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Abascal, entre el despecho de Olona y el desdén de Feijóo

Vox se enfrenta al riesgo de una escisión en plena caída en las encuestas y con un PP que le ningunea

Miguel González
Santiago Abascal y Macarena Olona en un mitin preelectoral de Vox en Granada el pasado 28 de mayo.
Santiago Abascal y Macarena Olona en un mitin preelectoral de Vox en Granada el pasado 28 de mayo.Europa Press (Europa Press)

La anunciada victoria de Giorgia Meloni en las elecciones italianas de este domingo será, de confirmarse, el único consuelo de Santiago Abascal en la peor semana desde que Vox irrumpió en la política española, en diciembre de 2018. Un consuelo a medias, pues Meloni no ha querido contar con él para la campaña italiana, mientras que el líder de Vox la trajo a un mitin en Marbella (Málaga) en vísperas de las elecciones andaluzas. Ella misma se ha arrepentido de su histriónica intervención de entonces, aunque Abascal la ha exonerado de cualquier responsabilidad en el fiasco electoral de su partido. Más allá del tono, su “amigo español”, como Meloni llama a Abascal, no es una compañía recomendable para la líder de Hermanos de Italia, que se presenta ante los electores como una política conservadora, no ultraderechista, queriendo hacer olvidar sus antiguos elogios a Mussolini.

Tampoco Abascal lo hubiera tenido fácil para desplazarse a Italia ante el incendio desatado en su propio partido. El regreso de Macarena Olona, tras su inesperada retirada del pasado 29 de julio, causó perplejidad primero, expectación después y alarma finalmente entre sus excorreligionarios. Olona, el rostro más popular de Vox tras Abascal, no pertenecía al núcleo fundador del partido ni al sanedrín que lo dirige. La fichó Iván Espinosa de los Monteros a través de la red social Linkedin y siempre ha sido un verso suelto: exhibió su vacunación de la covid cuando Abascal se negaba a revelar si se había inmunizado y guarda celosamente la identidad del padre de su hijo en un partido que ensalza la familia tradicional. Pese a ello, su cercanía a las Fuerzas de Seguridad del Estado y sus diatribas contra el ministro Grande Marlaska en el Congreso le granjearon una legión de fans que duda ahora si seguirla.

Olona esgrimió “problemas de salud” para renunciar a su escaño en el Parlamento andaluz y darse de baja en el partido. Sufría hipertiroidismo, una dolencia que produce pérdida de peso (en su caso 12 kilos), cansancio e insomnio, pero es fácil de diagnosticar y tratar, aunque ella temió algo más grave. Fuentes próximas a la exdiputada admiten que lo lógico habría sido esperar a que pasasen las vacaciones para, ya con un diagnóstico fiable, tomar una decisión sobre su futuro, pero en su caso fue la gota que colmó el vaso.

Santiago Abascal, ofrece una conferencia en la Universidad CEU San Pablo, el 20 de septiembre de 2022.Foto: Alejandro Martínez Vélez (Europa Press) | Vídeo: EPV

Olona, que aspiraba a ser vicepresidenta de Andalucía, acabó como portavoz de un partido reducido a la irrelevancia ante la mayoría absoluta del PP; y que ella ni siquiera controlaba. Salió de la burbuja que era el grupo de Vox en el Congreso para encontrarse a la intemperie frente al aparato que dirige con puño de hierro el secretario general, Javier Ortega Smith. Olona no conocía a la mayoría de sus compañeros de filas en Andalucía ni tenía autoridad alguna sobre los comités provinciales del partido, dirigidos desde Madrid. Como otros disidentes de Vox antes que ella, chocó con Ortega Smith pero creyó que podría entenderse directamente con Abascal. Se equivocó.

Como adelantó EL PAÍS, pidió más visibilidad a nivel nacional, asumiendo el papel de portavoz del partido, que ahora desempeña el vicepresidente Jorge Buxadé. Esta responsabilidad no le obligaba a dejar Andalucía, pues Buxadé la compatibiliza con su escaño en Estrasburgo y el pleno del Parlamento andaluz solo se reúne dos veces al mes. Se le contestó que bajara el pistón y tuviera paciencia.

