La derecha fracasa en el intento de bloquear las leyes ‘trans’, del aborto y de los animales
Las iniciativas sociales de los ministerios de Podemos pasan con holgura el primer trámite parlamentario
El PP y Vox actuaron como un bloque este jueves en el Congreso. Los populares, en tono más discreto; la extrema derecha, en su versión más rotundamente apocalíptica: todo lo que allí se debatía —lo transgénero, el aborto y la persecución del maltrato animal— va a “destruir la nación”. El PP se mantuvo lejos de esas cumbres, aunque sus votos y los de Vox se unieron para intentar bloquear la llamada ley trans; la que amplía el derecho al aborto y la de bienestar animal, esta última acompañada de una reforma del Código Penal para endurecer las penas por maltrato. Tres de los principales emblemas legislativos de los ministerios de Unidas Podemos pasaron con holgura el primer trámite parlamentario, después de que los dos partidos de la derecha se quedasen prácticamente solos ante el resto de la Cámara.
Los proyectos de ley siguen su curso, pero queda el proceso para discutir su contenido con aportaciones de los grupos. Y solo el texto que recupera el derecho al aborto sin permiso paterno a partir de 16 años parece tener el camino despejado. El PP y Vox tropezaron con una muralla: 199 votos en contra de sus enmiendas a la totalidad y solo 143 a favor. Los partidos del Gobierno, el conjunto de los nacionalistas periféricos —a derecha e izquierda— y Ciudadanos coincidieron en que es necesario discutir una regulación más amplia del aborto y de la educación sexual, como prevé la ley. La formación de Inés Arrimadas presentó una enmienda para incorporar la regulación de los llamados vientres de alquiler sin ánimo de lucro, que únicamente logró el apoyo de PDeCAT.
El trámite de la ley trans se anticipa bastante más accidentado por la ruidosa discusión que ha suscitado entre las feministas, sobre todo del PSOE. Este jueves el grupo socialista actuó sin fisuras, incluida una de las más ardorosas críticas del texto, la exvicepresidenta Carmen Calvo, pero lo único que se votaba era el veto de la derecha a su discusión. De nuevo, PP y Vox no lograron reclutar más fuerzas. En este punto, Cs se abstuvo con una crítica más de forma que de fondo: la tramitación del texto por vía de urgencia, que acorta los plazos de discusión y limita la consulta a órganos y grupos externos a la Cámara, una queja en la que también se extendió el PP.
La elaboración definitiva de la ley de bienestar animal es otra que se barrunta sinuosa. El PSOE, empujado por los barones de las comunidades más rurales, ha anunciado que presentará una enmienda al texto para dejar fuera de sus regulaciones a los perros de caza y pastores. El portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, se lo reprochó a sus socios sin miramientos y les exhortó para que no secunden “el discurso de la derecha”. En lo mismo insistieron aliados habituales del Ejecutivo como ERC o Más País. Aquí el PNV se bajó de la nave del Gobierno con una enmienda a la totalidad. Tampoco discutía el contenido de la ley, solo que invade competencias autonómicas. A pesar de que el resto de los nacionalistas se adhirió a la crítica, todos apoyaron el texto al considerar que se puede corregir durante el trámite.
El debate reveló cómo el asunto encierra una disputa cultural sobre la forma de vida en las zonas rurales. Y en ella no estuvieron solos Vox y el PP. Se les sumaron Coalición Canaria y dos habituales apoyos del Gobierno, el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) y Teruel Existe, cuyo diputado, Tomás Guitarte, calificó el texto de “urbanocentrista”.
La jornada había comenzado, en el debate de la ley trans, con una diputada de Vox, Carla Toscano, proclamando que el suyo es el partido “del bien, la verdad y la belleza”. El orden del día era una invitación a las guerras culturales que entusiasman a la extrema derecha y a ello se entregó con ahínco. Con el aborto llegó el paroxismo. La diputada Lourdes Méndez Monasterio lo calificó de “violencia de Estado” y sentenció que es la medida de “cuando una sociedad humana ha dejado de serlo”. Los rechazos del PP fueron menos estrepitosos. Sobre la ley trans, la diputada María Jesús Moro recuperó un argumento de parte de las feministas: que la libre determinación del sexo conduce a un “borrado de las mujeres”. Acerca del aborto, la popular Marta González se centró en criticar aspectos como que todos los centros públicos estén obligados a prestar ese servicio y que se vaya a elaborar lo que consideró una “lista negra” de médicos objetores de conciencia.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, defendió los dos textos ante la Cámara en sendas intervenciones repletas de ataques a la derecha. Presentó las dos iniciativas como reconocimientos de derechos individuales y aludió al caso de los cánticos machistas en un colegio mayor de Madrid como ejemplo de la necesidad de educación sexual. Montero perseveró con lo que ya ha convertido en un latiguillo: “A los fascistas se les para con derechos”.
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