La Macarena exhuma los restos del golpista Queipo de Llano
Los cuerpos del teniente general golpista, de su mujer y del auditor militar Francisco Bohórquez han sido desenterrados de la basílica sevillana la noche del miércoles y madrugada de este jueves
Queipo de Llano ya no está en La Macarena de Sevilla. A las 2.20 de este jueves, un furgón fúnebre se ha llevado del templo los restos del general franquista Gonzalo Queipo de Llano y de su mujer, Genoveva Martí, en cumplimiento de la ley de Memoria Democrática. Los tímidos aplausos de sus familiares, que aguardaban en la plaza de la basílica y que han gritado “¡Viva Queipo!” al paso del vehículo, han quedado acallados por las palabras de la presidenta de la asociación memorialista Nuestra Memoria, Paqui Maqueda. “Honor y gloria a las víctimas del franquismo”, ha clamado antes de gritar el nombre de su bisabuelo, sus tíos abuelos y su abuela, represaliados por el franquismo, algunos de los cuales aún busca entre las fosas comunes —708 en toda Andalucía― que contribuyó a llenar el militar golpista. Un alfombra tapa ahora la sepultura.
Los aplausos, los vítores a Queipo y la emotiva alocución de Maqueda se han sumado ya en la madrugada destemplada del 3 de noviembre al retumbar de las máquinas taladradoras que horadaban las losas en el interior del templo, el único sonido, junto con el de los camiones de la basura, que ha acompañado a una noche histórica. Especialmente, para los miles de sevillanos que consideraban un anacronismo que el responsable de la muerte de 45.000 personas durante la Guerra Civil reposaran en el interior de una iglesia.
El hermano mayor de la Hermandad de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, ya lo advirtió el 26 de octubre. “A partir del 1 de noviembre, cuando la Virgen se vista de luto, la exhumación será inminente”. Un día después, el 2 de noviembre, Día de Difuntos, a partir de las nueve de la noche, la entidad empezó a cumplir con la orden del Gobierno de sacar los restos del teniente general golpista, su esposa y el auditor militar Francisco Bohórquez de su basílica de Sevilla, en cumplimiento con la Ley de Memoria Democrática.
Fernández Cabrero ha estado presente durante los desenterramientos, y ha abandonado el templo a las 2.18, poco antes de que lo hicieran los restos de Queipo de Llano, en un vehículo que llevaba aparcado tras las rejas de la basílica desde las ocho de la tarde del miércoles. El hermano mayor estaba acompañado de otros tres miembros de la junta de gobierno de la hermandad. Pasadas las dos de la mañana, han salido por la puerta lateral los familiares del general golpista, alrededor de una veintena. En silencio y con el rostro circunspecto, se han ido apostando en pequeños grupos alrededor de la plaza a la espera de la salida del coche fúnebre. Ninguno ha querido hablar con los medios de comunicación. Casi en el mismo momento que abandonaban el templo, volvía a resonar el ruido de los taladros perforando el suelo. Las lápidas de Queipo y de su mujer se encuentran cerca de la salida de la iglesia, a la izquierda de la puerta principal, bajo un altar dedicado a San José y el sonido del percutor se oía nítido desde fuera.
Antes que Queipo, han sido exhumados los restos de uno de sus principales colaboradores en la represión en el sur de España, el auditor de guerra Francisco Bohórquez. Sus familiares, bastante menos que los del teniente general, se congregaron en el templo a las 21.00 del miércoles, justo cuando este cerraba sus puertas —los de Queipo de Llano lo hicieron dos horas después―. A las 23.45 entraba un coche fúnebre a la basílica a través de la puerta principal y salía menos de 10 minutos después con los restos del auditor, que fue hermano mayor de La Macarena desde 1938 hasta su muerte en 1955. Sus descendientes no lo esperaron para rendirle honores y salieron casi al mismo tiempo del lateral para coger sus coches.