A la vuelta del verano, el partido acogió con frialdad su mediático regreso para recorrer un tramo del camino de Santiago rodeada de seguidores; y silenció su entrada en la Universidad de Granada a empujones y codazos, abriéndose paso rodeada de antidisturbios entre los radicales que intentaban boicotear su conferencia. Un episodio que en otro tiempo hubiera jaleado Vox en las redes sociales como una hazaña.

Los últimos puentes se volaron cuando, en una entrevista con Abc el pasado jueves, Olona denunció la “falta de democracia interna” y la actitud “excluyente” del aparato del partido. Abascal ordenó a Espinosa de los Monteros, exjefe de Olona, que cortase por lo sano. Al emplazamiento público que Olona había hecho a Abascal para que “caminaran juntos”, Espinosa de los Monteros respondió lacónico: “Es el final del camino”. La sentencia lapidaria equivalía a su expulsión de Vox, aunque esta sea formalmente innecesaria porque la exdiputada se dio de baja cuando pensaba volver a la Abogacía del Estado.

El futuro

Olona repite que no planea montar un nuevo partido, como hizo en Francia Éric Zemmour, el columnista que disputó el voto de la ultraderecha a Marine Le Pen en las últimas elecciones a El Elíseo, pero siempre lo matiza con los adverbios “ahora” o “actualmente”. No descarta intentarlo en el futuro, si se demuestra que Vox “no es alternativa”, tras las elecciones locales y autonómicas de mayo, en las que Abascal podría llevarse un severo batacazo, sugieren fuentes de su entorno.

Ha pedido la excedencia como funcionaria y se ha reunido con exmiembros de Vox que lo dejaron voluntariamente o fueron depurados; no por discrepancias ideológicas, sino por enfrentarse al aparato. Los organizadores de la conferencia que dio el viernes en la Universidad de Murcia son dos diputados disidentes de Vox en la Asamblea regional (Juan José Liarte y Francisco Carrera); y, entre los más de 300 asistentes, estaba una fundadora del partido ultra, Cristina Seguí.

Este lunes, Olona participará en un almuerzo-coloquio en Sevilla junto a Mario Conde, condenado a 20 años de cárcel por fraude y apropiación indebida en Banesto. Será la segunda vez que coincida públicamente con el banquero, que por dos veces (en 2000 y 2012) fracasó en su intento de dar el salto a la política y nunca ha renunciado a influir en ella.

No está claro que Olona pueda aglutinar a la pléyade de personajes y grupos que se han desgajado de Vox en estos años, aunque presume de “tener [ya] la financiación” necesaria para embarcarse en el proyecto. En el equipo de Abascal creen que, aunque lo lograse, no supondría una amenaza electoral seria, salvo en lugares como la Comunidad Valenciana o Murcia. El primer efecto de la crisis ha sido, sin embargo, eclipsar la propuesta con la que Vox pretendía recuperar la iniciativa tras su revés en Andalucía: la convocatoria de referendos consultivos sobre temas “de especial trascendencia”, prevista en el artículo 97 de la Constitución; entre los que Abascal cita el apoyo a la energía nuclear o la mano dura contra la inmigración. Una propuesta devaluada por el hecho de que en España este tipo de consultas solo puede convocarlas el Gobierno y no tienen carácter vinculante.

El problema para Vox es que esta crisis se produce cuando está en caída libre en las encuestas frente a un PP al alza, de modo que los votos que no le quite Olona se los puede robar Feijóo. “A perro flaco todo se vuelven pulgas”, refranea un antiguo dirigente del partido. Mientras Abascal descarta reunirse con Olona, Feijóo da largas a su entrevista con él. El líder del PP no le ha dado expresamente calabazas, pero alega no encontrar hueco en su agenda para fijar esa cita y huye de cualquier ocasión en que se les pueda fotografiar juntos. En cambio, ha dado prioridad a su reunión con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. Abascal ya le ha advertido de que es incompatible pactar con Ortuzar y con él. Pero a Feijóo no le intimida: sabe que Abascal se juega todas sus cartas a un futuro gobierno de coalición con el PP. No tiene plan B.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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