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Los seis meses que volaron por los aires la relación de Arrimadas y Bal

El portavoz de Cs aleja la posibilidad de una candidatura de unidad; el enfrentamiento aboca a una pugna entre ambos dirigentes en las primarias de 9 y 10 de enero. Este domingo hablaron por teléfono pero sin llegar a un acuerdo

Inés Arrimadas, en Pamplona, este domingo. En vídeo, la líder de Cs, en rueda de prensa, el lunes pasado.Foto: EUROPA PRESS | Vídeo: epv
Virginia Martínez

Edmundo Bal e Inés Arrimadas continúan en pie de guerra. El portavoz parlamentario de Cs ha alejado durante los últimos días la posibilidad de retirar su candidatura a las primarias de Ciudadanos —previstas para el 9 y 10 de enero—, pese al órdago lanzado por Inés Arrimadas el lunes pasado: “Solo en el caso de que Edmundo no recapacite, presentaré mi lista”. Las posiciones siguen enfrentadas entre los dirigentes, cuyas discrepancias impiden confeccionar una lista única con un candidato alternativo, como pretende la presidenta. Mientras el conflicto arrecia, uno y otro contendiente se mueven entre la cúpula y las bases para recabar apoyos.

El vencedor de las primarias deberá volver a someterse a otro proceso interno en el segundo semestre de 2023 si quiere concurrir a las elecciones generales como candidato de Cs. Si Arrimadas logra una lista de unidad con un candidato alternativo en enero, podría descargar en este nuevo dirigente la responsabilidad de los comicios de mayo —en los que todas las encuestas prevén un resultado nefasto—. En cambio, si se enfrenta a Bal, las salidas son peores: si perdiera contra el portavoz quedaría desacreditada; si gana, tendría que asumir sobre sus hombros el peso de las urnas municipales y autonómicas.

La hipótesis de la vía alternativa de unidad allanaría el terreno a Arrimadas para postularse como candidata a las generales sin esa mochila. Desde su entorno recalcan que “nunca” se ha presentado como número uno al Congreso y no descartan tales aspiraciones. Arrimadas y Bal volvieron a verse las caras en público este viernes, durante la visita de un grupo de Veteranos de Cs al Congreso, después de ni saludarse el Día de la Constitución. En privado, hablaron este domingo por teléfono, pero no alcanzaron ningún acuerdo. Bal ofreció a Arrimadas que ambos dejasen la portavocía del Congreso en favor de la diputada María Muñoz, a cambio de retirar su candidatura. La presidenta se negó. Este es un recorrido por los seis meses que volaron por los aires su relación.

Espiral de catástrofes electorales. El 19 de junio las urnas andaluzas dejaron KO a Ciudadanos. La formación pasó de 26 escaños a 0 en el Parlamento autonómico, último jalón en una espiral de debacles electorales que se inició en las generales de noviembre de 2019, cuando el partido liberal pasó de 57 a 10 actas y el entonces líder, Albert Rivera, abandonó la política. La debacle andaluza vino precedida por el hundimiento en las autonómicas adelantadas del 4 de mayo de 2021, en las que Ciudadanos desapareció de la Asamblea regional y en las autonómicas del pasado 14 de febrero en Castilla y León, donde el partido solo conservó el escaño de procurador del hasta entonces vicepresidente regional Francisco Igea. En esos tres comicios, Arrimadas era presidenta del partido y Bal fue el cabeza de lista en la cita madrileña.

El proceso de refundación. La derrota andaluza precipitó el proceso de refundación del partido puesto en marcha unas semanas antes bajo la batuta del jefe de gabinete de Arrimadas, David Martínez. El 27 de junio, ocho días después de las elecciones, y en medio de una gran expectación por una hipotética dimisión, Arrimadas compareció para, en su lugar, anunciar los nombres de los miembros del conocido como G-8. En ese equipo, que desde entonces lidera la refundación, colocó a dos dirigentes que son también miembros de la ejecutiva: el diputado Guillermo Díaz (mano derecha de Arrimadas) y la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, una de las escasas supervivientes de la sucesión de batacazos electorales.

“Bal ha estado apartado de todo este proceso desde el principio. Sin ningún protagonismo en los actos de la refundación”, apunta un alto cargo. La dirección impuso al G-8 un acuerdo de confidencialidad sobre los trabajos internos.

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Comparecencia del 27 de junio.

Los críticos recelan del proceso. Militantes y cargos del partido, entre los que se incluían diputados autonómicos, vicealcaldes y concejales, suscribieron el 29 de agosto un manifiesto en el que pedían la dimisión de Arrimadas, del resto de la ejecutiva y la convocatoria de una asamblea inminente. Miembros de la propia ejecutiva también empiezan a recelar —en privado— del “oscurantismo” del proceso, al que tachan de “huida hacia delante” de Arrimadas.

