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LA CRÓNICA

El Gobierno de coalición consolida la estabilidad política en una Europa convulsa

Sánchez encarrila sus terceros Presupuestos tras una dura negociación con ERC y PNV, mientras el Reino Unido colapsa, Italia abre paso a la ultraderecha y en Francia Macron sufre huelgas

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se fotografía con una simpatizante a su llegada a un acto de partido, este sábado en Soria.
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se fotografía con una simpatizante a su llegada a un acto de partido, este sábado en Soria.Concha Ortega Oroz (Europa Press)
Carlos E. Cué

Hubo un tiempo, que duró más de tres décadas, en el que España competía con Alemania como los dos grandes referentes de la estabilidad política europea. Los presidentes aguantaban ocho años, y Felipe González ―se cumplen ahora los 40 años de su primera victoria― llegó a 14 años, casi tanto como Helmut Kohl o Angela Merkel. Después llegó la crisis financiera de 2008, la desigualdad enorme que generó, los recortes, la austeridad, el hundimiento del bipartidismo, el 15-M, el procés. Podemos estuvo a punto de dar el sorpasso al PSOE en 2016, Ciudadanos casi lo logra con el PP en 2019. La política española, como ironizaba González, se volvió italiana, pero sin italianos que supieran gestionarla. Y ahora, el sistema político español parece reorientarse de nuevo hacia una inesperada estabilidad inestable y una mayor concentración bipartidista, que estará lejísimos de lo que fue ―PSOE y PP llegaron a tener el 80% del Parlamento y ahora no llegan al 60%― pero sí está recuperando fuerza, como se vio en el debate en el Senado esta semana, donde el protagonismo volvió a los dos presidenciables, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.

Sánchez, un presidente que siempre ha tenido que huir de la imagen de inestabilidad que le auguraba ser el que menos escaños propios tiene de toda la democracia ―solo 120, frente a los 123 de Rajoy en 2015, que era el mínimo anterior―, ha podido exhibir esta semana en la cumbre de Bruselas una prueba de fortaleza política incuestionable al encarrilar sus terceros Presupuestos con cerca de 190 escaños, los que votarán el jueves contra las enmiendas a la totalidad de PP, Vox, Ciudadanos y Junts. Con ellos confirmará que está en condiciones de agotar la legislatura y culminarla con la presidencia española de la UE en 2023. Sánchez hacía esta exhibición en Bruselas en la misma semana en que a la cumbre llegaban las noticias de la dimisión de Liz Truss en el Reino Unido, en la que se despedía Mario Draghi para dar paso a la ultraderecha en Italia, en la que Emmanuel Macron sufre huelgas muy fuertes y ha tenido que tirar de decreto para aprobar sus Presupuestos ante el bloqueo en el Parlamento francés, o en la que el alemán Olaf Scholz ha tenido que tirar de sus atribuciones especiales de canciller para aprobar una prórroga al cierre de las nucleares y sufre una fuerte tensión interna en su coalición por la entrada de capital chino en el estratégico puerto de Hamburgo. “Cuando se dice que Sánchez está muy débil, ¿a qué se refieren? ¿Comparado con quién? Es evidente que hay problemas importantes, y la derecha está rearmándose y está muy movilizada. Pero desde las andaluzas hemos puesto el turbo y aquí queda muchísimo partido. En un año en política pasa de todo”, resume un ministro.

Siete años después de esas elecciones de 2015, que reventaron el sistema político español y abrieron un nuevo ciclo multipartidista que auguraba una gran inestabilidad, la inédita coalición de PSOE y Unidas Podemos, que nació en 2020 con un augurio generalizado de vida corta y muchos problemas ―Sánchez sacó la investidura por solo dos votos― ha consolidado una sólida mayoría que le permite pensar en aprobar antes de final de año sus terceros Presupuestos. No ha sido tan fácil como pueda parecer. La negociación con ERC y PNV ha sido durísima esta semana. Y aún lo será más en las próximas semanas. Todos los grupos saben que estos son los últimos Presupuestos y que lo que no consigan ahora, se pueden olvidar en el año electoral de 2023. Por eso, fuentes del Ejecutivo que han estado muy encima de la negociación aseguran que hasta el último momento estuvo a punto de romperse.

