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Secuestrado dos veces en una semana: la tortura del dueño de un bar por no pagar la extorsión

La Policía detiene a siete personas en distintos puntos de Málaga por raptar en dos ocasiones al dueño de un bar de Estepona que se negó a abonarles 5.000 euros al mes que le exigían

Imagen de archivo del paseo marítimo de Estepona.
Imagen de archivo del paseo marítimo de Estepona.Garcia-Santos (El Pais)
Nacho Sánchez

Encapuchado, con gafas de sol y bajo un abrigo a pesar del calor, un hombre se presentó en la comisaría de Policía Nacional de Marbella al mediodía del domingo 4 de junio. Debajo de la ropa y los complementos escondía heridas incisas, contusiones, quemaduras, ojos morados, e incluso bridas en los pies. Acababa de sobrevivir a una noche de tortura y doce horas de secuestro. Acudía para denunciarlo. Lo peor es que no era la primera vez. El domingo anterior ya había declarado ser víctima de otro rapto. La investigación acabó un mes más tarde con el arresto de siete hombres de nacionalidad francesa de entre 29 y 50 años. Los implicados son miembros de una organización dedicada a la extorsión, el secuestro y el tráfico de drogas. Entre los efectos que se le han incautado en sus casas hay varias armas, entre ellas un bolígrafo pistola, y numerosos kilos de marihuana y hachís.

El denunciante es un empresario con varios negocios. Uno de ellos es un bar en la urbanización Cancelada, al este de Estepona, ya cerca de Marbella. Lo había abierto apenas unos meses antes. Allí empezó su semana de pesadilla. La madrugada del domingo 28 de mayo un grupo de hombres se acercó al local; lo metieron a la fuerza en un coche y lo llevaron maniatado a una zona apartada de la Sierra de Mijas. Allí le amordazaron, le golpearon en la cabeza con la culata de una pistola y le dijeron que debía pagarles 5.000 euros cada inicio de mes y que, si no lo hacía, iba a tener problemas. El rapto duró unas cuatro horas y tras las amenazas lo dejaron cerca de un centro comercial en Fuengirola. No fue a comisaría hasta el 1 de junio. Relató lo ocurrido, pero aportó poca información porque no conocía a los secuestradores.

El denunciante intentó seguir con su vida. Y justo siete días después la historia se repitió. El mismo grupo se acercó de nuevo a su establecimiento en la madrugada del domingo 4 de junio. Lo introdujeron a golpes en la parte trasera de un vehículo. Su pareja, que estaba presente, alertó a la Policía Nacional. Mientras trataban de localizarlos, el grupo criminal viajó con el hombre alrededor de dos horas por carretera, primero por los peajes de la autopista, luego por autovía y más tarde por una serie de caminos que a la víctima le parecieron laberínticos. Era una casa de campo a las afueras de Vélez-Málaga, en la Costa del Sol oriental, donde el narco lleva varios años haciéndose fuerte. Le pusieron bridas en pies y manos y lo amordazaron. “Y allí se ensañaron con él”, relatan fuentes policiales. La lista de golpes y torturas que recibió es larga: cortes con armas blanca, puñetazos, golpes con la hebilla de un cinturón, quemaduras con cigarros, puñetazos en la cabeza y los ojos. “Lo tuvieron toda la noche y le dieron una paliza muy contundente. Estaba reventado”, insisten las mismas fuentes. Lo liberaron doce horas después cerca de Marbella. Y en ese estado, renqueante e intentando ocultar las heridas bajo ropa de abrigo, acudió por segunda vez en una semana a la comisaría.

Extorsión, robos y narcotráfico

Esta vez su relato contenía algo más de información. Describió escasamente a sus captores, a quienes desconocía, pero recordaba algo del viaje por carretera y el tiempo que estuvo en el coche. Los agentes trataron de reconstruir entonces ese viaje gracias a decenas de cámaras de seguridad. Vieron cómo el coche de los agresores se trasladaba desde Estepona hasta las cercanías de Vélez-Málaga y, poco a poco, consiguieron identificar a todos los implicados en el doble secuestro. Se trataba de un grupo criminal formado por ciudadanos franceses dedicado a todo tipo de delitos: de la extorsión y secuestros a traslados de droga o robos a otras organizaciones. “Se dedican a cualquier cosa ilegal que les dé mucho dinero”, insisten fuentes de la investigación, que destacan que los raptos son un medio para exigir dinero, pero también para intentar obtener información que les permita saber dónde hay droga o quién la custodia para poder quitársela de manera violenta. “De muchos de estos casos no tenemos conocimiento porque se arreglan entre ellos, pero a veces están acorralados y alguno viene a pedir ayuda a comisaría”, señalan las mismas fuentes. Es lo que ocurrió en esta ocasión.

Un mes después de las denuncias, los agentes del grupo de Crimen Organizado de Marbella y sus colegas de la Comisaría Provincial de Málaga realizaban las detenciones tanto en la casa utilizada para el rapto en Vélez-Málaga como en otros domicilios de la organización en Alhaurín de la Torre, Mijas y Benalmádena. Ante la peligrosidad de los delincuentes contaron con el apoyo tanto de medios aéreos como de Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES) y miembros de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de distintas comisarías malagueñas. En las viviendas se intervinieron 22 kilogramos de marihuana, casi seis de hachís, dos vehículos, placas de automóvil robadas y distintas armas de fuego. Entre ellas, un bolígrafo pistola que ha sorprendido a los agentes implicados en la investigación.

A los siete arrestados se les imputan los delitos de secuestro, lesiones, pertenencia a organización criminal, tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas. Tras su puesta a disposición judicial, tres de ellos quedaron en libertad provisional y los cuatro restantes ingresaron en prisión provisional.

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