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Las revelaciones sobre el drama de la frontera de Melilla dejan preguntas sin respuesta en Marruecos

El Gobierno de Rabat mantiene silencio oficial tras haber reiterado que actuó de forma “responsable”. La principal ONG humanitaria achaca una “responsabilidad compartida” a España y Marruecos mientras sigue sin conocerse el paradero de 77 desaparecidos

Grupos de migrantes subsaharianos corren en territorio español tras saltar la valla desde Marruecos, el 24 de junio en Melilla.Foto: JAVIER BERNARDO (AP)
Juan Carlos Sanz

La investigación conjunta de varios medios, entre ellos EL PAÍS, que reconstruye la tragedia del pasado 24 de junio en la frontera entre Melilla y Nador ha sido recibida en Marruecos en medio del silencio oficial. Las preguntas que se plantean en el documental siguen sin respuesta, más allá del mantra de la excepcionalidad del salto a la valla fronteriza por centenares de migrantes sudaneses.

“Lo que pasó ese día fue muy diferente de lo que había ocurrido hasta entonces”, reitera una fuente próxima al caso en Rabat antes de remitir a lo declarado por el vali (gobernador) Jalid Zeruali poco después de la tragedia. Zeruali, director de Migración y Vigilancia de Fronteras del Ministerio del Interior marroquí achacó “a redes criminales de tráfico (de seres humanos) el ataque cuasi militar, ejecutado por asaltantes con el perfil de milicianos de países desestabilizados por la guerra”.

El ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Naser Burita, reconfirmó la semana pasada en Barcelona la posición oficial. “No fue un suceso normal ni en su origen ni en su procedimiento (…) y no fue un movimiento espontáneo. Fue algo muy violento, muy nuevo”, enfatizó para justificar que las autoridades marroquíes gestionaron la situación “de manera responsable”, a pesar de que las fuerzas de seguridad se vieron desbordadas.

“La reciente imagen de tres subsaharianos llegando a Canarias ocultos en el timón de un barco tras 11 días de peligrosa travesía desde Nigeria demuestra que hay personas que están dispuestas a todo (para cambiar de país)”, argumenta la fuente consultada en Rabat. “El modus operandi en Melilla fue diferente al habitual. Los asaltantes no siguieron la vía clásica de lanzarse contra las vallas, sino que decidieron ocupar un paso (fronterizo)”, precisa para replicar a las críticas sobre la pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes (dos centenares de agentes) que se encontraban desplegadas mientras una columna con cientos de migrantes se dirigía hacia la frontera.

Jadija Inani, responsable del área de inmigración de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), la principal ONG humanitaria del país magrebí, no comparte dicha justificación. “Sorprendió mucho que las fuerzas de seguridad no intervinieran para dispersar a los migrantes sudaneses en su camino hacia la valla fronteriza”, cuestiona. “Nos hemos planteado la hipótesis de que quisieron rodearles para cortarles la retirada y dejarles bloqueados entre las vallas del paso y las fuerzas marroquíes y españolas”.

El presidente de la AMDH en Nador, Mohamed Amín Abidar, pone el foco en el análisis de las causas. “Tras la normalización de relaciones (entre Marruecos y España) se ha producido un cambio radical en las formas de intervención frente a las personas que intentan atravesar la valla de Melilla. La mayor coordinación hispano-marroquí ha implicado una militarización de la frontera que resulta inhumana”, abunda en la crítica Abidar, quien achaca a los gobiernos español y marroquí “responsabilidad compartida” sobre lo ocurrido el 24 de junio.

La respuesta inicial dada por el vali marroquí de asuntos migratorios sigue siendo el referente de la doctrina esgrimida por Rabat frente a las voces críticas. “Lo ocurrido fue un verdadero drama que deploramos”, resaltó Zeruali poco después sobre el suceso en el puesto fronterizo del Barrio Chino entre Nador y Melilla. En contrapartida, destacaba la intensa lucha de las fuerzas de seguridad contra las mafias del tráfico de personas en Marruecos, en la que se han desmantelado 1.300 redes en los cinco últimos años.

En declaraciones a la agencia estatal de noticias MAP, el director de Migración y Vigilancia de Fronteras precisó que, desde 2016, Marruecos ha contenido 145 intentos de entrada en Ceuta y Melilla. En esta información oficial no se hacía referencia a la irrupción, en mayo de 2021, de los más de 10.000 inmigrantes que consiguieron entrar ilegalmente en Ceuta, de los que 1.500 eran considerados menores.

La Asociación Marroquí de Derechos Humanos insiste además en otro interrogante que planea sobre las fuerzas de seguridad: la pasividad con la que los agentes de ambos lados de la frontera observaron a los subsaharianos heridos sin prestarles asistencia médica. “El documental que ahora se ha difundido coincide con nuestros análisis”, asegura Abidar, responsable de la ONG en Nador. “La ausencia de equipos médicos sobre el terreno para atender a centenares de migrantes estuvo en gran parte detrás del elevado balance de muertos: 27, según nuestros informes, y no 23, como señalan las cifras oficiales. Los inmigrantes permanecieron nueve horas cercados sin ser socorridos”, remacha.

Sin noticias para las familias en Sudán

La organización humanitaria marroquí ha elaborado una lista de 77 personas dadas por desaparecidas, de acuerdo con los testimonios recogidos de otros inmigrantes y las llamadas recibidas de familiares de migrantes. “Enviamos una carta al Ministerio del Interior para indagar sobre su paradero, pero hasta ahora no hemos obtenido una respuesta de las autoridades marroquíes”, lamenta Inani, directora del área de inmigración de la AMDH.

“Hemos hablado con familiares y con migrantes que participaron (en el salto a la frontera)”, revela Abidar en una conversación telefónica desde Nador. “Y nos confirmaron que todos los dados por desaparecidos se encontraban cerca de la valla de Melilla y no se ha vuelto a tener noticia de ellos”. El presidente local de la organización que ha concentrado las investigaciones de la sociedad civil marroquí sobre la tragedia del 24 de junio dice no tener respuestas oficiales para identificar “con claridad” los cadáveres y contestar a las preguntas de familias que se encuentran en Sudán o en países de Europa. “Lo único que sabemos”, concluye, “es que los cuerpos siguen aún en la morgue y que las tumbas que se excavaron en el cementerio de Nador están aún vacías”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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