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Migrantes tirados en suelo español y una ambulancia a 100 metros en la tragedia de Melilla

Dos cuestiones son clave para determinar posibles responsabilidades: si el lugar donde se produjo la avalancha mortal es territorio español y si se prestó asistencia sanitaria a las víctimas a un lado y otro de la frontera

Salto valla Melilla
Fotograma que muestra dónde se situó la ambulancia en el momento en el que la Guardia Civil intentaba contener a centenas de personas que lograron entrar en Melilla.

Imágenes hasta ahora inéditas sobre lo ocurrido en la tragedia de Melilla el pasado 24 de junio arrojan nuevas cuestiones sobre la actuación de las autoridades marroquíes y españolas en el puesto fronterizo en el que murieron, al menos, 23 personas. Algunos fragmentos de esos vídeos, que EL PAÍS ha podido ver, son una sacudida a la versión oficial y ponen sobre la mesa dos cuestiones que son clave para determinar posibles responsabilidades: si el lugar donde se produce la avalancha mortal es territorio español y si se prestó asistencia sanitaria a las víctimas a un lado y otro de la frontera. De ello dependerá si un juez español investigará lo sucedido tras las pesquisas de la Fiscalía.

Una de las revelaciones más evidentes que aportan las imágenes, grabadas por un dron y un helicóptero de la Guardia Civil, es que había personas necesitadas de asistencia sanitaria. Se ve en el momento de la avalancha, cuando el helicóptero capta una montaña humana gritando y estirando los brazos pidiendo ayuda. Fuentes del Ministerio del Interior han asegurado que los agentes españoles solo fueron conscientes de lo que había sucedido tres horas después de la estampida, aunque el helicóptero estuviese grabando ese momento en directo. Solo la policía marroquí actuó ante el montón de personas, pero no les ofreció asistencia, sino que, como destacó un documental de la BBC emitido la semana pasada, arrastró sus cuerpos hasta su lado de la frontera. Los migrantes, entre los que había heridos de gravedad y muertos, pasaron horas tirados en una explanada a pleno sol.

La falta de asistencia sanitaria es también notoria ya en Melilla, donde llegan varios centenares de personas que sobreviven a la avalancha. La Guardia Civil arrincona al grupo para evitar que sobrepasen el cordón policial y, aunque en las imágenes no se aprecia un uso excesivo de la fuerza, algunos de los chicos empiezan a caer al suelo, aparentemente desmayados. Las condiciones físicas de los migrantes no eran las mejores: a las horas de batalla campal y gases lacrimógenos dentro del puesto, se sumaba que llevaban días sin comer y habían caminado toda la noche para llegar a la frontera. Al primero en desplomarse lo acaba apartando del grupo, arrastrándolo del brazo, los propios guardias civiles. No es el único al que tienen que retirar de la marabunta. Las imágenes muestran cómo algunos agentes se acercan a ellos para comprobar su estado, pero en ningún momento se ve que sean atendidos por personal médico. Junto a la masa de gente y fuera del alcance de los agentes puede verse a otros migrantes tirados en el suelo. Uno está completamente boca abajo, con la cara contra el suelo.

Tragedia en la valla de Melilla
Uno de los momentos registrados el pasado 24 de junio, donde se ve a la Guardia Civil conteniendo al grupo de migrantes y refugiados que logró entrar en Melilla.

Interior explica que ese día se solicitó asistencia sanitaria al 112 y que una ambulancia acudió al lugar de los hechos, pero que no atendió a los migrantes. El vehículo permaneció a 100 metros de distancia “sin poder aproximarse más por riesgo de ser alcanzados por los objetos y piedras que lanzaban los inmigrantes”. El departamento de Fernando Grande-Marlaska también ha informado de que entre los guardias civiles presentes había dos suboficiales, uno técnico en Soporte Vital Básico y otro técnico en emergencias sanitarias. Los dos “realizaron reconocimientos a varios subsaharianos, constatando que se encontraban con buenas constantes vitales y sin lesiones aparentes”. Interior asegura que 11 personas fueron atendidas en el hospital comarcal de Melilla ese día, aunque no especifica quién les llevó. De hecho, según información oficial, al menos nueve de ellos fueron derivadas al centro sanitario desde el Centro de Estancia Temporal de Extranjeros, es decir, una vez que consiguieron sortear el cordón policial y evitar su devolución. Uno de los diputados que formó parte de la comitiva que este lunes viajó a Melilla señala que los mandos del instituto armado no les supieron explicar por qué no actuaron los servicios sanitarios. El guardia civil que les acompañó recalcó que su prioridad era evitar la entrada de los migrantes en un momento en el que el dispositivo policial estaba “desbordado”.

¿Dónde comienza España?

La otra cuestión importante es dónde ocurren los hechos, porque situarlos ayuda a aclarar la capacidad que tuvieron las fuerzas de seguridad españolas para evitar la tragedia y prestar auxilio a los heridos de la avalancha. Las imágenes oficiales, tomadas por un dron y un helicóptero de la Guardia Civil, muestran que las víctimas de la estampida se quedan atrapadas a ambos lados de las puertas que separan la zona de actuación marroquí de la española. Para el Ministerio del Interior no hay debate porque los hechos ocurrieron en Marruecos, y solo “tangencialmente” en España, como dijo el ministro del Interior en el Congreso en septiembre. “No hay dudas de la territorialidad marroquí”, recalcó.

