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El PSOE se estrella en municipios y autonomías pese a que su pérdida de votos fue discreta en muchos territorios

La desaparición de Unidas Podemos fue decisiva para la pérdida de poder de los socialistas en distintas zonas

José Marcos
Periodistas en el exterior de la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, donde se reunió la dirección del partido para analizar los resultados del 28-M.
Periodistas en el exterior de la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, donde se reunió la dirección del partido para analizar los resultados del 28-M.Chema Moya (EFE)

Pedro Sánchez ha resistido la tentación, jaleada a lo largo de la legislatura por los sectores más críticos del PSOE con Unidas Podemos, de romper la coalición de Gobierno. El presidente siempre tuvo claro que necesitaba a su lado a la izquierda a la izquierda del PSOE. Aunque fueran unos socios mal avenidos. Sánchez aguantó las presiones de los barones incluso a principios de año, cuando todo el escalafón del socialismo era un clamor contra la negativa de Unidas Podemos a reformar la ley del solo sí es sí para atajar la rebaja de condenas y excarcelación de delincuentes sexuales. La razón era puramente pragmática. El secretario general de los socialistas era plenamente consciente de que su reelección dependía no solo de la fortaleza del PSOE, sino también de todo ese espacio que Yolanda Díaz aspira a liderar en unas negociaciones exprés con Podemos. El 28-M dejó claro hasta qué punto el poder territorial de los socialistas estaba condicionado por la supervivencia de Podemos y sus confluencias. La consecuencia de su desaparición en los Parlamentos de la Comunidad Valenciana —donde tenía 8 escaños— y Canarias (4) fue inmediata: Ximo Puig y Ángel Víctor Torres perdieron automáticamente la presidencia de esas comunidades. El resultado fue especialmente doloroso para el presidente valenciano, que logró 54.000 votos más que en 2019 (y 4 escaños a costa de Unidas Podemos), elevando el porcentaje de voto del 23,87% al 28,35%.

“Esperábamos forjar una mayoría de progreso gracias a la movilización del electorado progresista, que no se ha producido”, ya deslizó la noche del domingo Pilar Alegría, portavoz de la dirección del PSOE, una vez se constató el derrumbe institucional del PSOE. Y podría haber sido peor. Emiliano García-Page mantuvo Castilla-La Mancha tras verse forzado al más difícil todavía: aunque se dejó dos escaños, firmó los 17 escaños que dan la mayoría absoluta. Y con más de 8.000 votos que en 2019, mejorando el porcentaje de voto, que pasó del 44,1% al 45,06%. Un techo que solo superó Isabel Díaz Ayuso en Madrid (47,3%). En Asturias Adrián Barbón logró 5.000 papeletas más, aunque descendiera un escaño y necesite gobernar con pactos a su izquierda. Justo lo contrario que Pablo Zuloaga, vicepresidente del Ejecutivo con el Partido Regionalista de Cantabria de Miguel Ángel Revilla: ascendió dos diputados y sumó casi 10.000 votos más... Pero la caída a plomo de 15 a 8 escaños de sus socios fue letal.

El hundimiento de Unidas Podemos agravó la catástrofe del PSOE, que en el cómputo de las 12 elecciones autonómicas perdió 12 escaños, siendo las caídas más acusadas en Extremadura, con 6 diputados menos, Murcia (4) y La Rioja (3). Pero la debacle la empeoró que sus socios se dejaran 33 escaños. La combinación resultó explosiva. Y decidió la suerte del PSOE en comunidades donde aguantó el tsunami electoral de la derecha. Por ejemplo, Javier Lambán (Aragón) solo perdió un escaño y 10.000 votos, pero su destino lo marcó que Podemos e IU concurriesen por separado: el partido de Ione Belarra solo retuvo 1 de sus 5 diputados. Lo necesario para que al PP le den los números con Vox para gobernar. Francina Armengol sufrió en Baleares el mismo destino: bajó de 19 a 18 escaños, pero obtuvo 1.640 votos más que en las elecciones de hace cuatro años. Unidas Podemos, en cambio, se desplomó de 6 escaños a 1.

El mismo escenario se repitió en baluartes municipales del PSOE como Valladolid. Óscar Puente, su alcalde hasta el 17 de junio, cuando se constituyan los nuevos gobiernos municipales, ganó las elecciones y mantuvo sus 11 concejales, pero le falló el gen competitivo de sus socios locales, que restaron un edil. Sandra Gómez, vicealcaldesa de Valencia, mejoró 4.000 votos y repitió sus 7 ediles, pero Compromís perdió un edil y 7.000 votos. Unidas Podemos volvió a no lograr representación en la tercera ciudad más poblada de España, aunque le votaron 9.677 fieles. La división de las izquierdas también favoreció a la derecha en Sevilla: el alcalde socialista, Antonio Muñoz, descendió un edil y 13.000 votos, pero la puntilla la dieron las candidaturas por el mismo espacio de Con Andalucía y Adelante Andalucía: los 4 concejales de ese mundo de izquierdas se quedaron en la mitad.

El PSOE se aferra a estos datos para creer que el 23 de julio, cuando se celebrará el tercer adelanto electoral de unas elecciones generales desde el final del bipartidismo —los precedentes se produjeron en junio de 2016 y noviembre de 2019—, será más competitivo que la impresión que dejó su derrumbe el 28-M. “Nuestra gente no se ha ido a otro partido. Se quedó en casa, y la convocatoria de elecciones nos pilla con la maquinaria engrasada”, afirma un peso pesado de la dirección federal.

La lectura que se hace en Ferraz del palo del domingo es que el PP se disparó a los 7 millones de votos en las municipales (31,5% de apoyos), en las que creció 1,9 millones, los mismos del inmenso botín de Ciudadanos, mientras el PSOE se anclaba en un electorado de 6,3 millones (28,1%). “No nos han votado algo más de 400.000 electores en comparación con 2019, pero según nuestros datos son votantes tradicionales que estaban desmotivados y decidieron abstenerse. Entendemos que es un voto recuperable, ya que no optaron por otra fuerza política y el 23 de julio será la hora de la verdad: habrá que elegir entre un Gobierno en La Moncloa del PP con Vox o uno del PSOE con fuerzas progresistas”, explican las mismas fuentes. La incógnita se resolverá en menos de ocho semanas.

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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