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El ‘caso Esther López’, tras las huellas de un atropello mortal

20 agentes forman el Departamento de Investigación de Accidentes de Tráfico de la Guardia Civil, clave para resolver el crimen de Traspinedo

Esther Lopez Traspinedo
Agentes de la Guardia Civil recogen muestras en la zona donde se encontró el cuerpo de Esther López.joaquín rivas
Patricia Ortega Dolz

Los 20 agentes que forman el Departamento de Investigación y Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (DIRAT) de la Guardia Civil llevan años ―incluso desde antes de que se creara formalmente el departamento, en 2013― tratando de desentrañar con precisión milimétrica, a través de programas informáticos y fórmulas físicas de mecánica, dinámica y cinemática, las causas últimas de siniestros en los que se han visto implicados vehículos. Investigando accidentes que en ocasiones esconden crímenes. Pero pocas veces se han topado con un caso tan difícil como el que ahora tienen entre manos: el atropello mortal de Esther López, de 35 años, en la localidad vallisoletana de Traspinedo, ocurrido el pasado 13 de enero y aún sin aclarar. Los informes del DIRAT serán clave en el juicio.

Los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y de la comandancia de Valladolid, unidos en las pesquisas de lo que inicialmente parecía una desaparición y luego un homicidio o quizá un homicidio imprudente, sospechan de Óscar S., de 40 años, un amigo de la víctima, con el que ella salió aquella fría noche invernal. Esther López murió de un fallo multiorgánico e hipotermia (estuvo horas desangrándose a cinco grados bajo cero), pero las lesiones que presentaba su cuerpo son “compatibles” con las que puede causar el atropello a poca velocidad de un Volkswagen T-Roc como el de Óscar S. El hombre se fue a Valladolid a lavar el coche a la mañana siguiente, según registraron varias cámaras de seguridad.

Los daños en un vehículo, por pequeños que sean, y sus movimientos en los minutos inmediatamente anteriores y en las horas posteriores a los hechos son el material de análisis de los agentes del DIRAT. También el tipo de vía y el lugar, posición y estado en el que se encuentra el cadáver. Estos investigadores son capaces de reproducir un siniestro con exactitud (y la calidad de un buen videojuego) en una pantalla de ordenador. Lo hicieron con el accidente mortal del futbolista José Antonio Reyes, con el atropello de Farruquito o con el siniestro de Ángel Nieto. Elaboran “entre 10 y 15 informes” al año. Y cada investigación les lleva “unos tres o cuatro meses”. Son reclamados por los juzgados o por la propia Guardia Civil para los casos más complicados y en cualquier punto de España, como si fuesen “la UCO [equipo de investigación de élite] de Tráfico”. El caso de Esther López, aseguran, es un desafío.

Lo primero que hicieron cuando llegaron a la cuneta de la curva de entrada a Traspinedo donde fue hallado el cuerpo de la mujer 23 días después de su muerte fue, como siempre, “tratar de marcar la posición final de vehículos y personas implicadas en el siniestro”, explica el capitán Juan Francisco Cocaña, con 25 años en la especialidad y que describe la mecánica evitando referirse concretamente al caso de Traspinedo.

Sin escenario del crimen

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Se presentó, así, la primera gran dificultad de este caso. El cuerpo había sido trasladado hasta ese lugar “en las primeras horas después del fallecimiento”, y los investigadores sospechan que el atropello no se produjo allí: “Los restos de arena en las ropas de Esther no cuadran; ni la posición de su cuerpo, ni la de sus pertenencias, como el bolso o el móvil”, señalan fuentes de la investigación. Además, tampoco había allí ninguna huella del vehículo presuntamente implicado: “Con el ABS ya es muy difícil encontrar restos de un frenazo en la calzada, rozamientos de neumático...”. Y en tercer lugar, “no hay restos del impacto: cristales, materiales en la calzada”. En este caso, al no conocerse el sitio donde se produjo el golpe, los agentes van casi a ciegas: no tienen escenario.

Por eso, es imprescindible conocer los pormenores de la autopsia. “El lugar de las lesiones nos revela qué tipo de vehículo pudo producirlas; y el grado de las mismas nos habla de la velocidad que llevaba, de si pudo frenar, acelerar, de si la víctima lo vio venir o no estaba prevenida, todo en función también del tipo de vía”, señala Cocaña.

“Impacto a nivel de las nalgas, con rotura de cadera [la tenía casi girada], traumatismo craneal, un esguince cervical, infiltrados hemorrágicos, hematomas y luxaciones...”, recoge el informe forense. Unos daños que “no tienen entidad suficiente para producir la muerte de manera instantánea”, concluye. “Consideramos que se trata de un atropello en vida, por vehículo de motor, producido a media o baja velocidad, con la confluencia en la causa de la muerte de otros factores, como han sido la intoxicación etílica, consumo de cocaína y la hipotermia”, dice el escrito, que firman cuatro forenses.

Lo que buscan los investigadores ahora es el reflejo de ese politraumatismo en el vehículo del principal sospechoso. “Es como crear un espejo entre la geometría del vehículo y las características morfológicas de la víctima”, ilustran. Para ello cuentan con un programa informático basado en una nube de puntos (fotogrametría) capaz de detectar la más mínima deformidad de manera milimétrica.

Tras aplicar distintos modelos de cálculo y diferentes parámetros, los expertos del DIRAT tipifican el atropello, estiman la velocidad a la que se produjo e introducen los datos en el ordenador para crear una simulación de lo ocurrido que después cotejan con sus cálculos manuales y sus inspecciones oculares: “Siempre vamos a los sitios, porque es la única manera de saber cómo puede reaccionar una persona en ese contexto: si la curva es cerrada y requiere alguna vuelta de volante, si hay inclinación, el tipo de firme, la visibilidad... El factor humano es fundamental”, advierte Cocaña.

La ‘caja negra’ del vehículo

Pero lo más importante en la investigación de un siniestro es conocer el preimpacto”, señala el experto. Los sistemas de los vehículos son electrónicos y cuentan con toda clase de cajas negras en las que se registran de modo preciso las huellas de sus movimientos: “Por ejemplo, los sistemas de navegación que registran ubicaciones, o el airbag, que lleva detrás una unidad electrónica con datos de activación (velocidades, aceleraciones, frenadas, giros de volante... )”.

El informe de los peritos, encargado por el juzgado número 5 de Valladolid, certifica que hubo manipulación de la centralita del vehículo de Óscar S. en los días posteriores al presunto atropello, que se borraron los datos de navegación y que hubo un intento de hacer una llave nueva. El módulo de navegación, enviado a Dresde para que el fabricante facilitara los datos registrados, no ha dado más pistas, ya que Volkswagen se limitó a contestar que fabrica coches, no analiza sus dispositivos. “Muchas veces estamos en manos de la buena voluntad de los fabricantes, que suelen ser reacios por miedo a tener que asumir indemnizaciones”, reconoce Cocaña. Ocurre lo mismo con el EDR (Event Data Ricorder), un registro de incidencias del vehículo, aunque “en cuestión de meses” en España ocurrirá como en EE UU, donde “el que quiere vender un coche tiene que facilitar después el acceso al contenido de ese dispositivo”. “Va a ser una revolución”, augura.

Los análisis en el caso de Traspinedo no han terminado. La tenacidad de este grupo de agentes de Tráfico, junto a los avances y resultados del laboratorio de Criminalística, podría ser determinante para resolver finalmente el misterio del atropello mortal de Esther López.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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