Hoy por hoy, en el Congreso, el portavoz parlamentario cuenta con el apoyo de todos los diputados de Cs; salvo Díaz, que se mantiene fiel a Arrimadas. “Siempre hemos estado con él, es el corazón del grupo”, afirman fuentes parlamentarias. Díaz también fue nombrado junto a Bal portavoz parlamentario durante el segundo permiso de maternidad de Arrimadas, en marzo pasado. La primera vez, en mayo de 2020, el grupo quedó solo en manos de Bal. “Cuando Arrimadas llega de la primera baja, ve que Bal se ha hecho con el control del grupo”, apunta un miembro de la ejecutiva. El bando de Bal sospecha ahora que detrás del acuerdo de confidencialidad de la refundación se esconde un intento por tapar los verdaderos resultados del llamado “proceso de escucha” de la refundación, que incluyó reuniones con cargos del partido por toda España y encuestas a los afiliados sobre el futuro del partido. El entorno de Arrimadas niega tales acusaciones.

Blindaje de Arrimadas. Díaz anuncia en una rueda de prensa que, a la vista de los resultados de la refundación, el partido pretende dividir la dirección en una pata orgánica y otra política. Y en una conversación informal con los periodistas, posteriormente, se afirma que Arrimadas seguirá siendo la líder política hasta las primarias para elegir candidato a la Presidencia del Gobierno.

Guillermo Díaz comparece el 14 de noviembre.
Guillermo Díaz comparece el 14 de noviembre.

Este blindaje provoca una ruptura total en la ejecutiva, que desemboca en la división del partido en dos bandos. Finalmente, en una reunión de más de seis horas, la presidenta cede a la presión. Habrá bicefalia, pero ambos cargos —el político y el orgánico— tendrán que someterse a las primarias. Dirigentes como Bal y el procurador en las Cortes de Castilla y León Francisco Igea abanderaron la oposición, y acusaron a la presidenta de sustentar las conclusiones en datos falsos. “Guillermo Díaz se cree el rey Luis XIV, el dueño de la refundación”, critican fuentes próximas a Bal.

Bal presenta su candidatura. El 2 de diciembre EL PAÍS publica parte de los resultados de la refundación. Esos datos revelan que la bicefalia no estaba entre la opción preferida por las bases. Ese mismo día, Bal anuncia su candidatura y pide a Arrimadas que se aparte de la carrera a las primarias para garantizar el “futuro” del partido. “La refundación no será creíble si continúa al frente del proyecto”, sentencia.

Batalla ideológica. A mediados de noviembre se publican las primeras noticias sobre rebajas de penas a agresores sexuales provocadas por la aplicación de la ley de solo sí es sí. Los diputados de Ciudadanos habían votado a favor de la polémica norma, influidos por la posición favorable de Bal, abogado del Estado y experto penalista, y otros diputados como Sara Giménez. Según el entorno de la presidenta, Arrimadas y Díaz tienen en esas mismas fechas una fuerte discusión con el portavoz, en cuyo criterio “confiaron”. “Nos dijo que la ley no tenía problemas. No podemos dejar el partido en manos de alguien que apoya una ley que pone a violadores en la calle”, afirman fuentes del equipo de la dirigente, que achacan las tensiones a las discusiones en torno a la norma y acusan al portavoz de ser muleta del Gobierno. “No podemos ser un apéndice ni del PP ni de Sánchez”, subrayó Arrimadas el lunes.

La facción en torno a Bal —todos los diputados, salvo Díaz— niega tal controversia. “Sara [Giménez] ya advirtió del problema de las penas y aun así se decidió apoyar la ley porque se valoró todo lo bueno que conseguía”, explican fuentes parlamentarias. Los allegados a Bal, además, ponen el acento en que las discrepancias con la presidenta siempre se dan cuando hay que votar contra el sentido del voto del Partido Popular, como la reforma laboral. “No podemos ser subalternos del PP”, ha reiterado Bal durante los últimos días. Su facción subraya que su oposición a la coalición queda patente en otros debates como los gravámenes a las eléctricas.

Los diputados de Cs María Muñoz, Edmundo Bal y Miguel Ángel Gutiérrez.
Los diputados de Cs María Muñoz, Edmundo Bal y Miguel Ángel Gutiérrez.Luis Sevillano

Adiós al entendimiento. El lunes, Arrimadas pide a Bal retirar su candidatura. “No quiero ir a una batalla campal”, afirma la presidenta, que pide acordar una lista “de unidad” que, supuestamente, se había negociado con anterioridad. El portavoz rechaza tal extremo y se opone a una candidatura conjunta en torno a Arrimadas, compuesta por sus “peleles”. “Vamos a seguir intentándolo. Esperamos que recapacite en los próximos días”, subrayan desde el equipo de Arrimadas, que cuenta con el apoyo de dirigentes como Carlos Carrizosa, Félix Álvarez, Daniel Pérez y Fernando Giner.

La presentación oficial de candidaturas arranca el 26 de diciembre y termina el 29. Se llegue o no a un entendimiento, en este momento descartado por parte de Bal, el divorcio de los dirigentes expone al partido a una guerra por los restos de Ciudadanos. La formación tiene muy difícil —o casi imposible—, sobreponerse, ya no solo a los golpes electorales y a los motines internos, sino también a la batalla campal de los dos primeros espadas. Y se asoma a 2023 con un grupo parlamentario y una organización rotos.

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Sobre la firma

Virginia Martínez
Es redactora en la sección de España y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en la sección audiovisual hasta verano de 2021. Antes cubrió información local en el diario Granada Hoy. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Granada y en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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