La exhumación de Queipo y Bohórquez no ha tenido la exposición mediática que tuvo la de Franco en el Valle de Cuelgamuros. La Hermandad quería un acto íntimo y así se reconocía en las recomendaciones para la retirada de sus restos que el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, remitió al hermano mayor la semana pasada. La salida de ambos militares se ha hecho con nocturnidad. En torno a la medianoche, en la plaza del arco de la Macarena, mientras en el interior de la basílica se trabajaba en la extracción de Queipo y su mujer, apenas un par de curiosos se paraban a preguntar a los pocos periodistas y fotógrafos apostados si “esto” era “lo de la exhumación”. El camión de la basura es el único ruido que se mezclaba con el de los flashes de los fotógrafos.
Conforme las noticias de la exhumación corrían por redes sociales, miembros de distintas asociaciones memorialistas iban preguntando a través de WhatsApp si era verdad que estaban exhumando a Queipo y se interesaban por el ambiente que había alrededor de la basílica. “Qué día tan bonito, qué especial. Cómo me estoy acordando de tantas víctimas, de mi familia”, explica entre lágrimas de alegría y muy emocionada Lourdes Farratell, cuyo abuelo yace entre los miles de cadáveres de represaliados que se encuentran en la fosa común de Pico Reja del cementerio de San Fernando de Sevilla, la mayor de España. Ella es miembro de la Plataforma Gambogaz, una de las que más ha luchado por la exhumación de Queipo de Llano y la primera que solicitó la exhumación del general franquista, el mismo día en que entró en vigor la ley de Memoria Democrática. “Ese ruido suena a la libertad”, ha abundado tras escuchar el ruido de los taladros.
En torno a la una de la mañana, y casi de manera desapercibida, se sentaba junto a un banco frente a la basílica Paqui Maqueda. “Me ha llamado Lourdes Farratell, estaba en la cama, me he vestido y me he venido”. Con los ojos vidriosos y muy emocionada, explicaba que este momento histórico se ha producido “gracias a la lucha del movimiento memorialista”. Queipo de Llano ordenó prender a su bisabuelo, Juan Rodríguez Giraldo, cubero en Carmona. “Desapareció y lo fusilaron. No sabemos dónde está enterrado”, explicaba con la mirada temblorosa, pero con la voz firme. “Este es un momento muy importante para las víctimas”, señalaba, mientras pedía un cigarro para aplacar los nervios.
“Hoy Sevilla salda una deuda histórica con las víctimas del franquismo”
No pensaba hacerlo, pero cuando, dos horas y media después, ha escuchado a los familiares de Queipo de Llano vitorear su nombre, ella ha querido hacer sonar mucho más fuerte el de Juan, y el de sus tíos abuelos, Enrique Rodríguez Rodríguez, Juan Rodríguez Rodríguez y Pascual Rodríguez Rodríguez, y el de su abuela Francisca Rodríguez Rodriguez, Frasca. “Contra la impunidad de los crímenes del franquismo. Hoy en Sevilla se salda una deuda histórica con las víctimas del franquismo. Responsable Queipo de Llano, responsable Francisco Bohórquez. Hoy cumplimos una deuda histórica con las víctimas del franquismo. Porque siguen en cunetas enterradas como perros”, ha gritado Maqueda, mientras los familiares del general se subían a sus coches, “Sufrieron el escarnio de ser familia de rojos, se les quitó la casa, tuvieron que huir del pueblo. Ante los familiares de Queipo aplaudiendo y arengándolo, no podía callarme”, ha explicado después.
Para ella, la salida del coche fúnebre con los restos del general golpista, además de un gesto de justicia, es también una respuesta a una pregunta que se ha hecho todos estos años. “Mi abuela era devota de La Macarena, nunca sé qué pensaba cuando nos llevaba a la basílica; ella entraba, pero nunca miraba a la izquierda. Hoy ya tengo la respuesta. Hoy ella se va a sentir más contenta y la virgen, cuando salga por estas calles, saldrá mucho más digna”, afirma.
