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“Asunto: Marijuana”. Los mensajes anónimos que los vecinos mandan a la policía y permiten desmantelar laboratorios de droga

El correo de colaboración ciudadana ha sido el germen de operaciones contra el tráfico de estupefacientes, incluso fuera de España, y es muy útil cuando los narcos se instalan en el medio rural

Así son chivatazos de los vecinos: la colaboración ciudadana en la lucha contra las drogas
Laboratorio desmantelado en un pueblo de Toledo a raíz de un e-mail ciudadano.
Patricia Peiró

“Reporte de una persona que elabora drogas como cristal en su casa”. Así empieza un correo anónimo que el 13 de marzo de 2021 llegó al buzón antidroga de la Policía Nacional. Se trata de uno de las decenas de mensajes de este tipo que reciben cada semana y que revisan uno a uno. En este caso, a los investigadores les pareció que se podía tirar del hilo. El informante daba detalles de una dirección en Texas (Estados Unidos). “Tengo mucho miedo porque pasan muchas camionetas por mi casa, tengo miedo por mis hijas, también tienen muchas armas”, proseguía el correo. Por último, daba un nombre y dos apellidos. Comenzó así una colaboración entre los investigadores españoles y los de la oficina antidroga estadounidense, la DEA por sus siglas en inglés. El vecino asustado tenía razón: unos meses después fue desmantelado un laboratorio de metanfetamina gestionado por dos hermanos pertenecientes a un cartel mexicano.

La policía calcula que en los últimos seis meses ha revisado 4.000 correos como este. De esos, apenas un 5% contienen información relevante y llevan a la resolución de casos, aunque la brigada de estupefacientes de la Policía Nacional los lee todos y deriva o asume la información, según corresponda. Sus miembros recuerdan especialmente este asunto porque el desmantelamiento de un laboratorio en Estados Unidos fue un caso excepcional, aunque no era el primer aviso del extranjero que les llega. “A veces recibimos denuncias de ciudadanos latinoamericanos por el idioma o porque se fían de nosotros, pero lo habitual es que se refieran a territorio español”, explica J., inspector del grupo. “Es una satisfacción pensar en ese vecino viendo la operación policial y sabiendo que su correo fue leído y acabó así”, resume el policía. Ese mensaje permitió incautar 545 kilos de metanfetamina.

En ese caso, la comunicación comenzó y acabó con ese primer mensaje, pero a veces el intercambio continúa. Los agentes pueden intuir quién es el denunciante, pero nunca solicitan más datos personales. “Asunto: Marijuana”, empezaba otro correo que llegó al grupo el 23 de septiembre de 2021 enviado a antidroga@policia.es. Este remitente detallaba con todo lujo de detalles los entresijos de una red de narcotráfico que operaba en Lleida. No solo indicaba la dirección donde se ubicaba una plantación de marihuana, sino que especificaba que “para acceder se tiene que entrar por el edificio vecino, que es todo plaza de parking”, que “en el segundo piso hay una puerta metálica” y que la puerta principal estaba “tapiada por dentro”. Seguía explicando que la droga venía de Rumania, qué vehículos utilizaban, los horarios, el lugar de distribución, por qué medio se comunicaban los delincuentes y que la droga estaba escondida en “embutidos, quesos o juguetes”. En otro de los mensajes aseguraba no tener “nada que ver con estas personas”.

No se equivocó en ningún detalle. Poco después la organización era arrestada a primera hora de la mañana, cuando estaban aún durmiendo, en los dos domicilios que usaban para su actividad delictiva. Incluso el número de plantas que había proporcionado el informante era exacto: 200 en una de las viviendas y 1.600 en la otra casa.

Fragmentos de tres de los correos anónimos enviados por ciudadanos al correo antidrogas de la Policía Nacional.
Fragmentos de tres de los correos anónimos enviados por ciudadanos al correo antidrogas de la Policía Nacional.

