La jefa del CNI, cortafuegos del Gobierno para cerrar la crisis por Pegasus
El Ejecutivo prepara la salida de Paz Esteban para empezar a apagar el incendio. La Moncloa insiste en que no sabían a quién se espiaba y trata de encapsular toda la responsabilidad en el centro de inteligencia. Robles se resiste
Todos los caminos de la crisis del caso Pegasus, una de las más graves de una legislatura convulsa, conducen a la directora del CNI, Paz Esteban. El Gobierno prepara la salida del cargo de esta alta funcionaria de perfil técnico, que lleva 40 años en el centro, como cortafuegos de un incendio que no para de crecer. No hay confirmación definitiva, porque esa salida —se presente como cese o como dimisión— es una decisión que solo puede tomar Pedro Sánchez, y el presidente aún no lo ha hablado con ella, pero las fuentes consultadas creen que es inminente.
Esteban ya ha comparecido ante la comisión de secretos del Congreso y el CNI está a punto de finalizar el análisis de todos los móviles de los ministros. En cuanto eso acabe y se anuncie el resultado, ya no habrá más excusas para dilatar la caída, según fuentes gubernamentales. “Estas dos semanas son en sí mismas un gran fracaso del CNI, cuya obligación es pasar bajo el radar, que no se hable de ellos”, argumenta una de ellas.
El CNI está en las conversaciones en todos los círculos políticos y en la prensa por un motivo muy difícil de gestionar: el agujero de seguridad que permitió no solo que alguien, probablemente un Gobierno extranjero, espiara al presidente del Gobierno —algo que le ha sucedido a mandatarios de otros países— sino que eso sucediera hace un año y el CNI no se enterase. De hecho, si no fuera por el escándalo provocado por un informe del grupo de expertos en ciberseguridad Citizen Lab que señalaba que más de 60 independentistas fueron espiados con Pegasus, es posible que nunca se hubiera sabido que Sánchez sufrió un ataque, porque, según el Gobierno, se analizó su móvil como consecuencia de esa crisis.
La tensión entre el CNI y La Moncloa es tan evidente, que esta semana se ha producido una extraña batalla para ver quién de los dos era el responsable de vigilar que no espiaran a Sánchez. El CNI y el Ministerio de Defensa —Margarita Robles, la ministra y máxima responsable del CNI, es prácticamente el único miembro del Gobierno que defiende a la directora a capa y espada y se resiste a su destitución— apuntaban a Félix Bolaños, ministro de Presidencia, como responsable de controlar los móviles del Ejecutivo. La Moncloa replica que solo el CNI tiene la tecnología para saber si un sistema tan avanzado como Pegasus ha entrado en los móviles.
Este, el ataque a Sánchez, sería un primer gran fiasco del CNI. Pero el otro, que tiene que ver con el espionaje reconocido por el servicio secreto a personas vinculadas al movimiento independentista y en especial a Pere Aragonès, es también relevante. Robles y Esteban defienden que todo se hizo con autorización judicial y no hay nada que reprochar. Pero incluso admitiendo ese planteamiento, señalan fuentes del Ejecutivo, ¿no es un gran fiasco que los hayan pillado?
Hay, además, un tercer elemento grave, al menos si atendemos a la versión oficial que trasladó La Moncloa esta semana, cuando Esteban admitió en la comisión de secretos que el CNI espió a Aragonés y otros 17 dirigentes independentistas, y que muchos ponen en cuestión. El CNI, según La Moncloa, no informó en ningún momento al presidente ni a su equipo de esa operación tan sensible. Pegasus no es como una escucha cualquiera: permite entrar en el móvil del espiado y escuchar y ver todo lo que pasa en sus reuniones, en su vida privada, incluso en su domicilio, ver sus cuentas, sus informes médicos, las fotos de su familia. Todo. Y eso se estaba haciendo en otoño de 2019 con el entonces vicepresidente de la Generalitat sin que Sánchez —según La Moncloa— lo supiera. Por otro lado, si la intervención del móvil del líder de ERC se produjo en las fechas en las que él sospecha (4 de enero de 2020, a tres días de la investidura de Sánchez, según el informe de Citizen Lab) las conversaciones de Aragonès con el propio Sánchez y otros miembros del Gobierno habrían sido escuchadas por el CNI.
De hecho, la gran pregunta que surge de esta crisis, según varios miembros del Ejecutivo, es esta: “¿El Gobierno controla plenamente al CNI?”. Según la ley, el centro depende de la ministra de Defensa y por tanto del Gobierno, que le da las instrucciones. Pero el espionaje a Aragonès demuestra, si se atiende a la versión oficial del Ejecutivo, que en ocasiones puede ir por libre. “Hay que plantearse cambios para que el Gobierno tenga un mayor control del CNI. No puede ser que sea totalmente hermético. Aunque es verdad que hay cosas que es mejor no saberlas”, dice un miembro del Gobierno.
La tensión entre La Moncloa y la ministra de Defensa —cuya dimisión exigen ERC y Junts e incluso sugiere Unidas Podemos— es evidente. Mientras Sánchez intenta reconstruir la confianza con los partidos independentistas —este viernes habló con Aragonès en Barcelona y se emplazaron a una reunión—, Robles se enfrenta abiertamente a ellos. En el PSOE y el Gobierno la ministra está siendo muy criticada por esta estrategia. Pero nadie cree que Sánchez vaya a forzar su salida.
“Una ministra es caza mayor. No puede caer la responsable de Defensa, un pilar del Estado, porque lo pida el independentismo. Ellos sabían que al pedirlo la estaban reforzando”, resume un miembro del Ejecutivo. Robles, que es independiente, es la ministra mejor valorada, entre otras cosas porque muchos votantes de centro y conservadores la aplauden, y eso también hace improbable su salida. Sánchez no puede pues darle a ERC la cabeza de Robles, pero sí podría ofrecerle otra cosa que piden: la desclasificación de las autorizaciones judiciales para espiar a Aragonès y otros, para ver motivaciones y fechas.
Sánchez, que está muy preocupado por este asunto, hizo una referencia en el Consejo de Ministros del martes a su propio espionaje, explicó a los ministros lo duro que es saber que han podido ver toda tu vida privada. La propia Robles también fue espiada, y el de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Sánchez está decidido a recuperar como sea su relación con ERC para seguir adelante con sus reformas y acabar la legislatura sin más sobresaltos. Pero, en cualquier caso, incluso sin ERC, la legislatura se acabará, señalan en La Moncloa. De hecho, ya se han sacado varias votaciones clave sin ellos.
Mientras el PP habla de “caos” y Alberto Núñez Feijóo se ofrece como garante de la estabilidad, en La Moncloa recuerdan que en estos dos años y medio han aprobado 150 iniciativas legislativas y no han perdido una sola votación. En la última semana con pleno en el Congreso ganaron nueve. Y en esta solo tienen un decreto para ampliar el embargo a los oligarcas rusos, algo a lo que es casi imposible oponerse. “A Feijóo le pasa lo mismo que a Casado. Le pierde la ansiedad. Este Gobierno no va a caer, queda muchísimo para las elecciones. Puede cambiar todo para entonces”, remata un miembro del Gobierno. Lo que no se sabe aún es cómo y cuándo saldrá de la crisis de Pegasus.
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