Un millar de manifestantes se concentra ante la sede del PSOE tras 15 días consecutivos de protestas
La asistencia baja considerablemente con respecto a la concentración de este jueves, cuando se reunieron 4.000 personas coincidiendo con la investidura de Pedro Sánchez, según datos de la Delegación del Gobierno
Se cumplen 15 días de protestas diarias contra la ley de amnistía en los alrededores de la sede federal del PSOE y el número de asistentes ha disminuido tras el repunte de este jueves, coincidiendo con la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Según Delegación del Gobierno, la protesta de hoy ha concitado a 1.000 personas, frente a las 4.000 que se concentraron en la madrileña calle de Ferraz.
Algunos asistentes comentaban a las 20.30 la bajada en la participación en el cruce de la calle de Ferraz con calle de Marqués de Urquijo. “¿Somos pocos hoy, no?”, pregunta un hombre que está de pie junto a la valla. En las primeras líneas de protesta y en las escaleras del Santuario del Corazón Inmaculado de María se reúnen, sobre todo, gente mayor. “¿A qué hora vendrán los encapuchados?”, pregunta una mujer para saber el momento en que entiende que debe volver a casa. Este jueves, un grupo de encapuchados ocupó las primeras líneas junto a la valla, la tumbó, lanzó latas y botellas y, finalmente, desató los enfrentamientos que comenzaron sobre la medianoche y terminaron con el desalojo de la zona.
Este viernes en la noche, nuevamente abundan los cacheos policiales en la entrada de Marqués de Urquijo con la calle de Princesa. Los agentes paran sobre todo a hombres y alguna mujer que lleve bolso o mochila. “No latas”, les advierten a los asistentes. Pero en la valla, desde las ocho de la tarde, ya han volado algunas latas de cerveza hacia los periodistas que están al otro lado. Un grupo de jóvenes ha trasegado algunos minutos para colgar en un semáforo un cartel con el rostro de Pedro Sánchez. “¡Que lo cuelguen!”, han gritado, triunfales, cuando han logrado que el cartel se enrede en el semáforo sin caerse.
“Estamos en el 36″, asegura junto a la valla el hombre que ha comentado la menor asistencia. “No. Estamos en el 34 y, ahora sí, vamos para el 36″, le dice, sonriente, un joven, de los pocos que hay en el frente, por ahora.
Los manifestantes han cambiado las muñecas inflables por carteles con mensajes de “Se vende”. Son cerca de un centenar y cada aviso vende un artículo distinto: el Valle de los Caídos, las exhumaciones, el aceite de litro, los papeles de los menas (término despectivo contra los menores migrantes no acompañados), las rebajas penales, el Sáhara Occidental, la dignidad periodística. Y lo que los ha desatado las última dos semanas: los siete votos afirmativos de Junts para hacer posible la investidura de Pedro Sánchez.
Poco antes de las 22.00, han comenzado a subir los ánimos en la calle. Un grupo de manifestantes ha comenzado a sacudir con bastante fuerza las vallas y la Policía ha hecho la primera advertencia, la que viene minutos antes de la carga: “Atención... les habla la Policía”, ha dicho un agente por el altavoz. Las Unidades de Intervención Policial (UIP) han comenzado a cerrar filas en los alrededores de la intersección. “A por ellos, oé”, cantan unos centenares de jóvenes, cada vez más alterados.
Hacia las 23.15, el diputado de Vox Javier Ortega-Smith apareció para enfrentarse a la Policía, a la que ha acusado de “retener” ilegalmente a los manifestantes en la zona acordonada. Smith ha acusado a un agente de tener “cara de mala hostia” y le ha recordado que ya sabe que “no les pagan mucho”. Minutos antes, Smith se ha dirigido a los agentes de Policía para mostrar su descontento por el “desproporcionado” despliegue policial exhibido en Ferraz. “Si para desmovilizar a 25 chavales con la bandera de España necesitan esto, hay que mejorar las pruebas de selección de la UIP. Agentes, lo siento pero esta noche no tendréis la oportunidad de dar porrazos”. Entretanto, en Ferraz los manifestantes que quedan, al menos un centenar, han ganado algunos metros, después de tumbar la valla.
Las movilizaciones se han venido sucediendo a diario desde el pasado 3 de noviembre y han reflejado unos niveles de afluencia y de disturbios dispares en función de la jornada. Las primeras convocatorias lograron reunir a miles de asistentes que mostraban ya no solo un firme rechazo a los acuerdos entre el PSOE y los partidos independentistas catalanes, sino también una gran agresividad contra la prensa y la Policía. Uno de los puntos álgidos se vivió el martes 7 de noviembre, en la que una columna de manifestantes se desplazó hasta el Congreso cruzando Plaza España, Gran Vía y Cibeles sin control policial. Tras la protesta, cientos de ultras incendiaron contenedores, vehículos y se contabilizaron 39 heridos. Además, el jueves 9 de noviembre, más de 8.000 manifestantes registraron el récord de afluencia a estas concentraciones coincidiendo con la festividad de la Almudena y con la firma del pacto entre el PSOE y Junts.
Las últimas fechas previas a la investidura de Sánchez reflejaron un bajón tanto en la cantidad de manifestantes como en la intensidad de las protestas. La Policía cada vez disolvía las concentraciones con más facilidad y los momentos de tensión apenas duraban minutos, aunque la mayoría parlamentaria que ha cristalizado su apoyo al candidato socialista ha reavivado la llama de los ultras que a diario lucen banderas franquistas y lanzan cristales, bengalas y petardos contra los profesionales de la información y los agentes desplegados en la zona.
La Delegación del Gobierno en Madrid elevó hasta 4.000 el número de personas que se manifestaron este jueves, el doble que en la jornada anterior. Además, se produjo una decena de detenciones y se recuperaron niveles de agresividad no vistos desde las primeras movilizaciones.
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