos a lo largo de la jornada de este miércoles.

Viviendas de aspecto exterior sobrio, pero interiores de lujo; coches de alta gama; narcolanchas distribuidas entre Huelva y Cádiz; armas o dinero en efectivo aún por cuantificar. La variopinta amalgama de bienes que la Guardia Civil les ha localizado dan buena cuenta de los beneficios que la supuesta organización criminal ha conseguido amasar con sus portes de droga a bordo de potentes semirrígidas desde Marruecos. De hecho, ha sido necesario un despliegue desde primera de 350 agentes del Instituto Armado—en colaboración con la policía judicial portuguesa y coordinados por la Europol— para poder acometer el medio centenar de detenciones y los más de 25 registros.

Los investigadores llevan meses siguiéndole la pista a la organización, gracias a la dedicación de la Fiscalía Antidroga de Huelva. En este tiempo han conseguido reconstruir el modus operandi de una banda que era capaz de emplear la costa que va desde el Algarve portugués hasta el Guadalquivir para introducir grandes portes de droga. El capo de la mafia, cuya identidad no ha trascendido pero que es ya viejo conocido por los agentes, residía en Corrales (Aljaraque, Huelva). “La casa parecía normalita y pequeña por fuera, pero dentro tenía más de 250 metros con todo tipo de lujos”, detalla un investigador presente en los registros.

Una de las claves del caso que dirige el juzgado de Instrucción Número 4 de Ayamonte (Huelva) es qué papel jugaba Portugal en sus portes de droga. Las fuentes de la investigación consultadas aún no han podido concretar los vínculos, aunque aseguran que cada vez es menos extraño que se establezcan relaciones entre narcos andaluces y del Algarve. “El río [el Guadiana] es colindante y muchas veces botan las embarcaciones en la zona de Portugal, o descargan allí. Además muchos clanes están formados por españoles y portugueses”, explica una fuente judicial acostumbrada a investigar a este tipo de bandas.

Además de la casa del máximo responsable de la mafia, la Guardia Civil ha entrado en propiedades de Huelva capital, El Rocío, Corrales, Almonte, Aljaraque, Gibraleón, San Juan del Puerto, Rociana o Villablanca y Lepe; además de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), o en Mairena y Villamanrique de la Condesa (Sevilla). En Sanlúcar, los agentes han localizado una embarcación semirrígida con la que los narcos realizaban los portes de droga. En Huelva, han llegado a dar con una nave en la que los sospechosos guardaban tres narcolanchas más.

La presión de los cuerpos y fuerzas de seguridad sobre el Campo del Gibraltar ha obligado a los narcos del Guadalquivir a diversificar y extender sus rutas de contrabando. Huelva se ha convertido en protagonista en los últimos meses de varias operaciones de la Guardia Civil relacionadas con el tráfico de hachís, un territorio en el que el crimen organizado está en auge. A mediados de febrero, las localidades de Ayamonte, Villablanca y Lepe –también objeto de registros en esta última redada– fueron el escenario de otra macrooperación en la que se detuvo a 13 personas y se desmanteló a una organización que operaba en la costa onubense a nivel internacional.

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Los investigadores no descartan que en el organigrama de la organización pueda participar algunas de las mafias del Campo de Gibraltar, cada vez más cercadas por el lazo policial. No son pocos los casos en los que un movimiento de droga detectado en puntos tan dispares a Cádiz como Granada o Almería finalmente acaba vinculado a un capo gaditano que organiza el transporte en la distancia. En otros casos, la colaboración de la pata campogibraltareña está circunscrita a un apoyo logístico con el préstamo de narcolanchas o con el suministro de gasolina. “Hoy ya todos tengan ya vinculación todos con todos. Si se tienen que aliar con el demonio, se alían”, tercia uno de los investigadores presente en la operación en Huelva.

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