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En caso de maremoto, siga las señales: España estrena un sistema para ayudar a escapar de un tsunami

El Ministerio de Interior presenta un conjunto de 15 ilustraciones con las que los ayuntamientos podrán informar a los ciudadanos de las rutas de evacuación y las zonas seguras en caso de olas gigantescas

Eliona Rakipaj
Tres carteles de la guía ilustrada presentada por el Ministerio del Interior, que señalizan las rutas de evacuación y las zonas seguras en caso de tsunami.
Tres carteles de la guía ilustrada presentada por el Ministerio del Interior, que señalizan las rutas de evacuación y las zonas seguras en caso de tsunami.

España no ha padecido ningún maremoto catastrófico en los últimos tres siglos. El último fenómeno de estas características se originó en Cádiz y se remonta al año 1755. Y, aun así, el riesgo de que se vuelva a producir una catástrofe similar existe. Por ello, el Ministerio del Interior ha elaborado la primera guía ilustrada para informar a la población de cómo debe actuar ante un tsunami. Se trata de un conjunto de 15 ilustraciones para señalizar en las costas las rutas de evacuación y los lugares seguros en caso de maremoto. “Es un riesgo de baja probabilidad, pero de alto impacto”, comenta Leonardo Marcos, director general de Protección Civil y Emergencias, el departamento que ha diseñado el itinerario, en colaboración con el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Esta guía es el primer paso para desarrollar el Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos, aprobado por el Gobierno el 18 de mayo de 2021 que, entre otras medidas, creó un Sistema Nacional de Alerta por Maremotos (Sinam), un centro de coordinación con el que poder anticiparse a los tsunamis.

Actuar con rapidez es un requisito indispensable para afrontar cualquier desastre natural, pero en el caso de los maremotos es incluso más acuciante. “En los casos más graves, el tiempo máximo para actuar ante un tsunami es de 15 minutos”, señala Marcos, que destaca la importancia de contar con un sistema de alertas y pautas que orienten a la población. La importancia de la prevención es algo en lo que concuerda Elisa Buforn, catedrática de Geofísica y Meteorología en la Universidad Complutense de Madrid. “No hay que transmitir un mensaje alarmista, pero tenemos que saber dónde vivimos. Donde ha habido terremotos en el pasado los va a volver a haber”, dice por teléfono Buforn, quien considera que hay que tener en cuenta la historia sísmica de la península Ibérica a la hora de tomar este tipo de decisiones. “¿Vale la pena estar preparados? Yo creo que sí”, sentencia la experta.

Una de las señalizaciones de la guía ilustrada presentada por el Ministerio del Interior en la que se advierte de que una zona es de riesgo en caso de maremotos.
Una de las señalizaciones de la guía ilustrada presentada por el Ministerio del Interior en la que se advierte de que una zona es de riesgo en caso de maremotos.

Aunque la guía presentada ahora no es obligatoria para los municipios y las comunidades autónomas, “sí es altamente recomendable”, advierte Marcos. Está en manos de las Administraciones situar estas señalizas en las playas y demás lugares de interés, aunque también lo pueden hacer los espacios privados, como los hoteles que se encuentren muy cerca del litoral. La demanda que haya por parte de la ciudadanía para adoptar este tipo de medidas será fundamental para que las administraciones las pongan en marcha, tal y como advierte Bufforn.

Algunas localidades, como Huelva (142.538 habitantes), ya habían implementado planes de actuación para afrontar este tipo de catástrofes. No obstante, esta guía es la primera que se establece en toda España y que pretende unificar en todo el territorio las instrucciones a seguir en caso de tsunami. “Era una demanda de los municipios y las comunidades disponer de una señalización común”, asegura Marcos. Además, este plan contiene una serie de criterios que deberán seguir las Administraciones para ubicar las señalizaciones correctamente, como que se coloquen en lugares de fácil acceso y visibilidad.

Esta no es la única medida que prevé Protección Civil. Además de las señalizaciones, es indispensable fomentar campañas de sensibilización ciudadana y realizar simulacros para estar preparados ante un maremoto; más aún teniendo en cuenta que en España es un fenómeno poco conocido. “Es muy importante la cultura preventiva”, añade Marcos, que recuerda que hace tres meses se puso en marcha el denominado protocolo ES-Alert, un ensayo de avisos de catástrofes a través de mensajes de móvil. El objetivo consiste en renovar y mejorar constantemente los sistemas de prevención y las formas de alerta ante cualquier forma de desastre natural. “Por ejemplo, si estás tumbado en la playa, que te pueda llegar de forma muy rápida un mensaje directo al móvil avisándote de que hay un maremoto, con las instrucciones que debes llevar a cabo”, sostiene Marcos.

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España cuenta con 7.905 kilómetros de costa y más del 58% de la población se distribuye en zonas del litoral. En caso de que se origine un tsunami grave, más de 23 millones de personas estarían expuestas. Andalucía es, hasta el momento, la única comunidad que ha aprobado un plan autonómico para actuar en caso de tsunami. Quizás, porque es la zona con el riesgo más alto de sufrir uno. En especial, su costa atlántica es la más amenazada de todo el país por estos fenómenos extremos, donde la altura de las olas superaría los ocho metros si llega a haber un maremoto grave.

Según el catálogo elaborado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN), 14 tsunamis, de los que se tiene una seguridad razonable de que se hayan existido, han afectado a las costas españolas. El más antiguo de ellos data de 1522 y el último, con epicentro en el norte de Alergia, de 2003. Solo uno causó víctimas, el de 1755, que llegó a Cádiz como consecuencia de un terremoto previo en Lisboa, que se saldó con más de 1.000 muertos. Los seísmos que han generado tsunamis en las costas españolas se sitúan principalmente en el borde de las placas euroasiática y nubia (africana), tanto en el océano Atlántico como en el mar Mediterráneo, y la costa atlántica gaditana es la región más afectada a lo largo de la historia.

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