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Del pueblo al Vaticano: el coro de ancianos de Soria que sueña con conocer al Papa

Un orfeón de mayores de esta zona rural de Fuentearmegil, un pueblo de 150 habitantes, cantará en la Santa Sede tras el empeño del director del grupo

Coro Fuentearmegil
Ensayo del Coro de Fuentearmegil, en Soria, que actuará el 11 de febrero en el Vaticano.Samuel Sánchez
Juan Navarro

Rufino García solo conoce Roma por el NO-DO y las películas. Rufino tiene 80 años y se ubica atrás del coro de Fuentearmegil (Soria, 150 habitantes) no por travieso, que también, sino por motivos musicales. Los siete hombres se ubican tras las 14 mujeres de este orfeón aficionado, acostumbrado a actuar en pueblos sorianos y que este domingo tiene el gran concierto de sus vidas: cantar en el Vaticano. El director del coro, Héctor Díez, ha conseguido una invitación para actuar en la Santa Sede y cambiar las iglesias sorianas por las instancias papales. Sus veteranos cantores, algunos de los cuales jamás han cogido un avión o salido de España, ansían este reto con ilusión infantil. Los cantos han unido a personas víctimas de la soledad rural, entretenidas en ensayos e interpretaciones, ante la oportunidad de demostrar sus capacidades en un lugar inimaginable cuando empezaron a cantar.

“¡Vamos con un aleluya!”, exclama Díez, de 54 años, educador para adultos con la soltura de muchos años de experiencia por la provincia soriana. El director menea los brazos como si espantara un belicoso enjambre y la banda modula sus voces y timbres al son de una batuta imaginaria. El hombre luce media melena larga y canosa y viste con una camiseta de Motörhead, aunque para heavy la hazaña de llevar a sus pupilos a los dominios del papa Francisco.

Ensayo del Coro de Fuentearmegil, en Soria.
Ensayo del Coro de Fuentearmegil, en Soria.Samuel Sánchez

“¡Rufino, no seas gamberro!”, vigila el jefe, mientras relata una aventura iniciada hace casi un año, cuando se dijo: “Yo tengo que llevar aquí a mis chavales [se desatan cuchicheos complacidos por quitarles décadas de encima]”. Los trámites tomaron forma y en octubre supieron la fecha: el domingo 11 de febrero. Por ello han multiplicado los ensayos, hasta tres semanales contra los uno o dos habituales, y algunos nervios se disparan entre la comitiva, habituada a música religiosa, villancicos y canciones tradicionales.

El grupo sabe cantar en latín, hebreo, alemán, italiano, inglés, catalán, gallego y euskera y cuenta con nueve miembros de Fuentearmegil y otros seis de la zona, así que han reclutado a algún cantor más de localidades cercanas para contar con efectivos suficientes. Díez creó este coro y el de Alcubilla de Avellaneda hace 10 años, pero el coronavirus causó algunas bajas y graves secuelas en personas de este último y solo queda activo el de este pueblo.

La banda, que ensaya en unas escuelas en desuso desde hace décadas, la conforman personas de entre 45 y 84 años, con José Ángel Esteban como el más joven. “Esto es la hostia”, proclama. La más talludita, Consuelo Encabo, canta con firmeza porque “en mi casa han sido músicos”. Ella, de jovencita, cantaba y manejaba el acordeón. “Mi hijo toca de todo un poco… pues no sabrá de nada”, afirma con la eterna resignación soriana ante las risas de la sala, donde sí alaban la capacidad artística del vástago. Ella no viajará porque tiene que cuidar de su marido, dependiente. Rufino toma la palabra para valorar los esfuerzos de Héctor Díez. “Es duro con nosotros, pero tendremos que mantearle como agradecimiento, soñamos con conocer al Papa”, agradece y amenaza el soriano, olvidando por un momento los estragos de la osteoporosis.

El entrenamiento avanza entre osanas en el cielo, Señor ten piedad y folclores populares como La torre de mi pueblo, una jota, quién sabe si del gusto de Francisco. El sol del atardecer asoma por los ventanales y tiñe de dorado a Santos Izquierdo, de 67 años, como un iluminado sobre quien la música celestial obra milagros: ni el sonotone de su oreja izquierda ni su tartamudez le impiden triunfar como barítono. El corifeo explica que la disfemia se halla en otra parte del cerebro y que no afecta al cantar. El susodicho viste de traje porque se engalana para los ensayos y será uno de los tres sorianos que aprovechará la ocasión para conocer el extranjero. Nunca es tarde.

Siete hombres y 14 mujeres componen el Coro de Fuentearmegil, en Soria.
Siete hombres y 14 mujeres componen el Coro de Fuentearmegil, en Soria.Samuel Sánchez

El coro relata con nostalgia sus currículums musicales. Fermín Cabrerizo canta desde los seis años y tiene como máxima hazaña hacerlo en la misa del Gallo en la catedral de Valladolid; Maribel Pascual vivía en Barcelona y allí entonaba a los 15 hasta que, de vuelta a Soria, se lanzó: “Me daba algo de vergüenza, pero tenía el gusanillo”. La complicidad del grupo y la dirección de Díez engrasa los ánimos en localidades en grave peligro de despoblación, muy envejecidas y con pocas opciones de ocio activo para los mayores más allá de estos ensayos y las merendolas posteriores.

María García, de 74 años, se desplaza desde Langa de Duero por una carretera de paisajes tan espectaculares de día como aterradores de noche, con nieblas densas y nula cobertura: “¡Cualquier día si me pasa algo me comen los zorros!”. Todo esfuerzo compensa cuando se juntan, charlan de sus cosas, chinchan a los compañeros y alzan sus voces con la Santa Sede como próximo destino.

La cita termina entre consejos de Héctor Díez especialmente dirigidos a los novatos en los aviones. Primero describe cómo preparar la maleta —¡Va a caer el diluvio universal, os aviso!— y luego alecciona sobre los atracos de los aeropuertos: “Tenéis que traer un bocadillo de jamón de casa, que allí cuesta 12 euros”. Sus pupilos asienten cuando les informa sobre cómo llevar una botella de agua para superar el control de la terminal. Hasta este domingo, la única coincidencia en las últimas décadas entre el Vaticano y Fuentearmegil ha sido el número de nacimientos. En Roma, por la fe; en Soria, por la falta de fe en la vida rural.

Partitura de 'Señor ten piedad', del Coro de Fuentearmegil.
Partitura de 'Señor ten piedad', del Coro de Fuentearmegil.Samuel Sánchez

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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