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Alta tensión en el Senado. Feijóo: “Derogaremos el sanchismo”. Sánchez: “Su salto a la política nacional ha sido un chasco, le viene grande”

El presidente anuncia otras 20.000 viviendas públicas en terrenos de Defensa aún sin concretar

Comparecencia de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en el Senado, para informar sobre los planes implementados por el gobierno en el contexto económico y social de la guerra de Ucrania, y el papel de las administraciones.Foto: Samuel Sánchez / EL PAÍS | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

La mayoría de los presidentes autonómicos y alcaldes están buscando una campaña para el 28 de mayo muy local, con la idea de que no hay pulsión de cambio en la sociedad y, en general, el continuismo ha sido la norma cada vez que se han abierto las urnas desde la pandemia. Pero no va a ser nada fácil. El pleno en el Senado ha dejado clarísimo que tanto Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijóo están implicados de lleno en la campaña y se toman estas elecciones casi como una primera vuelta de las generales.

El tono entre ambos ha sido durísimo, casi como si, en efecto, estuvieran las generales a la vuelta de la esquina, y el nivel de anuncios del presidente también ha sido importante; ha echado el resto para unos comicios decisivos, con la promesa de construir directamente otras 20.000 viviendas públicas, esta vez en terrenos de Defensa y, por tanto, de iniciativa directa de la Administración central, sin esperar a las comunidades autónomas.

El Gobierno explica que la construcción de las viviendas se impulsará a través de SEPES (Sociedad Pública Empresarial de Suelo), pero aún no aclara dónde estarán ni los plazos. La Moncloa suma los últimos anuncios de Sánchez y asegura que totalizan 113.000 viviendas públicas, frente a las 1.600 que se proyectaron en las dos últimas legislaturas del PP. Los populares, sin embargo, insisten en que el Gobierno de Sánchez ha hecho ya muchos anuncios de vivienda pública en estos cinco años, pero nunca se concretan en nada.

Feijóo y algunos candidatos autonómicos o municipales del PP que están en la oposición parecen tener muy claro que el mayor combustible político para ellos no serán sus propuestas, su proyecto, sino el antisanchismo, que se ha convertido, o al menos así lo ven los populares, es un movimiento político de primera magnitud. El líder del PP ha elevado mucho el tono montado en este antisanchismo, en clara competencia con Vox, que también ha hecho de este asunto el centro de su campaña. Y Sánchez le ha contestado con una dureza similar. Los dos atacaban en un largo pleno en el Senado al corazón de la trayectoria política del rival, con una discusión enconada sobre la manera en la que ambos llegaron al poder.

La tensión entre los dos líderes, que llevan meses sin hablarse —desde la traumática ruptura de la negociación para renovar el Consejo General del Poder Judicial—, dominó toda la sesión, con los senadores de cada bancada animando a uno u a otro. Feijóo lo dejó claro: su gran proyecto no es solo sacar a Pedro Sánchez de La Moncloa, sino “derogar el sanchismo”. Sánchez se burló de ello: “Imagino que los cualitativos le dicen que diga eso de derogar el sanchismo para quitar votos a Vox. Pero si su principal propuesta es derogar el sanchismo, si eso es política para adultos…”. Feijóo, que llevaba esa frase como gran apuesta del día, insistió hasta tres veces: “Comprendo que diga que le molesta que vengo a derogar el sanchismo. Pero sí, en el fondo, y sobre todo en la forma. Si España quiere cambio, derogaremos el sanchismo”.

Hubo mucho de contenido, sobre todo de vivienda y de política de agua, con anuncios de Sánchez y reivindicaciones de Feijóo de que el PP nunca ha sido un partido negacionista y apoyó tanto el Protocolo de Kioto como el Acuerdo de París, pero sobre todo hubo ataques personales con la clara intención de debilitar al rival. En La Moncloa insisten en que Feijóo ha pinchado, en que su imagen se ha deteriorado mucho en los últimos meses, según las encuestas, y Sánchez ha ido directo contra el líder del PP para consolidar esa imagen de fiasco. “Usted dijo que haría una política constructiva, que haría propuestas. Venía usted con fama de persona templada, de gobernante experimentado. Yo creí que venía dispuesto a establecer una distancia respecto a Vox. Un año después debo decirle que su salto a la política nacional ha sido un chasco. Con su salto han ganado los gallegos y han perdido todos los españoles”.