Pero la polémica sobre la territorialidad la reavivó la BBC la semana pasada al emitir un documental sobre los hechos ocurridos aquel día en la frontera. La investigación hace hincapié en la responsabilidad española en la tragedia al situar la zona de la avalancha también en territorio español. Es un guardia civil quien le cuenta a la cámara que las puertas donde se produjo el amontonamiento son las que delimitan el área de actuación de un país y otro. Interior, sin embargo, insiste en que la zona donde se apelotonaron decenas de personas clamando por ayuda es “una zona operacional conjunta”. Se resiste a reconocerla como territorio español. Pero hay varios elementos que cuestionan esa afirmación.

Tanto la Dirección General del Catastro, dependiente del Ministerio de Hacienda, como los mapas del Instituto Geográfico Nacional (IGN), integrado en el de Transportes, sitúan la totalidad de las instalaciones fronterizas del Barrio Chino en territorio español. Esto se explica porque España, según fue construyendo la valla, no acompañó el que era estrictamente el perímetro fronterizo, según los tratados internacionales de hace dos siglos, sino que fue retranqueándola hacia territorio español por cuestiones técnicas.

Interior desprecia tanto el argumento de los tratados internacionales como el hecho de que dos organismos oficiales sitúen el puesto fronterizo en el lado español. Pero este lunes, durante la visita de ocho diputados a la ciudad de Melilla, la Guardia Civil presentó un mapa a la comitiva sobre el que se habían dibujado dos líneas. Según detallan fuentes presentes en el encuentro, una línea de color azul delimitaba la frontera oficial entre España y Marruecos, y esta coincide exactamente con lo recogido en los mapas del Catastro y del IGN. La otra línea, de color rojo, que delimita la zona de actuación de la policía española, discurría sobre la valla y dividía el puesto fronterizo de Barrio Chino en dos. El límite entre un país y otro en esa instalación son las puertas donde se produce la avalancha.

Devoluciones en caliente

En cualquier caso, hace años que la frontera española en Ceuta y Melilla se estira o se encoge, según las necesidades de los diferentes gobiernos, para justificar las devoluciones en caliente. No es novedoso que en el contexto de las vallas de las ciudades autónomas, los giros argumentativos de los diferentes ministros del Interior hayan ido variando hasta llegar al punto de que, en 2015, el Gobierno del PP, con Jorge Fernández Díaz como ministro del Interior, oficializó en la conocida como ley mordaza que un inmigrante solo lograba entrar en España (y, por tanto, no se le podía devolver a Marruecos), no cuando pisase territorio nacional, sino cuando superase “los elementos de contención fronteriza”. Es decir, que la frontera la marcaba un cordón policial.

No lo ve así el Defensor del Pueblo, que en 2005 ya decía: “Se ha discutido si el perímetro fronterizo debe ser considerado territorio español y, en consecuencia, qué normativa le resulta aplicable. A la luz de los diversos convenios entre España y Marruecos firmados durante el siglo XIX que fijan los límites jurisdiccionales de la ciudad autónoma de Melilla, puede afirmarse que el perímetro está construido —como, por otra parte, es lógico— en territorio español; que su titularidad plena pertenece a España y que su custodia solo se realiza por fuerzas españolas”. Según el Defensor, “no corresponde a la Administración española determinar dónde ha de comenzar a regir la legislación de nuestro país”, porque ya viene determinada por los tratados internacionales. “La entrada en territorio español se efectúa cuando se han traspasado los límites internacionalmente establecidos y, en ese caso, la única ley aplicable es la española”, añade. Las zonas neutrales [o la llamada tierra de nadie] que separan Ceuta y Melilla del territorio marroquí están también reguladas por la ley española, mantiene la institución.

Las explicaciones de Grande-Marlaska

MARIEL DELGADO

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha respaldado todos estos meses la adecuada actuación a un lado y otro de la frontera. Cinco días después de la tragedia (el 29 de junio), el ministro defendió el respeto "escrupuloso" en las actuaciones policiales para defender la frontera de Melilla de "ataques violentos", y aseguró que no tenía "ningún complejo" ante controles internos y externos como el planteado en investigaciones de la Fiscalía General del Estado o Naciones Unidas.


El 8 de julio, Grande-Marlaska elogiaba, en una visita a Rabat, el "trabajo de contención de la inmigración irregular importante" que lleva a cabo Marruecos y que, en su opinión, "debe ser reconocido". El 21 de septiembre, casi tres meses después de los hechos, el ministro compareció por primera vez en el Congreso para dar explicaciones. "No hubo una masacre en Melilla", dijo. También defendió la actuación policial de los agentes españoles con el uso “oportuno y proporcionado” de material antidisturbios y evitó cualquier reproche a los socios marroquíes.

Este lunes, tras la polémica reavivada por la emisión de un reportaje de la BBC, Grande-Marlaska insistió en que "no hubo muertos en territorio español", negando la versión de la cadena británica que sostiene que la policía marroquí arrastró cadáveres del lado español hasta su territorio. “Ningún informe y ninguna cuestión podrá referir que la Guardia Civil ha tenido algún tipo de responsabilidad en las trágicas muertes ocurridas aquel día”, insistió. 


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