Francisco Bohórquez, el ‘alter ego’ de Queipo de Llano que también será exhumado de La Macarena
“Su poder le permitía todo”, afirma el historiador Francisco Espinosa de quien fue hermano mayor de la entidad durante casi 20 años y como auditor de guerra firmó las sentencias de ejecución dictadas en bando de guerra
“Era un segundón que siempre estuvo a la sombra de Queipo de Llano, pero cuya firma siempre aparecía al lado de la del general en todas sentencias de ejecución dictadas con aplicación de bando de guerra”. Así describe el historiador Francisco Espinosa Maestre la figura de Francisco Bohórquez Vecina, auditor de la Segunda Región Militar durante la Guerra Civil, el desconocido militar franquista que también yace en la basílica de La Macarena y cuyos restos también deberán ser trasladados del templo en cumplimiento de la nueva Ley de Memoria Democrática, tal y como ha recordado el Gobierno a la Hermandad.
Fue Espinosa, precisamente, quien primero mencionó a Bohórquez en su libro La justicia de Queipo (Crítica, 2000). “Me llamó la atención porque el archivo militar de la ciudad de Sevilla está repleto de documentos, consejos de guerra... que llevan su firma junto a la de Queipo de Llano. Estuvieron unidos en las sentencias a través de sus rúbricas y después de muertos a través de la Hermandad”, señala.
Como auditor “su poder le permitía todo”, indica Espinosa. Eso significaba decidir qué procedimiento se abría, cuál no, orientar el curso de la instrucción y su conclusión. Un ejemplo de esa autoridad omnímoda lo recoge el historiador en las páginas de La justicia de Queipo. “Sentó el principio de que todos los apoderados e interventores del Frente Popular en las llamadas elecciones de 1936 tenían que ser procesados determinándose en el acto el juicio oral, por la impresión que en el Tribunal produjese la cara de los procesados, quiénes debían ser condenados y quiénes absueltos: todos los Milicianos rojos también, como regla general, debían ser procesados y fusilados [...]; indicó el porcentaje aproximado que debía conseguirse entre las distintas penas que dictara el Consejo y llegó a determinar, apriorísticamente, el valor de la prueba diciendo que bastaba con un solo testigo de cargo para condenar”.
Bohórquez nació en Ubrique (Cádiz) el 11 de junio de 1893 y fue el quinto y último hijo de Pedro José Bohórquez Piñero, que entonces era alcalde de ese municipio. Tras licenciarse en Derecho en Madrid, ingresó en el Cuerpo Jurídico Militar. El 18 de julio de 1936 se puso de inmediato a las órdenes del general sublevado Gonzalo Queipo de Llano. No en vano, él también formaba parte de los mandos y oficiales de alta graduación que ya estaban conspirando en contra del Frente Popular en vísperas del golpe de Estado. Como auditor firmó los decretos en bando de guerra y las penas de muerte, una rúbrica que lo convierte en cómplice directo de las 45.000 personas que murieron durante la Guerra Civil en Andalucía, según las cifras que maneja el historiador Paul Preston.
Además de militar golpista, Bohórquez fue hermano mayor de La Macarena desde la Guerra Civil hasta que falleció el 10 de noviembre de 1955, a los 62 años. En esas casi dos décadas —y siempre bajo la tutela de Queipo― fue el responsable de levantar la actual basílica —que se sufragó, además de por aportaciones de particulares, gracias a una cuestación popular impulsada por el general sublevado―, de adquirir el paso del señor de la Sentencia, una de las tres devociones más importantes de la Hermandad, junto con La Macarena y la Virgen del Rosario, o la candelería de la imagen titular de la entidad. Estos son algunos de los motivos que explican que esté enterrado en un lugar preeminente del templo, el anteprebisterio de la basílica, prácticamente frente del altar central.