Estos ojos vigilantes son muy útiles en el medio rural, porque los narcos suelen seleccionar lugares apartados para instalar sus laboratorios. Esto fue lo que sucedió con una operación desarrollada en un pueblo de Toledo. “Buenas tardes, soy un agricultor de [el pueblo lo omitimos para proteger al denunciante] y quería comentarles que desde hace poco estoy viendo cosas raras en una finca cercana a mis tierras (...) He visto cómo meten en una de las naves muchas garrafas blancas y azules. No quiero decir ningún dato mío por miedo, pero por favor pasen por ahí. He hablado con gente del pueblo y estamos muy preocupados”, rezaba el mensaje que dejó en el formulario de la página web de la Policía. “A partir de ese mensaje comienza una serie de vigilancias a mucha distancia para observar las entradas y salidas de la finca”, detalla la inspectora A. A veces, los investigadores tienen que utilizar disfraces o fingir papeles para pasar desapercibidos en sus seguimientos.

“Tienes que estar vigilando muchas horas para que te sirva ese momento clave en el que les ves salir a fumar un cigarro o detectas cuándo posiblemente esté entrando la droga en el laboratorio. Son muchas horas de cheetos dentro del coche”, comenta la inspectora. Una labor entre lo artesanal y las nuevas tecnologías, que se desarrolla desde que hace 56 años en la Brigada Central de Estupefacientes. Los cocineros, como llaman a los encargados de tratar los estupefacientes para su venta a los distribuidores, apenas salen de las fincas o chalés en los que instalan sus laboratorios. Uno de los momentos clave lo observan cuando los delincuentes tiran líquido de un cubo a la tierra. “Son lo que llamamos las aguas sucias, todos los residuos que deja el tratamiento de la droga y que contaminan muchísimo, es puro veneno”, recalca la inspectora A. Todas estas observaciones son pistas que van pesando en los indicios para acabar con estas organizaciones, y que estos agentes detectan con facilidad gracias a horas y horas de experiencia mirando fincas en las que, a simple vista, no pasa nada.

Meses después de seguimientos, los agentes entraron en esa finca en la que el agricultor había observado “cosas raras”. ¡Bingo! Las estancias estaban llenas de garrafas con sustancias químicas preparadas para el tratamiento de la droga e incluso parte de ella hirviendo. “Déjenme apagarlo mientras registran porque si no, explotamos todos”, les pidió uno de los detenidos. Allí, entre bonitos azulejos, colchones en el suelo y cientos de bidones, vivían los cocineros colombianos que se habían instalado en el pueblo unos meses antes. En la cocina, parte de la droga se mezclaba con el pan recién comprado en el pueblo y un bote de kétchup.

Los programas de televisión también ayudan a convertir a los ciudadanos en policías en potencia. En otro de los mensajes, del 20 de noviembre de 2018, otro ciudadano escribe: “He visto cosas raras, movimiento de gente entrando y saliendo con garrafas azules y blancas como las que salen en los programas de Equipo de Investigación”. Este informante añade unas señas muy concretas de la casa en la que sucede esto. “Lo de las garrafas siempre hace que salten nuestras alarmas, porque son las que contienen los elementos químicos para tratar la droga”, detalla la inspectora. La droga nunca llega en fardos en una maleta, como en las películas, sino que se encuentra impregnada en diferentes materiales, como hormigón o arcilla. Solo los cocineros saben los procesos y las medidas exactas para extraer la sustancia estupefaciente. Casi siempre los traen desde sus lugares de origen, permanecen en España unos meses y se marchan cuando han concluido su trabajo. Muchos de ellos, son viejos conocidos de los policías.

Los soplos ciudadanos hacen que los ojos de los policías se multipliquen. Nadie mejor que un vecino detecta “cosas raras” y garrafas blancas y azules que no deberían estar ahí. Si redactan sus sospechas y presionan “enviar” puede que unos meses después vean un despliegue policial en vivo y en directo.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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