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MENSAJE DE NAVIDAD DEL REY
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El Gobierno valida las preocupaciones del Rey

El discurso de Felipe VI, que este año ha querido abordar no lo cotidiano sino lo esencial —la existencia de España—, deja recados para distintos actores políticos: todos pueden darse por aludidos

El rey Felipe VI, durante su discurso de este domingo.
El rey Felipe VI, durante su discurso de este domingo.Francisco Gómez (CASA S. M. EL REY)
Anabel Díez

Si la vieja nación española fuera el Reino Unido, el discurso pronunciado esta Nochebuena por Felipe VI habría sido elaborado íntegramente en La Moncloa. El rey Carlos III abre el año político con las manifestaciones del Gobierno británico, sea el que sea su signo político. En España, la Constitución de 1978 establece las funciones del Monarca y, por otro lado, el uso y la costumbre han consolidado la capacidad del jefe del Estado para salirse del estricto discurso gubernamental y poner los énfasis donde estime más oportuno, sin chocar con el jefe de Gobierno porque el Ejecutivo visa el discurso antes de que sea grabado. El texto escrito este año por Felipe VI era conocido por La Moncloa antes de cerrarse, como siempre. No es el lenguaje gubernamental, pero tampoco abrirá una crisis institucional a pesar de que el Ejecutivo era consciente de que iba a dar lugar a interpretaciones que colocan al Rey frente al Gobierno.

Felipe VI podía haberse extendido en las “otras preocupaciones” que enumeró, para dejar claro que es consciente de los problemas de millones de ciudadanos, pero en esta Navidad de 2023 ha decidido trascender de lo cotidiano a lo esencial: la existencia de la nación. Al jefe del Estado le preocupa la vigencia de la Constitución y ha querido subrayar que no basta con respetarla, sino que hay que conservar su razón de ser como “pacto compartido”. Al Rey le preocupa, además, “España”: su prestigio y su unidad.

El mensaje del Navidad del rey Felipe VIFoto: Ballesteros | Vídeo: EPV

El discurso de alarma de Felipe VI, en el que con una utilización cuidada de los tiempos verbales coloca los peligros como hipótesis y no como realidades, encaja con los tiempos de extremada polarización y de tremendismo político. Al Rey le insultan grupos minoritarios de extrema derecha; se azuza una campaña contra la Reina; el PP pone en presente los temores del Monarca como si fuera un hecho que el Gobierno democrático hubiera asaltado al resto de los poderes del Estado y el desguace de la nación hubiera empezado su andadura. No ayuda a la tranquilidad del Rey, tampoco a la de muchos españoles, que los partidos independentistas catalanes se salgan de la literalidad de lo acordado con el Gobierno y reiteren que su objetivo es la independencia. Siempre fue y será así. Lo preocupante, también para el Ejecutivo, es la insistencia en colocarla como camino a recorrer más pronto que tarde, aunque en esto el Gabinete de Pedro Sánchez es firme: no hay ninguna posibilidad de abrir la puerta a la autodeterminación de Cataluña.

El Monarca ha puesto sobre la mesa las tensiones institucionales con el poder judicial, la ley de amnistía —sin mencionarla— y la realidad de que una parte de los ciudadanos de comunidades históricas aboguen por la segregación. El Gobierno puede, y con seguridad lo hace, singularmente su presidente, Pedro Sánchez, tranquilizar al Rey. No en cuanto a la ley de amnistía —esa norma se aprobará— pero sí respecto a todo lo demás. El PSOE va a defender la Constitución, no va a permitir un referéndum en Cataluña, bloqueará cualquier intento de sus socios externos de que jueces vayan a ser examinados en comisiones de investigación del Congreso y el prestigio de España está garantizado a pesar de que el PP extiende las controversias nacionales fuera de la nación para que desde Bruselas se “ayude” a España a no caer en el pozo de una dictadura. Así se extrae de los testimonios de las últimas horas de interlocutores socialistas. De la lectura del discurso de Felipe VI se pueden interpretar avisos no solo al Gobierno. Si se quiere, diversos actores políticos pueden darse perfectamente por aludidos.

Cuando la economía está en caída sus efectos son demoledores para el Gobierno en ejercicio; ahora, según el CIS de esta semana, preocupa más la política (a un 67%) que la economía (33%). No hay certeza alguna, sin embargo, de que la polarización política y las opiniones contrarias a la ley de amnistía en el electorado socialista vayan a perjudicar al PSOE en próximas elecciones autonómicas y europeas. Los estudios de opinión no establecen hoy cataclismos electorales.

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Si España fuera el Reino Unido y su Gobierno hubiera decidido incluir en el discurso del Monarca la defensa de la futura ley de amnistía, Felipe VI tendría que haberlo leído sin el menor reparo. No es el caso. Tampoco hay sospecha de que el PSOE observe el menor titubeo en defender a la Corona, al rey Felipe VI y a la princesa Leonor, como declaró Pedro Sánchez el 31 de octubre tras el acto de juramento de la Constitución de la princesa de Asturias. Sobre eso no ha habido cambio en 45 años.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).
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