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Cae la banda de narcos de El Rifeño, que recibió a tiros a la Guardia Civil

Hasta 31 integrantes de esta organización de narcotraficantes han sido detenidos en Almería, a los que se les han intervenido explosivos, armas de asalto, cócteles molotov y tres toneladas de hachís

Operación Palma
Dos guardias civiles detienen a un miembro del clan de El Rifeño, en la provincia de Almería.Guardia Civil (Guardia Civil)

El verano pasado unos narcotraficantes recibieron a tiros a la Guardia Civil en Almería. Fue el jueves 9 de junio, en los alrededores de la ermita de Torre García, dedicada a la Virgen del Mar. Los agentes habían iniciado una investigación dos años antes y tenían bien vigilado el alijo que se iba a producir aquel día, pero no se esperaban que abrieran fuego contra ellos porque nunca antes les había pasado. “Siempre van armados, pero jamás las habían usado contra nosotros”, cuentan fuentes del caso. El tiroteo acabó con 11 personas detenidas y se convirtió en la primera fase de una operación que permitió arrestar a otras 20 personas más a finales del año pasado que ha permitido desmantelar una de las organizaciones más fuertes y peligrosas asentadas en tierras almerienses a la que se han intervenido subfusiles de asalto, cócteles molotov y explosivos, además de tres toneladas de hachís. La mayoría de sus integrantes está ya en prisión. Entre ellos su líder, conocido como El Rifeño por sus orígenes familiares en las montañas del Rif (Marruecos), aunque es español.

Aquellos disparos no fueron casualidad. Eran la respuesta de la organización a un problema que habían tenido dos meses antes. Entonces, tras realizar un alijo en la costa almeriense otro grupo de narcotraficantes les asaltó. Les dispararon e incluso embistieron a uno de sus BMW de alta cilindrada para sacarlo de la carretera. Iba cargado de hachís, mercancía que les quitaron. La Guardia Civil encontró al día siguiente el vehículo en una cuneta con dos impactos de bala, dos pistolas en su interior y sin los asientos de atrás para colocar la droga. No se sabe quiénes realizaron aquel vuelco —como se denomina a los robos entre narcos— pero sí impulsó a la banda a contratar medidas de seguridad e incluso cambiar su habitual punto de alijo en la playa de El Palmer, una estrecha franja costera llena de rocas perteneciente al término municipal de Énix, al este de la capital almeriense.

En Énix alijaban hachís desde, al menos, julio de 2020. Fue cuando la primera vez que la Guardia Civil detectó la actividad de la organización y significó el arranque de una investigación que se ha desarrollado durante más de tres años, tiempo que sirvió para identificar a sus miembros y conocer su forma de trabajo. Supieron que siempre iban armados y que su método era más o menos el mismo: el uso de embarcaciones de alta velocidad, desembarco en la misma playa y traslado posterior de la mercancía en vehículos de alta cilindrada —desde Mercedes Clase E 60 hasta BMW con motores de 300 caballos— a un inmueble de la zona, que ejercía de guardería. A lo largo del tiempo, los agentes siguieron la actividad del grupo, tanto la descarga de droga como otras operaciones más destinadas a la logística, como el traslado de gasolina para las lanchas. También frustraron algunas operaciones de desembarco, ya que su presencia obligaba a los narcos a dar media vuelta con la carga a pesar de encontrarse a punto de tocar tierra.

La información de que los alijos se realizaban siempre en la misma zona no solo la tenía la Guardia Civil. También disponía de ella otro grupo de narcotraficantes. Fueron quienes a principios de 2022 esperaron al desembarco de cientos de kilos de hachís, a que estos fueran cargados en vehículos de alta gama y, durante su traslado, desvalijaron a sus rivales disparando y golpeando sus vehículos. Para evitar futuros robos, la organización decidió entonces hacer algunos cambios. El primero fue modificar la ubicación. Dos meses más tarde, cuando la lancha se acercaba al punto habitual, ya cerca de tocar tierra, dio un giro en el último momento. Intentaban así despistar a cualquiera que les tuviese vigilados. Fue cuando se dirigieron hacia la ermita de Torregarcía. El segundo fue contratar refuerzos para la seguridad.

Tiroteo junto a la ermita

Estos efectivos, de hecho, habían levantado un dispositivo para mantener controlada la nueva zona para el alijo, habitualmente muy tranquila. Habían instalado allí cadenas de pinchos en los accesos para atajar los vehículos policiales en caso de que llegaran e incluso se hicieron pasar por agentes de la Guardia Civil para detener a un coche que se acercaba. Eran tres almerienses que se habían desplazado para hacer deporte, a quienes los delincuentes les quitaron los teléfonos móviles y las llaves del coche y los retuvieron. Entonces llegaron numerosas patrullas del Instituto Armado, que fueron recibidas a tiros. Los agentes respondieron —nadie resultó herido— y tras el tiroteo y el revuelo posterior consiguieron detener a once personas. Algunos integrantes de la organización consiguieron escapar de la zona y se dirigieron justo a un inmueble en el que solían guardar la droga y que los investigadores ya tenían localizado. Tras la entrada y registro del lugar fueron hallados varios vehículos de alta cilindrada, material táctico militar y una diana con impactos de bala, algunas de subfusil de asalto: además de almacén, el lugar servía para el entrenamiento del personal.

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Meses más tarde, la operación —denominada Palma y desarrollada por el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil en Almería— concluyó en noviembre del año pasado, aunque ha sido dada a conocer hoy. Entonces realizaron nuevos registros y la detención de 20 personas más, la mayoría de nacionalidad marroquí y residente en la provincia almeriense, salvo una persona en Melilla y otra en Barcelona, ciudades a las que se habían fugado tras los primeros arrestos. También cayeron varios españoles ligados sobre todo con la logística y, uno de ellos, dispuesto a vender dos kilos de explosivos a este u otro grupo criminal.

De las 32 personas detenidas 19 están ya en prisión. Entre los arrestados se encuentra el líder de la banda, El Rifeño, que acumula dos más. Una mientras participaba en un alijo y otra por sus vinculaciones con otra organización de narcotraficantes. Mantenía una vida tranquila y sin lujos en la zona de La Urban, en Roquetas de Mar, una zona de casas con piscina en la que también residían sus lugartenientes. El resto de los miembros de la banda vivía en pisos pagados por los narcotraficantes en el entorno. “Pasaban desapercibidos y no ostentaban su riqueza, pero vivían muy bien”, subrayan fuentes de la investigación. Además de sus viviendas, fueron también registrados ocho talleres y naves industriales en las localidades de Huércal de Almería, Vícar y Almería capital.

Entre las intervenciones y los registros policiales se han intervenido 3.055 kilos de hachís, 30 vehículos —una decena de ellos de alta gama— y diferentes armas: un subfusil y seis pistolas, además de chalecos antibalas y material táctico militar. También sistemas de pinchos extensibles para neutralizar vehículos, cócteles molotov, once cartuchos de explosivo amonita y tres narcolanchas, entre otros efectos y material informático que ha sido analizado. La operación sigue abierta a falta de cerrar algunos flecos, como la detención de algunos miembros del grupo aún en busca y captura. Las actuaciones judiciales están en manos de los Juzgados de Instrucción 2 y 3 de Almería y están impulsadas por la Fiscalía Antidroga de Almería.

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