Qué hay de cierto y qué no sobre una supuesta ola de frío en España
Aemet aclara que hay “una probabilidad mayor” que otros inviernos de un episodio de temperaturas por debajo de lo normal debido a una posible rotura del vórtice polar, pero de momento no hay ningún evento concreto a la vista
Estos días se están propagando a la velocidad de los catarros informaciones alarmistas, incorrectas o directamente falsas sobre la inminente llegada de una ola de frío a España. Se trata de un bulo meteorológico que ha surgido a raíz de que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) informara de que este invierno hay “una probabilidad mayor” de que se produzca un episodio de estas características debido a una posible rotura del vórtice polar. Sin embargo, de momento es imposible saber ni si se va a producir ni cuándo ni dónde. “Se dan todos los ingredientes para que, ya avanzado diciembre, pueda haber una ola, pero hoy por hoy es solo una probabilidad, un episodio concreto con fecha de inicio no está en el radar”, aclara Rubén del Campo, portavoz de Aemet. “El tiempo está condicionado por múltiples factores y hay que seguir vigilando la atmósfera, por ahora son conjeturas”, advierte. Estas son las claves, las mentiras y verdades, sobre un evento que puede producirse (o no):
Qué es una ola de frío
En términos meteorológicos, no se habla de ola de frío por el mero hecho de que las temperaturas sean muy bajas, sino que tienen que darse valores anormalmente bajos, generalizados y relacionados con un fenómeno atmosférico súbito y brusco. La Organización Meteorológica Mundial define ola de frío como el resultado de un fuerte enfriamiento por la invasión de una masa de aire muy fría que se extiende por un amplio territorio y cada país fija los umbrales a partir de los cuales se produce.
En España, Aemet lo concreta en “un episodio de al menos tres días seguidos en el que, como mínimo, el 10% de las estaciones registran mínimas entre el 5% de las más frías de los meses de enero y febrero”. En el hemisferio norte, suceden entre mediados de noviembre y marzo, sobre todo en enero y febrero.
¿Hay una ola de frío ahora?
No, en absoluto, hace el frío normal para esta época, lo que ocurre es que apenas si ha habido otoño y las temperaturas se están normalizando ya a las puertas del invierno meteorológico, que comienza el 1 de diciembre. Septiembre fue un mes cálido ―hizo 0,6° por encima de la media―; octubre, extraordinariamente cálido ―el de mayor temperatura media de la serie y con una anomalía de 3,6°― y noviembre va camino de ser uno de los cinco más cálidos.
Si se cumplen los pronósticos, pues hay cierta incertidumbre, las heladas nocturnas ganarán terreno en el centro y norte de la Península a lo largo de la semana. Ambiente algo más frío de lo normal en algunas zonas, pero no se tratará, a priori, de una ola de frío. pic.twitter.com/sWgrsKcdOi
— AEMET (@AEMET_Esp) November 28, 2022
El frío llega ahora. “La semana comienza con temperaturas en descenso. Este lunes, la bajada se notará en las diurnas y, los próximos días, en las nocturnas”, avanza Del Campo. Habrá heladas entre el miércoles y el sábado en amplias zonas del norte y del centro y en las horas centrales “muy pocas regiones” alcanzarán o superarán los 15° salvo en el litoral mediterráneo y puntos del extremo sur.
“Será una semana con tiempo frío, pero propio de esta época o, si acaso, con temperaturas un poco inferiores a lo normal en puntos aislados de la mitad norte. No es ninguna ola, sino un tiempo perfectamente normal y esperable”, apunta el meteorólogo. Para la semana del puente, aumenta la incertidumbre, pero parece que hará más frío de lo normal en la Europa central y oriental. En España, los valores serán normales o algo más cálidos en el sur, con borrascas que dejarán lluvia, sobre todo en el sur y en el Mediterráneo.
¿Y va a venir?
El programa de observación de la UE Copernicus apuntó el 14 de noviembre que la probabilidad ―sin un porcentaje concreto― de que a principios de invierno haya una ola es mayor que otros años y, “por responsabilidad”, Aemet informó de ello el 25 de noviembre, lo que se tradujo, en medio de una fuerte crisis energética y con la falsa cantinela de las cabañuelas un año más de fondo, en informaciones en las que se daba por hecho.
