Interior lucha para evitar que el Guadalquivir se consolide como ruta de entrada de cocaína a España
Los alijos de esta sustancia crecen en el estuario del río, acceso habitual de cargamentos de hachís, por la presión policial en el Estrecho
La presión policial en el Campo de Gibraltar ha llevado a los traficantes de cocaína a recurrir a la ruta del Guadalquivir para introducir sus cargamentos en Europa. Interior y Vigilancia Aduanera luchan para evitar que el principal río andaluz se consolide como ruta estable de entrada de este estupefaciente, que deja mayores beneficios —y también un mayor rastro de violencia— que el habitual hachís. De momento, los investigadores constatan un aumento inquietante de alijos en la zona.
El 10 de marzo de 2020 la Guardia Civil irrumpió en un chalé de Trebujena (Cádiz), donde cuatro personas estaban a punto de embarcarse rumbo a Marruecos para traer a España un cargamento de hachís. Con su detención —y la de otras 47 personas— se desarticulaba una incipiente organización dispuesta a ocupar el hueco dejado por los clanes que reinaban en el Guadalquivir. También se confirmaba una sospecha asentada entre los grupos antidroga: que el cauce del viejo río estaba siendo utilizado para introducir cocaína. En esta operación, bautizada como Dóberman, en la que participaron 300 agentes, se incautaron 1.255 kilos de esta sustancia.
El confinamiento no ha disuadido al narco de operar en Sevilla. El año pasado se saldó con más de 700 detenciones y el desmantelamiento de 70 redes dedicadas a la introducción de droga, según la Policía Nacional y la Guardia Civil. Los antiguos reyes del río, los hermanos Ginés y Lanas, que daban nombre a sus respectivas redes fueron detenidos en 2019 y en julio del año pasado. Pero el vacío de poder pronto es asumido por otras familias que habían tenido un papel menos preponderante o por organizaciones que surgen del tejido de alianzas. La última fue desarticulada el pasado martes en una macrooperación que acabó en Utrera. La Guardia Civil detuvo a 42 personas, tres de las cuales están en prisión, después de practicar varios registros en las provincias de Cádiz y Sevilla.
Aunque el hachís sigue siendo la sustancia más intervenida, más de cinco toneladas en 2020, destaca el aumento de decomisos de cocaína -3.300 kilos, durante el mismo periodo, lo que afianza la convicción de que el Guadalquivir ya no es una ruta exclusiva del derivado del cáñamo. Antes de la Operación Dóberman se habían detectado algunos portes de cocaína a través del río, que han dejado de ser tan esporádicos.
La Operación Dóberman permitió trazar el itinerario de la cocaína, desde su salida desde Colombia hasta su llegada a Marruecos, a través de contenedores que la desembarcaban en Casablanca. De ahí la trasladaban a un punto de la costa, entre esa localidad y Rabat, donde era recogida en narcolanchas rumbo al sur de España. En esa operación se intervinieron en Harhoura (Marruecos) 476 kilos de la misma mercancía que transportaban los narcos españoles.
En cualquier caso, la mayoría de aprehensiones de cocaína se hacen en los puertos, puntualizan fuentes de Vigilancia Aduanera. Esta semana, Guardia Civil, Policía Nacional y Agencia Tributaria desarticulaban una organización de tráfico internacional de cocaína con centro de operaciones en Sevilla. La droga, procedente de Brasil y Paraguay llegaba al puerto de Algeciras (Cádiz) camuflada en contenedores de carbón.
Ocultar la mercancía tierra adentro
Algunas partidas, sin embargo, se derivan a las aguas del Guadalquivir. Sus meandros y revueltas son perfectos para ubicar embarcaderos clandestinos y ocultar la mercancía. La presión policial sobre sus infraestructuras ha obligado a los narcos a adentrarse tierra adentro para tratar de sortear a los agentes antidroga, lo que explica que se hayan localizado narcolanchas en naves o en polígonos de localidades muy alejadas del río, como Pilas o Salteras. En el último golpe contra el tráfico de hachís por el río, asestado el pasado martes, la droga —varias toneladas— se encontró en una nave industrial de Utrera, a 40 kilómetros del Guadalquivir, donde los agentes también se incautaron de una lancha y un camión para transportarla hasta el cauce.
La ofensiva policial en el Campo de Gibraltar y el cerco a su logística en el Guadalquivir ha forzado a los traficantes de hachís a buscar alternativas a la autovía en la que se ha convertido la ruta fluvial. “Ya no pueden poner a punto o reparar las narcolanchas en tierra y se ven obligados a hacerlo en alta mar”, indican fuentes de Vigilancia Aduanera. Los puntos de arribo de los fardos se han ampliado, extendiéndose a las costas de Huelva o Almería, confirman en la Fiscalía Antidroga.
El Guadalquivir ya no solo es navegable para el hachís, ya lo surca la cocaína. A la Guardia Civil le preocupa el incremento de la violencia que lleva aparejado el hecho de que la carga sea mucho más cara. “Se utilizan muchos más puntos de vigilancia y los transportistas portan armas más peligrosas porque hay que extremar la seguridad”, explica un portavoz del instituto armado. Las represalias en caso de pérdidas, extravíos o incautaciones también son “peores y más rápidas”, advierten.
Narcolanchas a la puerta de un colegio
Un ejemplo de la intensidad de la actuación policial contra el narcotráfico en el Guadalquivir, son las lanchas incautadas aparcadas frente a un colegio de Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla). La saturación en el depósito judicial ha obligado a la Guardia Civil a atracar estos vehículos fuera de sus instalaciones, mientras la Consejería de Justicia licita un nuevo contrato para un nuevo espacio que albergue las narcolanchas decomisadas.
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