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La gran ruta andaluza del hachís de Los Becerritas

La Guardia Civil detiene a 14 personas de una organización que operaba desde Huelva, Málaga y Sevilla para distribuir grandes cantidades de esta droga por toda Europa

Efectos intervenidos en la Operación frying pan de la Guardia Civil.
Efectos intervenidos en la Operación frying pan de la Guardia Civil.

Adquirían el hachís en Huelva. Lo almacenaban en Málaga. Lo trasladaban a Sevilla y desde ahí lo distribuían por Europa escondido entre sacos de fertilizante. Hasta los propios investigadores de la Guardia Civil se sorprendían de los constantes traslados de la mercancía por Andalucía que realizaba una organización criminal a la que seguían los pasos desde septiembre de 2021. Dedicada a realizar grandes envíos de droga a toda Europa, estaba liderada por un clan familiar malagueño denominado Los Becerritas, asentado en la localidad de Cártama (27.712 habitantes) que contaba con el apoyo de un grupo de Sevilla dirigido por El Mortadela. Tras interceptar 3,6 toneladas de hachís y 1,5 millones de euros en efectivo, los agentes han desarticulado la banda tras la detención de 14 de sus miembros, todos españoles salvo uno. Doce de ellos ya están en prisión.

Hace tiempo que el incremento de la presión policial en las costas de Cádiz y Málaga ha empujado a la actividad narcotraficante a hacia otros puntos de la geografía andaluza. Almería, Huelva y Sevilla, con el laberinto que supone la ribera del río Guadalquivir, son algunos de los que más han crecido, según las fuerzas de seguridad. Fuentes de la Guardia Civil explican además que tradicionalmente las organizaciones que traficaban con hachís o marihuana operaban en un único sitio, pero ahora realizan conexiones por distintos lugares más allá de su territorio habitual. Es justo lo que hacía la banda desarmada en este amplio operativo, que elegía rutas diferentes a las habituales para operar. “La presión da sus frutos. Y aunque ellos se reinventan, nosotros también”, cuentan fuentes policiales.

Operación ‘frying pan’

El Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Sevilla y de la Unidad Operativa de Vigilancia Aduanera de la misma provincia detectaron la actividad de este grupo a finales de verano de 2021. Las primeras informaciones indicaban que tenía el epicentro de su actividad en Écija, pero los seguimientos posteriores permitieron comprender la lógica andaluza de la organización, con tres vértices que formaban un triángulo que cubría toda Andalucía occidental: Cártama, donde se asentaba un clan familiar liderado por dos hermanos, que disponían de una amplia parcela rústica con tres zulos para esconder la droga que adquirían; Ayamonte (Huelva, 21.725 habitantes), donde se ubicaba el proveedor; y Écija (Sevilla, 39.743 habitantes), donde se desplegaba la rama logística, con una gran nave industrial y camiones para distribuir la mercancía por toda Europa. El calor habitual de este municipio, uno de los que se conoce como la sartén de Andalucía, sirvió además para bautizar la operación frying pan.

El primer golpe policial se produjo en febrero de 2022. La Guardia Civil interceptó un camión que llevaba escondidos —entre una carga legal de sacos de fertilizantes— hasta 950 kilos de hachís en fardos con destino a Francia. “Estaban muy bien ocultos”, cuentan fuentes del caso. El grupo extremó entonces las medidas de seguridad, pero en octubre de ese año los agentes interceptaron otro transporte en La Carolina (Jaén) que llevaba, en las mismas condiciones, 1.000 kilos de hachís. La rama sevillana decidió entonces dejar de operar durante un tiempo, pero la de Málaga continuó su actividad. En enero de 2023 fueron intervenidas otras dos furgonetas repletas de la misma sustancia estupefaciente: una en Puebla de Cazalla (Sevilla) con 600 kilos y otra en Pizarra (Málaga) con 900 kilos más. Los conductores de los cuatro vehículos, que tenían como destino distintos puntos de Europa, fueron arrestados.

El 21 de febrero pasado la Guardia Civil detenía a 10 personas más. Seis de ellos en Málaga, miembros del clan de Los Becerritas, liderado por dos hermanos y con implicación de varios familiares directos. En la provincia malagueña se realizaron siete registros: dos viviendas en Pizarra, tres en Coín y la sede de una empresa en Fuengirola, además de una parcela rústica en Cártama que ejercía de guardería —almacén— de la droga, donde habían construido tres zulos para esconder los fardos de hachís o marihuana y donde se encontró un vehículo de alta gama robado y la matrícula doblada.

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En Écija se arrestó a otras cuatro personas, entre ellos el líder del grupo centrado en la logística, conocido como El Mortadela. Allí se realizaron ocho registros: uno en Lantejuela y siete más en Écija. En esta localidad, uno de los cabecillas de la organización tenía alquilado un garaje —bajo la identidad de otra persona— donde guardaba un vehículo en el que se encontró un millón de euros en efectivo. En otro vehículo se hallaron también 136.000 euros. En la operación se han intervenido en total 1,5 millones de euros, 3,6 toneladas de hachís, tres armas de fuego —dos largas y una pistola con silenciador— así como 14 vehículos y numerosa documentación de las empresas utilizadas para dar cobertura legal al transporte de la droga.

A los 14 detenidos en esta operación —dirigida por la Guardia Civil y la Agencia Tributaria en colaboración con Europol— se les imputa los delitos contra la salud pública por tráfico de estupefacientes, pertenencia a organización criminal y blanqueo de capitales. La jueza del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número de 2 de Écija, que se ha encargado del caso, ha decretado el ingreso en prisión de 12 de ellos.

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