Rita Maestre: “Hay gente en los partidos que se ocupa más de tomar cafés con periodistas que de contar algo al público”
La portavoz de Más Madrid asegura que “si la vida se pareciera a Twitter, desde luego sería el infierno. Pero afortunadamente la gente en la calle es mucho más normal”
Rita Maestre, que este miércoles cumple 34 años, llegó al Ayuntamiento de Madrid en 2014, sin experiencia alguna en gestión y de la mano de la que sigue siendo su gran mentora, Manuela Carmena. (“Ella me enseñó que si una señora te quiere contar algo durante 10 minutos, has de escuchar 10 minutos”). Ahora, como portavoz de Más Madrid, se ha convertido en el azote del alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Y no tiene miedo a decirlo: “Estoy preparada para ser alcaldesa”.
Pregunta. Cuando entró por primera vez en el Ayuntamiento de Madrid su padre bromeaba con que su despacho era más grande que su piso de Ópera. ¿A usted le sigue pareciendo tan grande?
Respuesta. Me he acostumbrado a ver más despachos a lo largo de estos años y, claro, eso lo redimensiona todo. El mío de entonces ahora lo tiene la portavoz del Gobierno de Almeida y mi casa es un poco más grande [risas].
P. En aquella época sentía que no necesitaba tantos asistentes como tenía su predecesora. ¿Eso también lo sigue pensando?
R. Con el tiempo, he aprendido a respetar muchísimo el trabajo técnico y especializado que tiene un equipo en un gabinete y a valorar más la figura, digamos denostada, de un asesor. Hay mucha necesidad de asesores especializados y menos mal que están. También creo que sigue habiendo en política demasiada figura intermedia que se podría reducir.
P. Dígame un ejemplo…
R. Hay gente de los partidos que se ocupa más de tomar cafés con periodistas que de contar algo al gran público.
P. ¿Trabajan mucho para sí mismos?
R. No, no, trabajan para quien trabajan. Pero si lo más importante para ellos es tomar café…
P. ¿Cree que el ambiente era más tenso en el Ayuntamiento cuando llegaron los carmenistas o ahora mismo?
R. Ahora mismo deben de estar muy nerviosos, sin duda. Cuando nosotros llegamos al Gobierno lo que había era una especie de expectación completa. Muchos funcionarios que llevaban mucho tiempo trabajando para otro Gobierno no sabían qué esperar de nosotros. Nos miraban como si tuviésemos antenas. Pero a la vez fue un tránsito muy sencillo, no solo por la calidez, sino como la calidad técnica de la gente, porque trabaja para Madrid, no para un partido. Fue muy fácil.
P. ¿Se sorprendió?
R. La verdad es que sí, pero también es verdad que mis padres son funcionarios los dos y de ellos he aprendido que los servidores públicos trabajan para las instituciones, no para los gobiernos.
P. A su padre de hecho lo fichó en su día el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, del PP. ¿Cuál es el mejor consejo que él le ha dado?
R. Él siempre me dice eso de “dientes, dientes”, que cuide mucho en público mi indignación y mi actitud. Soy bastante transparente y por eso me lo dice, porque sabe que hay quien se crece en la fragilidad ajena.
P. ¿A usted le gusta la gente?
R. Lo que más. Para mí un buen día es uno de estar a las 9.30 visitando un barrio con problemas de convivencia, hablar con los vecinos, ir a ver un polideportivo, pensar si la cancha de baloncesto va a ser para los niños del cole o se puede compartir con el centro de mayores…
P. ¿Cree que a Martínez-Almeida le gusta la gente?
R. Creo no tienen ningún interés por las cosas pequeñas, que son las que más componen la política municipal.
P. ¿Nunca le molesta que le digan cosas por la calle?
R. Si la vida se pareciera a Twitter, desde luego sería el infierno. Pero afortunadamente la gente en la calle es mucho más normal. No he vivido ningún momento desagradable.
P. En las redes se ensañan con usted. ¿Cómo sobrevive?
R. Como casi todo el mundo, pero especialmente como todas las mujeres que lo sufrimos, porque ese nivel de agresividad y de violencia tiene un sesgo de género; he aprendido que el problema no soy yo. Que por perfecta que fuera no me iban a dejar de insultar ni iban a dejar de intentar hacerme daño. Tuve que acabar con la idea de que podía subsanar un error, decir esto mejor o peor. Hay muchas personas que en su vida cotidiana son perfectamente normales y jamás insultarían a nadie; que llegan a su oficina, se ponen delante del ordenador y me llaman a mí puta; y a una ministra, zorra.
P. Con respecto a las comisiones y la actitud del alcalde Martínez-Almeida ha dicho que una de las peores cosas que se puede ser en esta vida es cobarde. ¿Qué otras cosas se cuentan entre las peores?
R. La crueldad. Por cobardía no actúas, y eso provoca un daño, pero hay quien disfruta del dolor ajeno. Me desespera en la vida parlamentaria cuando se hacen cosas para hacer daño al otro.
P. ¿Y eso se lo ha visto hacer a Martínez-Almeida?
R. Hace un año al portavoz del PSOE, Pepu Hernández, que no hizo una intervención especialmente brillante, le dijo: “Ya no lo quieren ni en su casa”. Yo pensé: “¿Pero qué necesidad?”.
P. ¿En qué se mueve usted por la ciudad? ¿Tiene coche?
R. Me muevo en transporte público. Me movería más si pudiera BiciMAD [servicio de bicicletas públicas], pero tal y como lo tienen… También uso los coches del Ayuntamiento, claro.
P. ¿Y con quién preferiría hacer un viaje de coche largo, con Begoña Villacís o con Andrea Levy?
R. Con Andrea, porque a pesar de las diferencias probablemente nos pondríamos de acuerdo en algo de música o de teatro.
P. Ahora que los políticos de izquierda visten como burgueses y los de derecha tienen gustos propios de las izquierdas, es más difícil reconocer a los bandos…
R. Pero esa interseccionalidad creo que es buena: no hablamos de clases sociales totalmente opuestas y enfrentadas.
P. Los comisionistas de las mascarillas gastaron seis millones en relojes de lujo y coches. Si usted se pudiese comprar con su propio dinero un capricho de ese tipo, ¿qué se compraría?
R. Quizás un anillo con un pequeño diamante para toda la vida.
P. Se crio viendo al otro lado los chalecitos de Fuente del Berro, ¿lo de tener un chalet no forma parte de su sueño madrileño?
R. La verdad es que no. Me gusta vivir en una calle, que en el portal de al lado haya un bar y que en el de enfrente haya un estanco. Soy muy urbanita.
P. ¿Cuál diría que es la principal cosa que aprendió de Manuela Carmena?
R. Que escuchar al otro significa que aunque hayas quedado y tengas una reunión de prensa, si te para una señora por la calle y te quiere contar una cosa para la que necesita 10 minutos de tu tiempo, te quedas los 10 minutos porque ella con quien quiere hablar es contigo.
P. ¿Y qué le enseñó usted a Íñigo Errejón?
R. Creo que a tener un poco más de paciencia. Que hay cosas que tienen que hacerse con calma, con mano izquierda, que no todo se resuelve y se gana en un primer asalto.
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