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La destitución del líder del PCE en el Gobierno eleva la tensión en la izquierda

Podemos se hace fuerte en el ministerio de Belarra y provoca un nuevo choque con los partidarios de Yolanda Díaz, que responde: “En el politiqueo no me van a encontrar”

Paula Chouza
De izquierda a derecha, Lilith Verstrynge, Ione Belarra e Irene Montero, en el consejo ciudadano estatal de Podemos, el 9 de julio en Madrid.
De izquierda a derecha, Lilith Verstrynge, Ione Belarra e Irene Montero, en el consejo ciudadano estatal de Podemos, el 9 de julio en Madrid.Gustavo Valiente (Europa Press)

Unidas Podemos vuelve a convulsionar. La tensión de los últimos meses a cuenta del liderazgo del proyecto que empieza a construir Yolanda Díaz para las próximas elecciones generales creció el viernes con la destitución del Gobierno del líder del PCE, Enrique Santiago. El hasta ahora secretario de Estado para la Agenda 2030 había ido perdiendo la confianza de la ministra de Derechos Sociales y máxima dirigente de Podemos, Ione Belarra, de quien depende este departamento. Las relaciones se rompieron definitivamente tras las negociaciones para la creación de una coalición electoral en Andalucía, cuyo liderazgo recayó en Izquierda Unida gracias a un acuerdo de todos menos Podemos. Santiago, que estuvo implicado en aquellas conversaciones, apoya abiertamente el planteamiento de la vicepresidenta segunda, partidaria de abrir el espacio a otros actores políticos y de la sociedad civil. Fue, de hecho, el único alto cargo del Ejecutivo de coalición que el día 8 acudió al lanzamiento de Sumar, el movimiento que impulsa Díaz. Lilith Verstrynge, secretaria de Organización y número tres de Podemos, un perfil de la máxima confianza de Belarra, ocupará el lugar de Santiago en el ministerio.

De viaje oficial en Estados Unidos, la vicepresidenta se enteró de la noticia a primera hora del viernes en Nueva York. En sus declaraciones públicas, la líder de Unidas Podemos en el Ejecutivo ha evitado entrar en disputas y le ha deseado tanto a Santiago como a la ministra “la mejor de las suertes”. “No me van a ver jamás en cuestiones ajenas a mis tareas como vicepresidenta y a mis tareas en este momento de ensanchar la democracia. En el politiqueo no me van a encontrar jamás”, ha despachado la vicepresidenta. En el grupo más próximo a Díaz, sin embargo, la salida del secretario general del PCE ha provocado sorpresa y malestar, así como en la mayor parte de los sectores de Unidas Podemos. Sobre todo porque se produce en un momento en el que la titular de Trabajo busca concitar la unidad y reenganchar a un electorado desconectado de la política, exhausto en buena medida por la fatiga que produce tanta pelea interna.

Distintas fuentes han interpretado en las últimas horas la destitución como un nuevo intento de Podemos por desgastar a Díaz y sus aspiraciones electorales, aunque el motivo inmediato de su cese se atribuye al papel de Santiago en la disputa con el partido de Belarra por la candidatura andaluza. “Es todo lo mismo, sigue la purga”, resume un dirigente de la coalición. Santiago, diputado en el Congreso, fue en su día abogado de confianza de la cúpula del partido fundado por Pablo Iglesias y asumió el cargo que hasta entonces desempeñaba Belarra cuando esta ascendió a ministra tras la marcha del vicepresidente del Ejecutivo, en marzo de 2021. Pero las negociaciones en mayo para presentar una candidatura en Andalucía que por primera vez uniese a Podemos y Más País, el partido de Íñigo Errejón, colocaron al secretario general de los comunistas en una posición enfrentada a los morados. Podemos, al considerarse subrepresentado en el pacto alcanzado por el resto de formaciones, apuró tanto las conversaciones que no llegó a tiempo para inscribir su nombre en el registro oficial de la marca.

El Ministerio de Derechos Sociales ha justificado el cese de Santiago con el propósito de “llevar a cabo una reorganización de equipos para abordar el final de la legislatura”, según fuentes del gabinete de Belarra. El nombramiento de Verstrynge, titulada en Historia por la Universidad Denis Diderot (París) y en Estudios Europeos por la Sorbonne Nouvelle, tiene por objetivo “reforzar el enfoque feminista y ecologista de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el perfil internacional del ministerio”, señalan las mismas fuentes. Santiago pasará a “reforzar el trabajo del Grupo Parlamentario ante un final de la legislatura en el que se van a negociar en el Congreso muchas leyes clave para el Gobierno de coalición”, como la ley mordaza. El ministerio agradece su “excelente trabajo” en la secretaría de Estado.