Una y otra vez, con un Feijóo cada vez más molesto con las referencias personales, también a su gestión en el Gobierno de Galicia —justo en la puerta había una manifestación de trabajadores de la televisión pública gallega contra la manipulación informativa, de la que responsabilizan al expresidente de la Xunta—, Sánchez lo apretaba con una frase que tenía preparada como resumen: “No sé si esto le viene grande o le queda muy lejos, dele una vuelta”.

Alusiones a la llegada al poder

Incluso la propia llegada al liderazgo de sus partidos, un asunto casi siempre tabú, llegó al debate en el Senado de una forma especialmente áspera. Arrancó Feijóo, poniendo en cuestión la propia legimitidad de Sánchez, que ganó dos veces las primarias de su partido, la segunda después de ser expulsado de la secretaría general por un movimiento de los barones autonómicos, una manera similar a la que fue descabalgado Pablo Casado, lo que abrió la puerta a la llegada del actual líder del PP. Casado fue el primer líder de los populares elegido en primarias, Feijóo llegó aclamado en un congreso unitario sin candidato alternativo y sin voto de la militancia. “A usted lo pusieron en 2014 para que no ganara otro”, arrancó Feijóo. “Lo echaron en 2016 porque tuvo los peores resultados de la historia y porque temían que pactase con Podemos, lo que hizo. Yo soy presidente porque me lo pidieron mis compañeros. Yo nunca llegaría al liderato de mi partido como llegó usted. Usted está muy orgulloso de las urnas que manipulaba en la sede del PSOE. El día en que los presidentes autonómicos de mi partido dejen de querer pactos conmigo me iré”, remató.

“Yo respeto la vida interna de los partidos”, se quejó Sánchez después. “Allí donde no hay charcos, usted los pisa. Yo fui elegido por el voto de la militancia socialista. A usted lo auparon para tapar un caso de corrupción de una dirigente del PP. En mi organización nunca se derrocará a un dirigente para tapar un caso de corrupción”, remató en referencia al caso de los casi 300.000 euros de comisión que se llevó el hermano de Isabel Díaz Ayuso por un contrato de venta de mascarillas a la Comunidad de Madrid en plena pandemia.

Y, entre ataque y ataque, Sánchez se concentró en el nuevo anuncio de la construcción de otras 20.000 viviendas públicas. En los últimos días, a través de distintas fórmulas —pisos de la Sareb, créditos para promover la construcción de vivienda, y ahora estos terrenos de Defensa cedidos siguiendo el modelo de las 12.000 que ya se contemplan en Madrid en la llamada Operación Campamento—, Sánchez ya ha anunciado la promoción de 113.000 viviendas públicas para compensar el bajísimo índice que hay en España, el 2,5% frente a una media europea del 9%. Pero el PP no se lo cree, e insiste en que el Gobierno de Sánchez lleva cinco años anunciando planes de vivienda pública que no se concretan. La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, también quiso aprovechar el discurso del presidente para intentar recuperar visibilidad en un tema que ha sido su principal bandera esta legislatura y ante los medios volvió a marcar perfil propio. “Me gustaría transmitir al PSOE que lo mejor para ampliar el parque público, que es exiguo en España, es exigir cumplir y hacer cumplir la ley de vivienda, que contempla que todas las nuevas promociones reserven el 40% a vivienda protegida, y que la mitad, el 20%, sean para alquiler social”, defendió antes de afirmar que si las medidas anunciadas por Sánchez son o no electoralistas lo tienen que “juzgar los ciudadanos”.

Pero sobre todo hubo un choque fuerte por la política del agua. Feijóo estuvo claramente incómodo con la iniciativa del PP y Vox en Andalucía de legalizar un millar de pozos alrededor de Doñana, y llegó a decir que se trata de una iniciativa “para hablar”, esto es, abierta a dar marcha atrás, y por el solo sí es sí, que se vota mañana en el Senado. Feijóo le pidió a Sánchez que al menos le dé las gracias por ese apoyo a la reforma de la ley de libertad sexual, que ha desgastado mucho al Gobierno y solo puede salir con el respaldo del PP, pero Sánchez dio por superado el asunto y le preguntó a Feijóo por qué apoya ahora la norma si antes la rechazó. Si este debate era una especie de previa de lo que va a venir en la campaña de mayo, la dureza está garantizada.

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