Dos jóvenes de 27 y 23 años, hermanos de La Macarena desde hace una década, comparten el sentir de Maqueda. Se han acercado hasta las puertas de la basílica poco antes de las dos de la madrugada. No quieren dar sus nombres, porque aseguran estar “muy metidos en la Hermandad”, pero están “contentos” con que Queipo de Llano “por fin salga del templo”. “Nos parece muy bien, no tenía ningún sentido que siguiera aquí”, dice el mayor de ellos, que asegura que sabía que sus restos iban a ser exhumados esta noche. Su compañero dice que él se ha enterado por las redes.
A lo largo de las últimas semanas, los familiares de Queipo de Llano y de Bohórquez han compartido en redes mensajes y fotografías en los que exaltaban a sus antepasados. La mañana de este jueves, uno de los bisnietos del teniente general golpista, Gonzalo García Yangüela, escribía en sus redes: “Rezad por vuestros difuntos y por todas las almas del purgatorio. Todos los días, pero hoy, día de los fieles difuntos, especialmente”. Hoy, a las 2.56, ha compartido una foto de la lápida original de su bisabuelo —rodeada de cadenas, con la fecha de su nacimiento y muerte, la del golpe de Estado, 18 de julio de 1936, su cargo dentro del aparato militar franquista —”excelentísimo teniente general”— y la gran cruz laureada de San Fernando, que le otorgó el propio Franco, entre otra parafernalia del régimen― con la frase: “Honor al salvador de Sevilla”.
Poco antes, un bisnieto de Francisco Bohórquez, Manuel Campbell, ha subido a Twitter una imagen de la lápida descubierta de la tumba de su bisabuelo instantes antes de la exhumación. La sepultura llevaba tiempo cubierta con una alfombra.
— Manuel Campbell Bohórquez (@ManoloCampbell) November 2, 2022
Queipo de Llano (nacido en 1875 en Tordesillas, Valladolid, y fallecido en 1951 en Sevilla) fue responsable de la muerte de 45.000 víctimas durante la Guerra Civil, y estaba enterrado en La Macarena desde el año de su deceso. Una de sus nietas, Ana Quevedo Queipo de Llano, recordaba en su libro Queipo de Llano: Gloria e infortunio de un general, que su abuelo fue enterado con la túnica de la hermandad, la medalla de hermano mayor y la de gran cruz laureada de San Fernando. Sus cuerpos, como el de Bohórquez, fueron embalsamados, una circunstancia que no debería afectar a la exhumación, según ha explicado a este diario el psiquiatra forense José Cabrera: “Eso solo es formol, el cuerpo quedaría acartonado y se podría fragmentar fácilmente”.
El principal representante de la hermandad ya tenía, cuando este diario contactó con él a finales de octubre, el protocolo para poder proceder al traslado de los restos, que un día antes le había comunicado el secretario de Estado de Memoria Democrática en el que se estipula que el Gobierno estará presente como observador, junto a los familiares y al secretario de la Hermandad que deberá levantar acta de lo que acontezca, según el documento al que tuvo acceso EL PAÍS.
El artículo 38.3 de la nueva Ley de Memoria Democrática establece: “Los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán ser ni permanecer inhumados en un lugar preeminente de acceso público, distinto a un cementerio” y el 35.5 señala que “cuando los elementos contrarios a la memoria democrática estén ubicados en edificios de carácter privado o religioso, pero con proyección a un espacio o uso público, las personas o instituciones titulares o propietarias de los mismos deberán retirarlos o eliminarlos”, una disposición que mandata a la Hermandad de La Macarena.
Poco antes de las tres de la madrugada han abandonado la basílica los albañiles. Era el punto final de una noche histórica, y muy emotiva, en la que se cumplió con la legalidad. Y que deja patente, con las arengas de los familiares de Queipo y la alocución de la familiar de sus represaliados, lo necesaria que es esta nueva ley de Memoria, lo importante que es la reparación y el final de la impunidad para las víctimas y lo alejados que están algunos de los valores democráticos.
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