Fuentes cercanas al dirigente no ocultan que su cese se produce “por decisión de la ministra”, quien le ha planteado que va a “reestructurar su equipo” y “no contará con él”. Santiago también ha evitado la crítica. “Corresponde a la ministra cualquier valoración o explicación al respecto y no vamos a hacer ningún tipo de valoración”, apuntaron las mismas fuentes. El secretario general del Partido Comunista fue reelegido hace apenas dos semanas en un tenso y muy dividido congreso, en el que cosechó el 54% de los apoyos frente al concejal de Zaragoza Alberto Cubero, crítico con la presencia de la formación en el Gobierno.

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La dirección de Podemos se había tomado como una “traición” la postura de Santiago durante la tormentosa gestación de la candidatura andaluza. Desde ese momento, el secretario de Estado quedó orillado y ya ni siquiera acudía a las reuniones semanales de coordinación en el ministerio. Fue la gota que colmó el vaso, pero la relación se había deteriorado en los meses anteriores. El secretario general del PCE tenía una gran proximidad con Iglesias ―en el verano de 2020 trascendió que tanto el vicepresidente como la ministra Irene Montero y sus tres hijos habían ido a pasar las vacaciones a su casa de Asturias, un viaje que interrumpieron por el acoso del que fue objeto la familia―, y trató de mediar entre él y Díaz cuando surgieron las tensiones entre estos dos últimos. La amistad de Díaz e Iglesias se había visto alterada por las decisiones de la política gallega sobre su proyecto, y el intento de Santiago no acabó de ser bien visto por el núcleo duro de Podemos.

La del diputado es la segunda destitución en el Gobierno de un miembro del PCE en el último mes y medio. El 7 de junio, en plena campaña andaluza, Montero cesó a su jefa de gabinete, Amanda Meyer, elegida ahora número dos de Santiago en el partido comunista. Meyer fue otra de las personas implicadas en las conversaciones para la creación de la coalición andaluza, donde Podemos percibió “una pinza” entre Izquierda Unida y Más País para quitarle el control del proyecto. “Lo de Andalucía es un horror (...), hemos vuelto a los despachos, las puñaladas, las filtraciones”, había disparado Iglesias contra Díaz e IU, la formación que coordina el ministro de Consumo, Alberto Garzón, también distanciado de la dirección de Belarra.

Como ocurrió en aquellas negociaciones, algunos sectores interpretan que el movimiento de ahora visibiliza la soledad de Podemos dentro del espacio, reducido a unos pocos cargos de confianza que acumulan toda la responsabilidad. Estos grupos interpretan que Podemos se resiste a aceptar una posición subalterna en la plataforma de Díaz. “La debilidad dentro del Gobierno, en el grupo parlamentario y en el futuro espacio ya existía. Eso si, cada vez es más grosera”, reflexiona una fuente parlamentaria sobre el último movimiento.

Pese a que el discurso público de Podemos es de apoyo al proceso que lidera la vicepresidenta, las tensiones han sido evidentes a lo largo de todo el curso. Esta misma semana, tanto Verstrynge, quien participó el lunes en una charla en San Lorenzo de El Escorial con la titular de Trabajo, como el propio Iglesias, marcaron distancias con su planteamiento: “Sumar y Podemos son cosas distintas. Creo que Podemos ha dejado claro que quiere estar con Sumar y presentarse juntos a las elecciones, y también que, aunque Yolanda no sea de Podemos, es su candidata”, afirmó el exvicepresidente. “Nuestro aliado electoral debe ser Sumar”, aseveró también la secretaria de Organización, empleando una expresión que deja en el aire la integración del partido en el movimiento que abandera Díaz y sugiere, más bien, una negociación de igual a igual.

La representación de altos cargos de Podemos en el acto inaugural de Sumar hace 15 días fue escasa. Si bien la ministra, en consonancia con su filosofía de dar voz a los ciudadanos, había pedido que no asistiesen secretarios generales ―aunque sí lo hizo Santiago―, la presencia del partido quedó muy diluida. Allí sí se dieron cita viejos rostros conocidos del partido, algunos ya fuera de Podemos y otros que han pasado a ocupar posiciones menos relevantes. Estaban, por ejemplo, Daniel Ripa, excoordinador de Asturias, o Nacho Escartín, de Aragón. Este último, apartado por Iglesias en 2020, fue destituido hace una semana como portavoz de la formación en las Cortes. La dirección regional justificó el movimiento como parte de las renovaciones para afrontar las elecciones autonómicas y municipales del próximo año. Escartín denunció en redes haberse enterado a través de Telegram, y en seguida vinculó su cese a la asistencia al lanzamiento del proyecto de la vicepresidenta.

Más allá de Díaz y de Montero, que de visita en Canarias repitió la justificación aportada por Derechos Sociales, nadie en el grupo quiso valorar el viernes públicamente la salida de Santiago. Tan solo un breve mensaje del coordinador de IU en Andalucía, Toni Valero, destacó sobre el resto. “Por sus obras los conoceréis (Evangelio Mateo 7, 16)”, rezaba su publicación en Twitter.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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