Para el #invierno 2022-203, aunque las temperaturas en su conjunto probablemente sean superiores a la media, desde @CopernicusECMWF avisan de que, sobre todo en su primera parte, la probabilidad de ocurrencia de alguna ola de frío en Europa será más alta de lo habitual. pic.twitter.com/vPR0GLBqSg
— AEMET (@AEMET_Esp) November 25, 2022
“No es descartable que se pueda producir una ola ante una posibilidad de una rotura del vórtice polar estratosférico más alta que de costumbre”, explica Del Campo. “Las piezas del puzle encajan, pero no es seguro que vaya a suceder” y, caso de que suceda, es “prácticamente imposible” concretar en qué zona y fecha. La primera pieza es un bloqueo anticiclónico en latitudes altas del norte de Europa.
“Estas altas presiones, especialmente si una borrasca se sitúa en el Mediterráneo, podrían generar un pasillo de vientos que trajera la masa de aire gélida de Siberia a Europa central, oriental e incluso occidental si cuadran todos los condicionantes”. La segunda pieza es que ha nevado más de lo habitual en el Círculo Polar, lo que favorece que el aire sea aún más gélido. Y la última es que, a causa del anticiclón, se puede romper el vórtice, producirse una salida del aire confinado en el Ártico y generar una potente ola de frío “en Japón, Europa o EE UU”.
¿Qué es el vórtice polar estratosférico?
Es una especie de gran ciclón que gira alrededor de cada polo a una altitud de entre 15 y 35 kilómetros y mantiene el aire frío encerrado. “En ocasiones, un calentamiento súbito estratosférico o subida muy pronunciada de 30 o 40° en pocas horas o días altera toda la circulación. El vórtice puede ralentizarse, cambiar su sentido de giro o romperse”, explica Del Campo.
Si se parte, el aire se desplaza a latitudes más bajas y genera una ola. El precedente más inmediato de rotura y ola fue en EE UU en 2021, donde dejó al menos 58 muertos, una treintena de ellos en Texas. En España, ocurrió en diciembre de 2020, cuando una masa de aire muy fría alcanzó España, se quedó estacionaria y creó los ingredientes para Filomena y la ola posterior.
Pronóstico a medio plazo de la anomalía térmica en latitudes polares del Hemisferio Norte. Persiste el patrón dipolar "Ártico cálido, continentes fríos", al igual que muchos periodos noviembre-diciembre de los últimos años como 2016 o 2018. Algunas cosas de ello en este hilo👇 pic.twitter.com/ohdBBWKZxk
— AEMET_Navarra (@AEMET_Navarra) November 27, 2022
¿Será una nueva bestia del este?
En el Reino Unido llaman The Beast of the East a las olas que provienen de Siberia. ”Fue un término mediático que se empleó para bautizar a la ola que azotó Europa central y occidental en febrero 2018, que a España llegó domesticada y de refilón, y que se ha quedado allí como genérico″, contextualiza Del Campo. En España, se las llama tradicionalmente olas de frío siberianas o, simplemente, siberianas.
¿Son habituales las olas de frío en España?
Cada vez menos, ya que el aumento de las temperaturas hace que los inviernos sean más cálidos. De hecho, las predicciones estacionales apuntan a que este invierno va a ser en general cálido. Pero el cambio climático no significa calor siempre, sino un incremento en la frecuencia e intensidad de los episodios extremos, tanto los fríos como los cálidos, con una probabilidad mayor de estos últimos. “El cambio climático no nos libra de intensas olas de frío como la de Filomena, pero van a menos”, subraya el portavoz de Aemet.
El invierno pasado, por ejemplo, solo hubo una pequeña ola que pasó inadvertida a priori y que se vio en el análisis climatológico posterior. Se produjo entre el 14 y el 18 de enero y afectó a 11 provincias. En cambio, en verano hubo tres largas y duras olas de calor que abarcaron casi la mitad de la estación. “Hemos tenido apenas cinco días de ola de frío este 2022 en España frente a los 41 días de ola de calor”, subraya Del Campo. En la última década, “las olas de calor se han duplicado, mientras que el número de días bajo ola de frío se ha reducido a casi la mitad”.
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