Apropiación de la Hermandad para exaltar al régimen
“Bohórquez era el alter ego de Queipo de Llano, su mano derecha y ejecutora de su política represiva, pero como hermano mayor también representaba en la Hermandad esa presencia de Queipo, el concepto de cruzada del golpe de Estado”, explica Isidoro Moreno, catedrático en Antropología Social y Cultural en Sevilla de la Universidad de Sevilla y experto en la Semana Santa. Moreno subraya que no fue baladí que tanto el general golpista, oriundo de Valladolid y sin ningún contacto con el mundo de las hermandades, como Bohórquez, gaditano y sin conexiones con la escena cofrade sevillana, eligieran la Hermandad de La Macarena para imponer su influencia.
“La Macarena era una de las devociones populares más importantes de Sevilla, no solo por cuestiones religiosas, sino sociales. Está en un barrio obrero, al que llamaban de hecho el Moscú sevillano o la Sevilla roja, pero a comienzos del siglo XX se produjo en su Junta de Gobierno un desembarco de la burguesía conservadora que no representaba a la mayoría de los hermanos. Ellos consiguieron aparecer como protectores de esa devoción popular”, señala. “Se la apropiaron de la Hermandad y de sus imágenes, que fueron utilizadas por los golpistas y se la expropiaron a la gente del barrio, que eran la mayoría de hermanos”, abunda.
Moreno pone como ejemplo la entrega de la corona de oro que la Hermandad hizo a Queipo de Llano al comienzo de la contienda para sufragar la guerra en el bando sublevado. Al final fueron los hermanos quienes a través de una cuestación popular aportaron dinero equivalente al valor de la alhaja. “Utilizaron la imagen de forma propagandística y simbólica para hacer ver que La Macarena estaba al 100% con los golpistas”, explica.
En 1956, poco menos después de un año de su muerte, se le puso a la antigua calle Huerto, una vía estrecha y corta junto a la basílica de La Macarena, el nombre de General Bohórquez. En 2000, el Ayuntamiento de Sevilla lo retiró y la rebautizó con el actual: Muro. Seis años más tarde, y a raíz de las publicaciones de Espinosa en las que aludía a Bohórquez, el consistorio de Ubrique, por iniciativa del grupo municipal de IU, le retiraba la distinción de Hijo Predilecto, que ostentaba desde 1937, y también cambiaba su nombre en otra calle de la localidad por la Del Perdón.
Cuando Bohórquez fue enterrado en La Macarena —amortajado con la túnica de la Hermandad, como Queipo de Llano― a la Virgen la vistieron con una saya negra. Un luto que también llevará la titular de la Hermandad en el mes de noviembre, cuando está previsto que se lleve a cabo su exhumación.
Pocos conocían que debajo de las alfombras que pisa el sacerdote cuando dice misa en La Macarena yacían los restos de Bohórquez. Sus propios familiares se han quedado sorprendidos de que hubiera trascendido, aunque Espinosa lo ha recordado en sus páginas. ”Creo que solo se llegó a ver entera una vez, porque siempre ha estado cubierta”, señala el historiador.
Funeral de mi bisabuelo Francisco Bohórquez Vecina pic.twitter.com/dyU1rRp6MT
— Manuel Campbell Bohórquez (@ManoloCampbell) October 24, 2022
Pedro Bohórquez, a quien la familia ha designado portavoz, ha rehusado hablar con EL PAÍS, pero los bisnietos del auditor de guerra sí se pronuncian en redes sociales. Uno de ellos, en Twitter, manifestó que con su carta reclamando la exhumación de los restos de su bisabuelo el Gobierno estaba cometiendo “soft totalitarism” [”totalitarismo blando”, en inglés]. Otro ha colgado recientemente fotografías de su antepasado vestido con la túnica de La Macarena junto a Queipo, o del momento de su entierro. En su epitafio se destacó “la firmeza de su carácter y exacto cumplimiento de sus deberes”.
Bohórquez y Queipo llevaron vidas paralelas, el primero siempre a la sombra del segundo; también lo hicieron tras su muerte, cuando prácticamente nadie sabía que el auditor de guerra reposaba en La Macarena a unos pasos de su jefe militar. Su traslado los ha equiparado en notoriedad mediática.
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