Lío por las faldas del uniforme en un colegio de Granada que exige que niñas y niños usen pantalón
El centro religioso Sagrada Familia-Pureza de María cambia la ropa escolar de las alumnas de primero de Primaria y varios padres protestan contra la medida
El colegio religioso concertado Sagrada Familia-Pureza de María de Granada ha tenido un inicio de curso revuelto. Y todo por las faldas. Este 2023-24, las niñas de primer curso de Primaria, las de seis años, no pueden ir a clase con falda. Obligatoriamente, han de vestir pantalones. Y eso tiene enfadados a muchos padres y madres, y no solo a los de esas niñas. Molestos ante esta decisión de la dirección, las familias han contratado una abogada para que medie e intente encontrar una solución con el colegio. Las familias no quieren negociar cara a cara porque, explica la letrada, tienen miedo a represalias contra sus hijas y prefieren evitar que la dirección del centro identifique a los padres y madres quejosos.
María Santolalla es la letrada responsable de negociar con la directora del colegio el futuro de la vestimenta escolar de las niñas. Los antecedentes de la prohibición se remontan, explica, a 2019. Ya entonces, el colegio comunicó su decisión de prohibir la falda. Advirtieron en aquel momento, dice, de su intención de “unificar los uniformes para que niños y niñas llevaran pantalón exclusivamente. Lo harían, según dijeron, de modo gradual”. Eso levantó algunas protestas. Las familias exigían tener libertad para decidir si sus hijas iban con falda o pantalón. Recogieron firmas entonces y las entregaron en el colegio, pero la pandemia paralizó la iniciativa y no fue hasta marzo pasado cuando la dirección del colegio retomó la idea y volvió a hacerla pública: el inicio del curso 23-24 sería con las niñas de primero de Primaria vistiendo solo pantalones. Y a partir de ahí, curso a curso, la medida se implantaría en todos los niveles.
“En realidad, la prohibición afecta mucho más que a las niñas de Primaria”, comenta la letrada, “porque en la tienda han dejado ya de vender faldas de cualquier talla. Eso significa que, quien no tenga faldas de sobra en casa, ya no la puede comprar y se ve obligada a vestir pantalones aunque no quiera”. Efectivamente, en la versión online de la tienda ya no hay faldas en venta ni mención a ellas como parte del uniforme obligatorio para los estudiantes de Primaria y Secundaria. En Bachillerato, por otro lado, no hay obligación de vestir de forma unificada y, en la banda de edad más joven, en Infantil, han de ir con chándal.
Este diario ha contactado tanto con el colegio granadino como con el colegio de Sant Cugat (Barcelona), donde radica la dirección de los diferentes centros repartidos por España de las Religiosas Pureza de María, de la que depende el colegio granadino, pero no ha sido posible escuchar su versión, ni en el ámbito local ni en el nacional. En ambos casos, han explicado que las directoras estaban muy ocupadas y que valorarían devolver las llamadas, algo que no ha ocurrido.
Motivos pedagógicos sin concretar, evitar el frío, la practicidad o la comodidad son los argumentos que, cuenta la letrada, ha hecho públicos la jefatura de estudios del centro andaluz. También insisten en que es una decisión de todos los centros de esta congregación, algo que niega un padre: “El colegio de Granada culpa a la congregación y que en los 13 colegios se ha obligado también al uso del pantalón. No es cierto. En Madrid, Palma, etcétera, se pueden seguir comprando faldas a día de hoy.” Sin embargo, en Bilbao, cuenta Santolalla, están pasando un proceso similar. “Esta semana se han puesto en contacto conmigo padres de la Pureza de María de Bilbao y están totalmente de acuerdo con lo que estamos reivindicando y quieren unirse”, dice la abogada.
A pesar de los avisos desde marzo, la realidad es que el primer día de este curso muchas familias llevaron a sus niñas de primero de Primaria con falda, lo que no gustó a las monjas que rigen el centro. Según la abogada, estas “cogieron a las niñas y les explicaron que incumplían las normas. ¡Son niñas de seis años!”, puntualiza con un punto de molestia.
Santolalla, que comenta que no sabe exactamente a cuántas familias representa porque su contacto es una sola persona que actúa en nombre de los demás, ha tenido una única charla con la dirección del colegio. Los primeros días de curso, ante el revuelo, “me llamó un día la directora muy exaltada. Le pedí una reunión en la que estarían algunos padres y me dijo que no”, cuenta. “La directora me dijo que no, que conmigo no, pero que con los padres se reuniría individualmente. Los padres, claro, no quieren ir de uno en uno”. El colegio cuenta con tres líneas por curso, lo que equivale a entre 60 y 70 alumnos y, en su caso, esas mismas reuniones de uno en uno con los padres.
Este periódico ha hablado con padres y madres, pero nadie quiere identificarse públicamente. “El colegio solo quiere saber quiénes somos, pero tenemos miedo de represalias hacia las niñas. ¡Qué más firmas necesitan que las que dimos a través de los delegados de clase!”, dice una madre que no da su nombre. Se refiere a las 530 rúbricas que entregaron en el colegio en cuanto se volvió a hablar de la prohibición de la falda. Otros padres también prefieren hablar de forma anónima.
Miedo a represalias
“Nos dicen que es una decisión de la congregación por motivos pedagógicos. Me gustaría conocerlos. Soy la primera que quiere lo mejor para mi hija”, señala una madre. “La solución”, añade otra, “no es irnos del colegio. Tomamos la decisión [de que estudiaran aquí nuestros hijos] cuando matriculamos a nuestro primer hijo. Las demás hermanas vienen detrás. Si pudiéramos dar marcha atrás, no habríamos matriculado al primero por la transgresión que están haciendo ahora. Si lo llego a saber...”. Las familias tienen hijos en otros cursos, quieren mantenerse en el centro por encima de todo y por eso aguantan la situación, según la abogada.
Tras las advertencias de los primeros días, ya apenas ninguna familia lleva a su hija con falda. “Hay una madre que aguanta”, dice la abogada, que narra que no es fácil la situación porque el conflicto va a más poco a poco. “Las monjas están dando su mensaje a las clases, hasta el punto de que los propios niños de 6 años increpan a sus compañeras que llevan faldas. Muy triste todo”, comenta uno de los padres tres semanas después del inicio del colegio.
En este punto, la negociación que los padres pretenden llevar adelante no es todo o nada, dicen. “Sencillamente, quieren poder elegir entre falda y pantalón y les gustaría poder votarlo”, narra la negociadora, “pero el colegio está cerrado a esa opción por ahora”. Los argumentos del colegio para mantener la obligatoriedad de pantalón, según cuentan las familias, son que se avisó hace meses y que al principio de curso dieron a firmar una normativa que dejaba claras las condiciones. La normativa de convivencia que aparece en la web del colegio, por otro lado, no menciona exactamente nada respecto a la vestimenta, más allá de consideraciones generales sobre que “se vestirá el uniforme completo conforme al modelo establecido”, algunas aclaraciones sobre el color de los zapatos o deportivas, los complementos —”discretos y correctos”— y la prohibición de “piercing, uñas pintadas, tintes estridentes, maquillajes…”
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