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LA CRÓNICA

Reprobaciones a discreción en el Senado: Sánchez y Bolaños en una misma mañana

El PP hace valer de nuevo su mayoría absoluta, mientras los demás grupos lo acusan de convertir la Cámara en un “circo”

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante un encuentro con concejales, en la plaza de la Marina de Madrid, este miércoles.
Feijóo, rodeado de concejales del PP, este miércoles junto al Senado.Carlos Luján (Europa Press)
Xosé Hermida

Uno tras otro, los senadores salían a deplorar el ambiente que se ha instalado en la Cámara alta. Hubo quien habló de “actitudes tabernarias” o de “show”, y varios de ellos coincidieron en el término “circo”. Hasta Fernando Carbonell, de Vox, ese partido que llama al presidente del Gobierno “tirano” y “criminal”, lamentó que los parlamentarios “se aprovechen de su inmunidad” para cultivar el insulto.

Según se sucedían las lamentaciones, el ambiente se iba cargando más. La bancada del PP estalló en protestas cuando el socialista Alfonso Moscoso aludió a la antigua amistad del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, con un famoso contrabandista luego condenado por narcotráfico. La respuesta le llegó de inmediato, por boca de la popular Nidia Árevalo:

—Señor Moscoso, recuerde: si bebes, no conduzcas.

Los escaños populares lo celebraron con alborozo mientras las protestas brotaban ahora del lado de los socialistas. Después de tres horas, el debate parecía tocar fondo. Pero aún faltaba un punto del orden del día, sobre las amenazas a la prensa de Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta madrileña. Entonces intervino Alfonso Serrano, mano derecha de Isabel Díaz Ayuso en el PP regional, y habló en nombre de Rodríguez:

—Les manda saludos. Y si estuviese aquí, seguro que les daría fruta, porque es muy sana.

Así transcurrió la mañana entera en el Senado, donde el PP volvió a aprovechar su mayoría absoluta para disparar contra el Gobierno. Si hace un mes la Cámara alta aprobó la reprobación —simbólica y sin ninguna consecuencia legal— del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, este miércoles le llegó el turno al propio Sánchez y al titular de la Presidencia y de Justicia, Félix Bolaños.

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El pasado 13 de marzo, en una particularmente ácida sesión de control al Gobierno en el Congreso, Sánchez le dijo a Feijóo que si él hubiese tenido un amigo narcotraficante “no habría llegado ni a concejal de pueblo”. Como evocó este miércoles la senadora del BNG Carme da Silva, nadie del PP pareció entonces conceder mucha importancia a la frase. Ni el propio Feijóo, ni su secretaria general, Cuca Gamarra, ni su portavoz parlamentario, Miguel Tellado, que intervinieron a continuación, se detuvieron a afear su expresión al presidente. Tres semanas después, el PP llevó a Madrid a 300 ediles que portaban una chapa con la leyenda “soy un concejal de pueblo”, se fotografiaron con Feijóo frente al edificio del Senado y ocuparon toda la tribuna de invitados del salón de plenos. Los escaños populares los recibieron y los despidieron en pie, con una solemne ovación. Y con su mayoría absoluta en la Cámara alta aprobaron una moción reprobando al presidente por sus palabras.

Aquella frase que apenas suscitó controversia en su momento se volvió “famosa” de repente, o al menos así la calificó ahora el popular Fernando Priego. Una nueva “humillación”, en esta ocasión a los municipios, por parte de Sánchez. “Jamás en la historia de nuestra democracia”, reza el texto aprobado, “un presidente del Gobierno había atacado sistemáticamente al resto de administraciones e instituciones del Estado”.

Todos y cada uno de los aliados parlamentarios de Sánchez consideraron desafortunadas sus palabras, incluso le requirieron que se disculpe. Y todos y cada uno de ellos reprocharon al PP que aproveche su dominio sobre la Cámara alta para este tipo de maniobras. Las recriminaciones se sucedieron: “¿Van a reprobar a todo el mundo? ¿para esto sirve el Senado?” (Enric Morera, Compromís); “estamos al ruido y al circo” (Igotz López, PNV); “filibusterismo parlamentario” (Teresa Pallarés, Junts); “damos una imagen de país bastante deplorable” (Jordi Gaseni, ERC); “el PP pone a pleno rendimiento la maquinaria del fango” (Josu Estarrona, EH Bildu).

Antes de la reprobación a Sánchez, se debatió otra, también aprobada con los votos favorables del PP y Vox, a Félix Bolaños. En su caso por unas declaraciones en las que el ministro de la Presidencia y Justicia señalaba que la auténtica representación de la soberanía nacional reside en el Congreso y no en el Senado, así como por haber “filtrado y manipulado” el primer borrador del informe de la Comisión de Venecia sobre la proposición de ley de amnistía. Más protestas de la izquierda: “Están degradando el Senado para torpedear al Gobierno” (Carla Antonelli, Más Madrid); “es una deslealtad constitucional sin precedentes” (Antonio Magdaleno, PSOE).

El PP dio a entender que continuará con este tipo de reprobaciones. “Es una de las cosas más útiles que podemos hacer desde el Senado”, según dijo su representante Antonio Silván. La réplica se la dio Uxue Barkos, de Geroa Bai: “Podrán repetirlo las veces que quieran sin más eficacia que un titular ¿De verdad creen que con esta estrategia van a erosionar al Gobierno?”.

Tras las reprobaciones, la derecha impidió que prosperase una moción presentada por los socialistas para condenar las amenazas a la prensa del jefe de gabinete de Ayuso. En ese asunto se empleó a fondo Alfonso Serrano, secretario general del PP madrileño, quien, además de exhibir de nuevo la gracieta de la fruta, aludió así al mensaje de Miguel Ángel Rodríguez en el que amenazaba a una periodista del elDiario.es con “triturar” y “cerrar” su medio después de que este diese cuenta de los delitos fiscales de la pareja de Ayuso:

—¿De verdad han venido aquí a decir que el problema para la libertad de prensa en este país es un wasap de un jefe de gabinete autonómico? ¿pero están de broma?

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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