El jueves por la noche aún estaba todo en el aire y podía irse al traste. Los negociadores del Ejecutivo, en especial María Jesús Montero y Félix Bolaños, temieron hasta el final que alguno de los dos, ERC o PNV, o incluso los dos, el peor escenario posible, presentaran la enmienda a la totalidad a los Presupuestos. Hubo que ceder más de lo previsto, sobre todo en cuestiones de infraestructuras y de transferencias ―en especial ferroviarias― o del cupo vasco, con un límite muy claro: no podía vincularse bajo ningún concepto la aprobación de los Presupuestos y la rebaja de la pena en el delito de sedición. El Gobierno está abierto a esa compleja reforma, pero no puede ser una condición para las Cuentas. Bolaños, en nombre de Sánchez, dejó muy clara esa condición a los republicanos y estos la aceptaron. Por eso ese asunto no aparecerá en ninguna de los documentos que se acuerden, ni será exhibido por ERC como una contrapartida.

Sánchez presumió en Bruselas de esa estabilidad. Y cree además, como muchos ministros, que el fiasco de Liz Truss en el Reino Unido deja al PP con un problema argumental muy serio en su línea de reivindicar las bajadas de impuestos como gran solución a la crisis. Truss recibió el apoyo entusiasta a sus bajadas de impuestos de Isabel Díaz Ayuso. Feijóo se cuidó más, como es habitual en él ―siempre evita mojarse para poder decir que él no dijo eso, como hizo este jueves en Bruselas cuando dijo que él nunca había hablado de “timo ibérico”, aunque lo hiciera su equipo más cercano― pero en el debate en el Senado tuvo que recurrir como ejemplo a Portugal, un país con mayoría absoluta socialista, porque el PP ya no tiene ningún referente europeo al que acogerse. Este sábado, en un mitin en Soria, Sánchez ha tratado de explotar ese fiasco británico contra el PP, al que ha reclamado que aprenda del desastre del Reino Unido. “Las políticas públicas se tienen que financiar con ingresos públicos y eso son los impuestos de todos y, singularmente, de los que más tienen”, aseguró.

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Al Gobierno no le faltan problemas. El PSOE vive una tensión interna muy fuerte con la ley trans, que enfrenta al mundo feminista del partido y también hace crujir las costuras de la coalición. Unidas Podemos, por su parte, vive también otra tensión por el cierre de la negociación del Consejo General del Poder Judicial, en el que el sector de Podemos quiere incluir a Victoria Rosell, la delegada del Gobierno contra la violencia de género, algo que ya complicó la negociación en 2021 y lo vuelve a hacer ahora. Además, el Ejecutivo se la juega en la gestión de los fondos europeos, que han llegado a su momento cumbre. El aviso de Volkswagen de que podría anular la inversión de 3.000 millones de euros en la megafactoria de baterías eléctricas de Sagunto (Valencia) si no se mejora la aportación pública ha hecho saltar todas las alarmas. El fiasco sería descomunal en la inversión estrella vinculada a los fondos, y por eso Sánchez está encima y la cuestión parece en vías de solución. Varios presidentes autonómicos consultados empiezan a admitir en privado que la ejecución de las grandes inversiones no acaba de arrancar como debiera. La inflación remite un poco, pero sigue siendo altísima y está devorando buena parte del efecto del escudo social que puso en marcha el Ejecutivo. Y las encuestas siguen detectando que el bloque de derechas tiene muchas más posibilidades que en 2019 de recuperar el poder. Pero Sánchez y Yolanda Díaz, líder de Unidas Podemos, encarrilan sus terceros Presupuestos y se enfrentan con una sólida mayoría y una inesperada estabilidad política a un difícil invierno. La península Ibérica no solo es una isla energética, sino también parece una isla política y social que, de momento, vive ajena a las turbulencias que dominan el resto del continente.

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