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Aragonès lleva la campaña catalana al Senado y facilita los ataques del PP a la amnistía

El ‘president’ centra sus críticas en el PSOE en una sesión orquestada por los populares y deslucida por las ausencias

Pere Aragonès, durante su intervención en el Senado, este lunes.Foto: Álvaro García | Vídeo: EPV
Xosé Hermida

Pere Aragonès anunció que iría al Senado a “trolear” al PP, pero los verdaderamente troleados fueron el Gobierno y el PSOE. El presidente de la Generalitat se plantó como único invitado ajeno a la fiesta convocada por los populares para este lunes, en un nuevo episodio de agitación institucional en la Cámara alta contra la futura ley de amnistía. Allí llevó Aragonès su campaña como candidato de ERC en las elecciones autonómicas del próximo 12 de mayo, en las que se medirá no a un PP irrelevante en Cataluña, sino a un PSC favorito según todas las encuestas. Y el troleo del president se dirigió en realidad al auténtico adversario electoral, para felicidad de los populares, que se encontraron con el mejor abono a su discurso. Aragonès se recreó evocando las veces que Pedro Sánchez y sus dirigentes prometieron que jamás habría amnistía, para vaticinar que de la misma forma tendrán que envainarse su promesa solemne de que nunca habrá referéndum de autodeterminación.

El Senado, esa Cámara casi invisible hasta hace poco, acapara titulares cada semana desde que el PP se ha hecho con su mayoría absoluta. Allí los populares han cavado una trinchera contra el Gobierno, que incluye reprobaciones de ministros a mansalva y una sucesión de ceremonias para amplificar su absoluto rechazo a la proposición de ley de amnistía, antes de devolverla al Congreso para su aprobación definitiva. De paso, los populares tratan de instalar el mensaje de que la verdadera representación del pueblo reside ahora en el Senado. Ya lo había dejado caer su propio líder, Alberto Núñez Feijóo, y lo repitió al comienzo del debate de este lunes el senador Antonio Silván: en la Cámara baja “manda el prófugo [Carles] Puigdemont”, mientras que en la alta lo hace el PP, “que representa a la mayoría de los españoles”.

El PP repitió este lunes la jugada que ya había ensayado el pasado octubre: convocar a los presidentes regionales ―11 de los 17 salidos de sus propias filas― a la Comisión General de las Comunidades Autónomas para dar rienda suelta a su discurso contra la amnistía. Esta vez se trataba además de aprobar un informe contra el supuesto “contenido autonómico” del proyecto legislativo. Como entonces, Aragonès fue el único presidente de otro partido que atendió la convocatoria. Pero tampoco entre los barones populares pareció suscitar mucho entusiasmo: solo acudieron seis ―los de Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Aragón, Extremadura y Murcia― con ausencias de tanto relieve como las del andaluz Juanma Moreno o el gallego Alfonso Rueda.

Solo ante la pléyade autonómica popular, a Aragonès le correspondió abrir fuego y sus primeras palabras fueron para reivindicar el referéndum. Luego, en tono casi mordaz, repasó las rectificaciones sobre la amnistía y recordó que Sánchez la negó incluso dos días antes de las últimas elecciones generales. “De la noche a la mañana, la amnistía dejó de ser inconstitucional, como sucederá con el referéndum”, sentenció. Presumió de que las medidas de gracia supondrán “la victoria de la Cataluña libre” que defienden los independentistas. No dejó pasar la ocasión de criticar al candidato socialista catalán, Salvador Illa, y culminó su troleo proclamando que quien mejor ha entendido el significado de la amnistía ha sido ni más ni menos que José María Aznar cuando denunció que supondrá “legitimar el golpe secesionista”.

Con tal preámbulo, los barones populares lo tuvieron fácil para unirse al pronóstico de que Sánchez también acabará tragando con el referéndum de autodeterminación. La más esperada era, cómo no, Isabel Díaz Ayuso, menos enérgica que de costumbre y sin separarse un milímetro del discurso leído. En la primera frase la presidenta madrileña ya llamó “criminales” a los independentistas. Luego pasó a lamentar que mientras se habla de la amnistía nadie aborda otros asuntos como “nuestra posición en el nuevo orden mundial”, el “porvenir de los jóvenes” o “la inteligencia artificial”, cuestiones sobre las que tampoco es que a ella, entre rejonazo y rejonazo cotidiano a la izquierda, se le haya oído hablar mucho. Insistió en que la ley supone “un golpe a la democracia”, acusó al independentismo de “vivir del sudor de todos los españoles”, divagó con que el Gobierno ha suscrito “alianzas con fuerzas antioccidentales” y, en lo que sonó como una referencia un tanto críptica al uso de las lenguas cooficiales, denunció que “quieren desguazar España con pinganillo”.

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Sobre el “contenido autonómico” de la amnistía que figura en el enunciado del informe aprobado, los barones populares no hicieron muchas aportaciones. El aragonés Jorge Azcón se extendió en las críticas a la demanda de financiación singular ―reiterada antes por el president, que, al igual que el referéndum, la consideró “inevitable”― y a la condonación de la deuda catalana, cuestiones ajenas a la proposición de ley. “Aragón no se rinde”, remató Azcón, una fórmula que luego repetirían varios de sus compañeros. Alfonso Fernández Mañueco, de Castilla y León, argumentó que la amnistía “tendrá grandes efectos” para las comunidades “porque deja desprotegido el Estado autonómico al sentar un peligroso precedente para su supervivencia”. El valenciano Carlos Mazón apostó por un clásico del discurso de la derecha en su comunidad: acusar a Cataluña de “mirar por encima del hombro” con una “superioridad intolerable” y abrigar una “voluntad de expansión” hacia el sur. El murciano Fernando López Miras se extendió en deplorar que el Gobierno “torpedea los logros de la Transición”. La extremeña María Guardiola reveló una fecunda veta metafórica, con apuntes cinematográficos: el PSOE de Sánchez “ha pisoteado su rosa” y el Gobierno actúa como “un grupo salvaje que responde con fuego”. El chaparrón continuó con algunos senadores del PP, entre los que descolló Alfonso Serrano, mano derecha de Ayuso: el Gobierno y los independentistas “miccionan sobre todos los españoles”.

Después de cuatro horas encajando, por fin pudieron hablar los senadores socialistas. Todos acusaron al PP de usar la Comisión para un asunto que no le compete. Las palabras de Aragonès habían sentado como un tiro entre ellos, y el catalán Antonio Poveda rogó que no se haga caso a los “titulares electorales” del president porque “los ciudadanos ya no se creen ninguna de las propuestas independentistas”. Al final de una interminable sesión, el portavoz socialista, Juan Espadas, también minimizó las palabras de Aragonès: “Ha venido a hablar de su libro: referéndum y financiación singular. Pues mi grupo no va a apoyar ni una cosa ni otra”. En el PP nadie se dio por troleado.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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